Pátzcuaro se viste de fe e identidad con la Misa Purépecha a la Virgen de la Salud

Las “mañanitas a la Virgen” comienzan desde las cinco de la madrugada, y son tan festivas que no caben los fieles dentro del templo por lo que muchos apartan un lugar en el atrio

Ireri Rodríguez, La Voz de Michoacán

Cada 8 de diciembre, la Basílica de Nuestra Señora de la Salud en Pátzcuaro se convierte en un punto de encuentro de miles de fieles provenientes de las comunidades purépechas de la región, quienes acuden a rendir homenaje a la Virgen de la Salud mediante la tradicional Misa Purépecha, una de las expresiones religiosas y culturales más emblemáticas de Michoacán.

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Desde la madrugada, las calles de Pátzcuaro reciben a la feligresía local así como peregrinos de diversas localidades como Tzintzuntzan, Erongarícuaro, Santa Fe de la Laguna, Ihuatzio, Quiroga y comunidades de la Meseta Purépecha, cuyos habitantes llegan portando estandartes, flores e imágenes religiosas, muchos de ellos ataviados con su indumentaria tradicional.

Las “mañanitas a la Virgen” comienzan desde las cinco de la madrugada, y son tan festivas que no caben los fieles dentro del templo por lo que muchos apartan un lugar en el atrio, donde se van formando las imágenes de diversas vírgenes visitantes quienes también acuden a la fiesta anual. Este año acompañados por la banda de Tingambato, además del coro de la basílica con piezas salidas desde el órgano monumental de la Basílica.

Una liturgia que preserva la identidad

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La Misa Purépecha es una celebración eucarística que integra la lengua purépecha, cantos tradicionales con instrumentos prehispánicos como los caracoles, música regional y símbolos propios de la cosmovisión indígena. La Virgen de la Salud es ataviada con sus mejores vestidos y manto, del mismo color azul que los paños litúrgicos colocados en los costados laterales del templo, pues el altar se encuentra todo adornado con flores entre las que predomina el color rosa. Este acto litúrgico no solo representa la devoción católica, sino también un ejercicio de reivindicación cultural, al colocar la lengua y las tradiciones purépechas en el centro de la vida religiosa.

Durante la celebración, los cantos y oraciones en purépecha de la gente mayor así como de los jóvenes y niños llenan la basílica, recordando el vínculo histórico entre la evangelización y los pueblos originarios, proceso impulsado en el siglo XVI por Don Vasco de Quiroga, primer obispo de Michoacán y figura clave en la consolidación del culto a la Virgen de la Salud.

La Virgen de la Salud, protectora del pueblo purépecha

La Virgen de la Salud es considerada la patrona espiritual del pueblo purépecha. Su imagen, venerada desde la época colonial, simboliza la protección, la sanación y el amparo comunitario. Para los fieles, su intercesión se relaciona tanto con la salud física como con el equilibrio espiritual y social de los pueblos.

El 8 de diciembre, día de la Inmaculada Concepción, adquiere un carácter especial al reunir fe, historia y tradición en una sola celebración, reforzando el sentido de pertenencia y continuidad cultural. Las danzas que se preparan representan a las distintas comunidades, así como las ofrendas que se presentan ante los cuatro sacerdotes –quienes celebran en purépecha– y reciben enseres domésticos, fruta, verdura, hortalizas, así como bordados y grandes ramos de flores, entregados al templo.

La festividad no se limita a la ceremonia religiosa. Días antes se realizan novenarios, rezos y actividades preparatorias, mientras que el día central a muy temprana hora comienzan a llegar las procesiones a pie o a caballo por las calles de Pátzcuaro, acompañadas de música, flores y expresiones de devoción popular.

Tras la misa, que dura un par de horas pues contempla también además de la liturgia, danzas y cantos purépehcas, las comunidades participan en una fiesta colectiva, donde se comparten alimentos tradicionales y se fortalecen los lazos familiares y comunitarios. Este ambiente festivo convierte a Pátzcuaro en un espacio de convivencia intergeneracional, donde las tradiciones se transmiten y se mantienen vivas.

Una tradición que perdura

La Misa Purépecha y la fiesta a la Virgen de la Salud que se celebra cada 8 de diciembre, representan una de las manifestaciones más claras del sincretismo religioso en México. Más allá del acto litúrgico, se trata de una celebración que reafirma la identidad purépecha y demuestra que la fe, cuando se vive desde la cultura propia, se convierte en un factor de cohesión y resistencia.

Cada 8 de diciembre, la basílica de Pátzcuaro no solo celebra a su patrona, sino también la permanencia de un pueblo que encuentra en la tradición una forma de seguir existiendo.

Ireri Rodríguez, dedicada al periodismo cultural desde hace más de veinte años. Se dice orgullosa de sus raíces purépecha, así como de su nombre que, la define: “soy de aquí” es su significado.