Sobre un lugar lleno de violencia y poesía

“Vivir en una ciudad es vivir entre historias: las que se escriben en libros, las que circulan en periódicos y pantallas, las que se transmiten de boca en boca y mutan bajo una lógica similar a la de los virus, esos entes que sin siquiera estar vivos se replican en un afán obstinado por permanecer en el mundo”, Fernanda Melchor, “Aquí no es Miami”

Yazmin Espinoza

Fernanda Melchor lo ha vuelto a hacer, me ha atrapado completamente con un libro que, de manera extraordinaria, mezcla la violencia con la poesía a través de la palabra.

En una época de límites borrosos entre la verdad y la mentira, el caos y el orden, el horror y la indolencia, la delincuencia organizada y el Estado, aparece “Aquí no es Miami”, un libro de relatos híbridos, aleación entre periodismo y literatura, que aborda lúcidamente las condiciones que germinaron el terror de la llamada Guerra contra el Narcotráfico en un estado especialmente golpeado por esta debacle como lo es Veracruz.

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Más allá de la intención de entregar un recuento de datos duros, Melchor nos ofrece historias sobre personas: víctimas y criminales, sí, pero sobre todo hombres y mujeres comunes entregados a la lucha por la supervivencia, con esa mirada suya honda y compasiva, pero cruda y directa, con la que es inevitable involucrarse y conmoverse.

Y es que el Veracruz de Fernanda Melchor no es tanto un escenario, sino un personaje en esta ola de violencia. La cercanía de la autora con las historias que narra, y un uso siempre arriesgado del lenguaje, son las mayores fortalezas de esta nueva edición revisitada que cuenta con una nueva crónica. Y aunque estos relatos se enmarcan en una temporalidad, son aún reflejo deun país cuyas arenas siguen siendo movedizas.

Autora de las novelas “Falsa liebre” (2013) y la exitosa “Temporada de huracanes” (2017), en “Aquí no es Miami” Fernanda Melchor nos ofrece un recorrido por su ciudad natal, Veracruz, con una investigación de campo que le llevó más de una década.

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Y es que “Aquí no es Miami” (2018) está integrado por doce textos, uno más que en la versión original y otro reescrito desde una nueva perspectiva, que narran la degradación del estado veracruzano en todos sus estratos.

Se podríadecir que el libro es un testimonio del cinismo de la violencia que se impuso en el entorno y a este estado del país que es, al final, el gran protagonista del libro.

Como dice la autora, son “historias que pudieron ocurrir en cualquier parte pero que, quién sabe por qué destino inexorable, no pudieron sino nacer en este sitio”

La mayoría de los relatos los conocemos a través de testimonios de víctimas y victimarios, pero también son abordados desde la experiencia de la autora. La narrativa se convierte en memoria colectiva donde converge uno de los elementos clave del imaginario veracruzano: la convergencia del mundo esotérico y el terrenal, tópico en la narrativa de Melchor.

Porque puede que los textos de Fernanda no incluyan cifras ni imágenes, pero tampoco señalan culpables. Son más bien un testimonio de lo ocurrido mezclado con los recuerdos, una narración en la que el lector tendrá que sacar sus propias conclusiones.

Melchor escribe: “Son relatos que se rehúsan dialogar con la Historia con mayúscula ni buscan cebarse en una anécdota determinada sino en el efecto que esta tuvo en la sensibilidad de los testigos”

Aunque todos los relatos son poderosos, debo decir que mis favoritos personales fueron “La casa del Estero” y “Reina, esclava o mujer”, ambos una probadita de temascomoel oscurantismo, la barbarie y el amor con los que Fernanda nos “golpearía” en sus siguientes libros, comolo es el caso de “Temporada de huracanes”, un título que desde el año pasado que lo conocí se coló entre mis favoritos de todos los tiempos.

Con esta segunda experiencia leyendo a Melchor, no me queda sino continuar soprendiendome con su narrativa. Aunque, también estoy segura, de que debo seguir acercandome a sus libros con cautela, pues lo que se nombra en ellos da miedo, porque es real.