Marzo de claroscuros

Mi primera idea fue hablarles de autoras que valía la pena leer durante marzo, sin embargo, mi objetivo es que esta columna sea un espacio para ellas todo el año, no solo un mes.

Foto: Cortesía

HISTORIAS PARA MAMÁ

Yazmin Espinoza / La Voz de Michoacán

PUBLICIDAD

Creo que esta es la columna que más trabajo me ha costado escribir desde que empecé con el espacio en esta publicación. Siempre había tenido muy claro el siguiente tema sobre el que iba a hablar, pero para esta edición no podía definir cuál era el mensaje que deseaba expresar.

Mi primera idea fue hablarles de autoras que valía la pena leer durante marzo, sin embargo, mi objetivo es que esta columna sea un espacio para ellas todo el año, no solo un mes.

Luego, pensé en compartirles la bonita experiencia que tuve al recibir la invitación por parte de Gabriela Dorantes, quien está a cargo del bookstagram de Leer donde Sea, a participar en su podcast para hablar del tema “Leer y escribir desde la maternidad”. Me sentí muy honrada de que alguien me eligiera para compartir sobre un tema que tanto ha permeado en mi en los últimos tiempos. Explicar la importancia que tuvo para mi maternidad el encontrar una tribu en las letras, y cómo ayuda en la crianza que intento llevar día a día.

PUBLICIDAD

Por otro lado, el pasado 8 de marzo asistí por primera vez en Morelia a la marcha que se realiza en el marco del Día Internacional de la Mujer, un evento que me llenó de fuerza y sororidad, pero, lamentablemente, también de sentimientos no tan positivos resultado de las acciones que se dieron al final. Quería compartirles esa experiencia también, aunque no estaba segura que, una semana después del evento, la gente quisiera seguir leyendo sobre ello.

Al final, imposibilitada para elegir entre uno de estos temas para compartir con ustedes hoy, me decidí a hacer una especia de “collage” de ideas y emociones y es que, además, me di cuenta de que, aunque no lo pareciera a simple vista, había un hilo que los conectaba todos; yo, el hecho de que soy mujer, el hecho de que soy mamá, el hecho de que soy periodista, y el hecho de vivir en una sociedad en la que sigue siendo necesaria la lucha por la equidad.

Así que, vayamos por partes.

Si han tenido oportunidad de visitar mi cuenta de Instagram (@historiasparamama) se habrán dado cuenta de que, sin temor a equivocarme, el 80 por ciento de las novelas que leo y que reseño son escritas por mujeres. La verdad no es algo que haya hecho a propósito, sin embargo, creo que es algo bastante entendible dado que son las que suelen escribir sobre mujeres reales y con las que suelo conectar. Jazmina Barrera, Guadalupe Nettel, Gabriela Wiener, Fernanda Melchor, Brenda Navarro, Isabel Zapata…son muchos los nombres que me han acompañado los últimos meses con sus letras, y a las cuales considero que todos deberían leer, no solo en marzo, sino durante todo el año.

Por otro lado, justamente varias de las novelas de estas autoras fueron las que recomendé en el podcast de Leer donde Sea (el cual ya pueden encontrar en Spotify por cierto). La conversación con Gabriela fue muy amena y pude compartir con ella la transformación que mi vida y mis lecturas sufrieron cuando me convertí en mamá. Cómo ahora las mismas novelas me saben diferente y, sobre todo, la manera en que ciertos títulos me acompañaron durante este proceso. Porque la maternidad sigue siendo un acto que suele vivirse en solitario y estas novelas buscan, con cada párrafo, romper con esto.

Y al final, la marcha. La verdad es que acudí muy emocionada por el hecho de que iba a compartir con amigas muy queridas ese momento en el cual saldríamos a las calles de la ciudad, nuestra ciudad, a gritar la realidad del país en el que vivimos, a pedir respeto, a exigir justicia.

Íbamos todas unidas acompañándonos. Yo formaba parte de un contingente en el que iban menores de edad y madres con sus infancias, ya que, aunque yo no llevaba a mi hija, decidí acompañar a aquellas que si. Así, marchamos juntas. Hubo un momento en donde nos sentimos poderosas, porque éramos miles, pero nuestra voz sonaba como una sola.

Sin embargo, al final tuvimos que correr, ayudarnos entre todas para ponernos a salvo. ¿Era necesario el uso de gas y balas de pintura contra una manifestación en la que, las más cercanas a Palacio eran familiares de víctimas de feminicidio, menores de edad, madres, infancias y personas de la tercera edad?

Tuvimos que refugiarnos en un café para no ser aplastadas por la estampida. Nos ayudamos entre todas para salir de ahí y poner a salvo a infancias y menores de edad. En lo personal, todo el tiempo busqué mantenerme cerca y ayudar a una mujer que llevaba en un fular a su hija, un poco más grande que mi pequeña que en ese momento estaba en casa esperándome para cenar. La niña resistió, junto a su mamá. Jamás soltó su cartel, aunque seguramente tuvo miedo. Estoy segura de que, a pesar de ser tan chiquita, sabía el por qué estábamos todas ahí, luchando juntas.

Lo primero que hice al llegar a casa y avisar a mis amigas que estaba bien, fue abrazar a mi hija. Fue mi primera marcha. Y si, iría de nuevo.