Marta Palau, la escultora, pintora, ceramista y su legado en Michoacán

Un recuento de su legado conocido apunta hacia pinturas mixtas, obra escultórica y textiles, además de su labor como impulsora de artistas, exposiciones de proyección nacional y mundial, bienales y los salones internacionales de textil en miniatura, con los que se dio a conocer en el ámbito local.

Víctor E. Rodríguez Méndez

A Jorge Solórzano

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Una placa metálica ya afectada por el tiempo da cuenta de la artista. La obra, hecha de cemento y metal, es visible por su gran tamaño, pero resalta sobre todo por su feliz colorido y la evocación de una serie de bastones indígenas como reminiscencia de las antiguas culturas de México. Se trata de la artista mexicana Marta Palau, y la obra referida se suma a las de ocho creadoras y creadores artísticos que se ubican en uno de los espacios verdes menos conocidos en Morelia. Fallecida el pasado 12 de agosto, la escultora, pintora, ceramista, tejedora y gestora cultural ha dejado éste y otros rastros artísticos y personales en Michoacán, estado con el que tuvo una cercanía muy especial como promotora de la cultura desde inicios de los ochenta.

Un recuento de su legado conocido apunta hacia pinturas mixtas, obra escultórica y textiles, además de su labor como impulsora de artistas, exposiciones de proyección nacional y mundial, bienales y los salones internacionales de textil en miniatura, con los que se dio a conocer en el ámbito local.

Marta Palau Bosch nació en Albesa, España, en 1934. Se exilió con su familia en México, para luego iniciar sus estudios de pintura y escultura en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda” en la Ciudad de México, en 1955. A finales de los sesenta se trasladó a Barcelona para estudiar técnicas textiles con Josep Grau Garriga, una experiencia fundamental porque, a partir de entonces, hizo de ese medio una parte integral de su práctica.

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Este empeño la llevó a tener una valía especial por la utilización de textiles con base artesanal y otros materiales orgánicos que remiten al mundo natural y mágico, y a las tradiciones de las culturas prehispánicas americanas. Palau dotaba a esos materiales de una gran fuerza corporal cuando los transformaba, sobre todo, en poderosas y maravillosas esculturas-instalaciones.

Marta Palau en Michoacán

Como promotora cultural y con el apoyo del entonces gobernador Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, Marta Palau incursionó en Michoacán como tenaz promotora y participante en las cinco ediciones del Salón Michoacano Internacional del Textil en Miniatura (1982-1986) cuya sede fue la Casa de la Cultura de Morelia. Una colección de estas piezas forma parte del acervo del Museo de Arte Contemporáneo “Alfredo Zalce” (MACAZ), además de otras seis obras de técnica mixta de la artista, de acuerdo con datos proporcionados por la actual dirección del MACAZ.

En este recinto Marta Palau presentó en 2004 la exposición retrospectiva 1992-2004 Lo uno y lo múltiple y todas las guerras, en la que incluyó la instalación “Lluvia de rosas para el General”, con la que rendía homenaje y sellaba su admiración por el ex presidente mexicano por haber dado “una segunda patria y una nueva nacionalidad a los refugiados españoles”, y quien representaba para ella su creencia en “las causas justas” y la defensa del derecho a vivir con dignidad, según lo plasmó en el catálogo de la muestra.

Apenas el 29 de octubre de 2020 se inauguró de manera virtual la exposición gráfica “Flores para el General” en el Centro Cultural Clavijero de Morelia, enmarcada en el aniversario luctuoso 50 de Lázaro Cárdenas. La serie gráfica fue realizada a principios en los ochenta y estuvo acompañada de testimonios de filósofos, artistas y músicos que participaron en el exilio español y de quienes “su obra ha sido clave en la recomposición cultural de nuestro país”, según consta en la promoción realizada. En este recinto también se presentó años atrás la Bienal Internacional de los Estandartes, que inició en 1996 en el Centro Cultural Tijuana (CECUT) como una idea de la artista.

Hay también dos registros editoriales muy importantes que muestran la cercanía de la familia Cárdenas con ella y la promoción de su obra; se trata de dos publicaciones-homenaje realizadas, una, con el cobijo de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano: Marta Palau. La intuición y la técnica, editado en 1985 por el Gobierno de Michoacán con la investigación de Rita Eder; y, otra, con la égida de Lázaro Cárdenas Batel: Marta Palau. Naualli, coeditado en 2006 también por la administración cardenista.

Un rastro artístico más de la artista es la escultura de 18 metros de altura llamada “Purépecha” que se ubica en la entrada del Best Western Plus Gran Hotel Morelia, realizada en 1983 y que en rigor pertenece a la colección del Gobierno de Michoacán.

En Morelia, además, se encuentra otra obra de estas características en el Bosque “Lázaro Cárdenas”, un centro de recreación que resguarda –junto al de Palau– un legado artístico peculiar que, sin embargo, no aparece en las bitácoras de las instancias culturales de la ciudad y del estado.

El bosque de las maravillas

Construido en 1984, en la administración de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano con el fin de preservar una importante área verde de la loma de Santa María, el Bosque “Lázaro Cárdenas” es el segundo bosque más grande de la ciudad donde los visitantes pueden encontrar kioscos, andadores, trota pistas, juegos infantiles y gimnasio.

En mayo de 2011, en una acción conjunta entre gobiernos municipal y estatal, el parque fue remodelado en un esfuerzo, según las notas periodísticas, por preservar el medio ambiente. Quizá poco conocido o explorado por la población moreliana, es un espacio de esparcimiento en el que se puede pasear y hacer ejercicio. Pese a estar ubicado en una de las avenidas más transitadas de la ciudad, a primera vista se lo ve como un lugar tranquilo, fresco y bien conservado; en sus serpenteantes pasillos y jardines resguarda nueve piezas escultóricas de Sebastián, Helen Escobedo, Alfredo Zalce, Ángela Gurría, Arnold Belkin, Octavio Vázquez, Manuel Felguérez, Hersua y de la propia Marta Palau. En ese caso, la escultura abstracta de la artista de origen catalán por su colorido y concepto alude a una de sus más importantes obras: “Bastones de mando”, de 1985.

Respecto al origen de este proyecto, el pintor y grabador Octavio Vázquez recuerda que fue Marta Palau directamente quien hizo esta propuesta a los artistas, una vez que Cuauhtémoc Cárdenas le dio el visto bueno al proyecto. La propuesta consistía, explica quien en ese entonces fungía como director del Museo de Arte Contemporáneo, en crear cada uno una maqueta pequeña de 25 centímetros de cada escultura a manera de donación al Gobierno del Estado, con el compromiso de construirlas en el bosque y dejarlas tal como están en este momento. “Cada maqueta creció y la generosidad de los artistas siempre fue latente, nadie cobró un centavo y Obras Públicas del Gobierno del Estado se encargó de construirlas”.

 “El bosque sí era un proyecto importante”, agrega Octavio Vázquez, “porque además se pensaba en crecerlo, que fuera posteriormente mayor y que tuviera más artistas invitados, y que aquello se convirtiera en una zona de visita importante —de hecho lo es—, pero la participación de Marta ahí fue fundamental”.

El legado artístico

Para el curador Cuauhtémoc Medina, Marta Palau “fue la mayor escultora de textil en México, una importante grabadora, e inventora de eventos artísticos extraordinarios”, según escribió en su página de Facebook apenas conoció el fallecimiento de la artista.

María de los Ángeles Valencia, directora del Museo de Arte Contemporáneo “Alfredo Zalce”, resalta a Marta Palau como la “gran precursora del textil en México por su impulso a los Salones del Textil”. La funcionaria señala que Palau deja “no sólo la semilla sembrada de su producción artística y el manejo de la multiplicidad de variantes y técnicas, sino su labor como gestora cultural es fundamental, junto con la labor pujante de otras mujeres desde los sesenta hasta los dos miles que tejieron redes más allá de su propia producción, incluso en el terreno de la crítica de arte”.

Para la galerista María Azucena Solórzano, la importancia de Marta Palau radica en su sólida formación académica. “Toda su herencia y todas sus raíces se dejan ver en lo contemporáneo y en la aportación que nos hace de su tierra”. Agrega Azucena: “Todo ello fructificó en sus textiles y en los salones que promovió. Es de admirarse porque como artista nos dejó tanto”.

Por su parte, Octavio Vázquez asegura que Marta Palau como artista “fue una mujer muy creativa y enérgica con su disciplina, muy enérgica consigo mismo”. Añade que ella trabajó mucho por recuperar nuevas posibilidades para la construcción del arte escultórico. “Yo creo que la importancia de la obra de Marta es esta impronta que en todos los casos nos ofrecían sus obras, siempre había algo nuevo; ella era una gente que cambiaba permanentemente y lo que la sostenía era esa actitud: la energía personal para ir adelante”.

En tanto, Azucena Solórzano ve en la obra de Marta Palau una importante aportación al arte actual de Michoacán. “Ella es el antecedente de mucho de lo que se hace hoy. Yo me congratulo de seguir viendo sus obras de calidad y frescura que nos trajo la visión del ingeniero Cárdenas”.


Víctor E. Rodríguez, comunicólogo y diseñador gráfico de profesión; periodista cultural de oficio desde hace tres décadas. También ejerce la docencia y de vez en cuando dirige talleres de redacción, escritura creativa y de periodismo.