Mujeres que dejaron de escribir, de investigar, de escucharse: Insurrecciones cotidianas de las pensadoras michoacanas

Escribir es resistir el mandato de la mujer normativa. Pero escribir desde el periodismo, la edición o el activismo es aún más complejo: no se hace desde el yo que se aísla, sino desde el yo que escucha, recoge y sostiene historias.

Foto: Cortesía

Zuhey Medina, colaboradora de La Voz de Michoacán

“Ataraxia”. Desperté con esa palabra posada en mi mente como un pájaro inquieto. Su doble filo me persigue: la serenidad filosófica que promete un alma en equilibrio y, a la vez, su sombra médica —la apatía que nace del desgaste psíquico. Entre ambas acepciones encuentro el pulso de estos meses: la necesidad urgente de calma frente a una vida que insiste en empujarnos hacia la postergación.

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Pienso en cuántas mujeres habitan hoy ese mismo territorio. Mujeres que dejaron de escribir, de investigar, de escucharse; mujeres arrojadas a un vacío que nos exige ser soporte de todos, menos de nosotras mismas. A veces siento que ensayo una obra que no firmé, que mi nombre se diluye bajo el ruido de lo cotidiano. Quizá por eso la palabra llegó como una brújula: recordarme que la serenidad, para nosotras, también es un acto político.

Escribir es resistir el mandato de la mujer normativa. Pero escribir desde el periodismo, la edición o el activismo es aún más complejo: no se hace desde el yo que se aísla, sino desde el yo que escucha, recoge y sostiene historias. Cada minuto destinado a la escritura es un gesto radical: sustraer tiempo a la lógica patriarcal del cuidado ilimitado. La “habitación propia” sigue siendo un privilegio, porque muchas filósofas, poetas y académicas escriben donde pueden, cuando pueden, interrumpidas por la vida que demanda. Sin embargo, otras insisten, luchan y crean desde esa intemperie. A ellas las llamo mujeres insurrectas.

Por eso, cuando fui invitada a participar en Voces de mujeres insurrectas. Diálogo entre pensadoras, sentí primero la ansiedad y la emoción por el reto de trabajar con mujeres que podrían ser mis pares. Pero después apareció algo mejor: el reconocimiento de la manada. Conocer a la doctora Guadalupe Zavala y leer la lista de autoras fue encontrarme en un linaje. Esa certeza —no estamos solas en este campo de batalla— es la primera victoria.

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En la presentación del libro descubrí algo que me sacudió: ninguna conversación giró en torno a hombres, parejas o vínculos románticos. Hablamos de investigación, de cuerpas, de economía feminista, de territorios en disputa. Sin buscarlo, todas pasamos el test de Bechdel. Era, por fin, un espacio donde las ideas circulaban sin la mediación del patriarcado.

El libro coordinado por Adriana Sáenz Valadez y Nektli Rojas —publicado por la Facultad de Filosofía de la UMSNH— es más que una antología. Es una genealogía viva que reúne narrativas personales, entrevistas, poemas, ensayos y homenajes a pensadoras michoacanas que han tejido feminismo desde la academia, el activismo, la literatura y la vida cotidiana. Desde los relatos autobiográficos hasta las reflexiones ecofeministas o las luchas indígenas, la obra construye un puente intergeneracional que rescata voces históricamente marginadas.

Sus fortalezas son claras: pluralidad de formatos, lenguaje accesible sin perder profundidad teórica y una mirada situada que articula territorio, cuerpo y pensamiento crítico. A ratos desearía más voces indígenas o rurales, pero incluso eso señala un camino por fortalecer.

Voces de mujeres insurrectas no es solo un libro: es un acto colectivo de afirmación. Nos recuerda que escribir, pensar y crear desde la insurrección cotidiana es una forma de ataraxia posible: no la indiferencia, sino la serenidad que nace de sabernos juntas. Un faro para quienes seguimos escribiendo desde las grietas, intentando sostener la vida mientras resistimos la tentación de rendirnos.

Zuhey Medina es escritora, activista y periodista con perspectiva feminista. Habitante orgullosa de la periferia de Morelia. Con más de doce años de presencia en medios de comunicación, es editora de Perspectiva M (medio construido por mujeres y para mujeres) y de Metapolítica. Una de sus obras fue publicada en la antología Mujeres con piel de pluma.