Stella Inda, canto de identidad

La joven viajó de Michoacán a la Ciudad de México e ingresó a la Escuela de Arte Teatral del Instituto Nacional de Bellas Artes. Fue el inicio de su vida en los escenarios, en el grupo Orientación que dirigía Celestino Gorostiza, y más tarde en la compañía PROA de José de Jesús Aceves.

Foto: Cortesía

Jaime Vázquez / La Voz de Michoacán

PUBLICIDAD

Gabriela Mistral, Premio Nobel en 1945, decía que el pan olía a tres valles por los que había caminado: “a Aconcagua, a Pátzcuaro, a Elqui”, y añadió: “…y a mis entrañas cuando yo canto”. Ahí, en uno de ellos, en Pátzcuaro, el 28 de junio de 1917, nació María de la Soledad García Corona, cerca de un lago como espejo del cielo, en una ciudad que canta a sí misma para ser íntima y majestuosa, como el pan de cada mañana.

La joven viajó de Michoacán a la Ciudad de México e ingresó a la Escuela de Arte Teatral del Instituto Nacional de Bellas Artes. Fue el inicio de su vida en los escenarios, en el grupo Orientación que dirigía Celestino Gorostiza, y más tarde en la compañía PROA de José de Jesús Aceves.

Por primera vez en nuestro cine, el rostro de María de la Soledad asoma brevemente en dos momentos en el Salón Nicanor, lugar de reunión de marineros y prostitutas en el Veracruz captado en La mujer del puerto, película dirigida por Arcady Boytler en 1934. Ese año, la joven actriz participa en dos cintas más con pequeñas intervenciones: Corazón bandolero (de Raphael J. Sevilla) y Mujeres sin alma (de Ramón Peón).

PUBLICIDAD

Cuenta la historia que fue Adolfo Best Maugard, reconocido artista plástico, quien la bautizó con el nombre de Stella Inda y la invitó a protagonizar su primer largometraje: La mancha de sangre. Stella, sin embargo, como lo refiere el portal IMBd, tiene un crédito en Corazón Bandolero como Estela Inda, tres años antes de la filmación de La mancha de sangre, de 1937.

La joven asiste a un casting con la ropa prestada por una prostituta y Best Maugard la observa bailar; de inmediato identifica en ella al personaje que encarnaría a Camelia, la prostituta que se enamora de Guillermo, un joven provinciano y pobre, en la trama de la película. La mancha de sangre, primer protagónico de Stella, fue un escándalo en su momento. Acusada de pornográfica, la cinta se exhibió hasta 1943, y permaneció perdida por muchos años. Hoy, gracias al trabajo de recuperación y restauración realizado por la Filmoteca de la UNAM, puede verse con un rollo sin sonido y el rollo final sin imagen en: https://www.youtube.com/watch?v=2nueoVg3xpg.

Stella recorre los años cuarenta al lado de grandes estrellas de nuestro cine: participa en el debut cinematográfico de Pedro Infante, en La feria de las flores; al lado de María Félix en Amok; en Bugambilia, con Dolores del Río y Pedro Armendáriz; en otro debut, el de Miroslava en Bodas trágicas; y como la Malinche en la producción norteamericana Captain from Castile, junto a Tyrone Power, dirigida por Henry King y rodada en Michoacán en 1947.     

En 1950, Luis Buñuel filma en los Estudios Tepeyac y en locaciones de la Ciudad de México Los olvidados. Stella interpreta al personaje de su vida: la madre de Pedro, una madre inusual en el cine nacional de aquella época, todo lo contrario a los estereotipos que la pantalla había fabricado hasta entonces. En 2003 la UNESCO incluyó esta película en la lista nominal “Memoria del mundo”, por iniciativa de la Filmoteca de la UNAM.

En 1952, Roberto Gavaldón la llama para El rebozo de Soledad, sobre un cuento de Xavier López Ferrer (esposo de Stella) y con la participación en el guion de José Revueltas, por la que gana el Ariel a la mejor actriz. Para el episodio “Caridad”, de Jorge Fons en Fe, esperanza y caridad, Stella brilla al lado de Katy Jurado, Julio Aldama y Sara García.

En los años posteriores, Stella se dedica a la docencia y viaja por la República dirigiendo y reuniendo grupos escénicos. María de la Soledad, la luminosa Stella Inda, muere en la Ciudad de México el 7 de diciembre de 1995.

El Teatro “Stella Inda” del IMSS en Morelia es un homenaje a esta actriz que nació en los turbulentos inicios del siglo XX en Pátzcuaro, que permanece en la memoria como un canto de identidad, que parecía mirar al cielo y su lago en la pantalla de nuestro cine.