Una variante del juego de pelota existió en Michoacán 1500 años a.c.

Aquí iremos describiendo a cada uno de ellos.

Dante Martínez Vázquez

Son al menos cuatro tipos distintos de juego de pelota que se han practicado en el México precolombino, y esto lo conocemos gracias a distintos estudios de corte arqueológico e histórico; todos ellos con fuertes raíces durante el periodo conocido como: preclásico o formativo. Aquí iremos describiendo a cada uno de ellos.

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Golpear la pelota con la mano

El primero de ellos consiste en un juego en apariencia de suma sencillez, pues como su descripción lo dice, se trata de golpear una pelota con la mano o una manopla. Este tipo de juego de pelota ha sido descrito en sitios del preclásico como en Cuicuilco y Ticomán, así como también en Oaxaca, en la zona arqueológica de Dainzú se encontraron varias estelas que muestran jugadores usando caretas y manoplas golpeando una pelota.

Este tipo de juego de pelota se seguía practicando a la llegada de los españoles, entre los Tarascos de Michoacán era conocido como "Apantzequa chanaqua", entre los Zapotecos como "Tigáapayapititipi", los Mayas lo llamaban "Kamal kam", mientras que los nahuas: "Nematotopeuiliztli". En la actualidad formas similares de este juego, se siguen practicando en la tierra caliente de Michoacán y Guerrero, así como en la Mixteca de Oaxaca.

Juego de pelota con bastón

Otra variante del juego de pelota practicado por las culturas precortesianas, fue el de golpear una pelota con un bastón, mazo o palo. La evidencia más antigua sobre este juego se remonta al año 1500 a.C. en el sitio de "El Opeño" en Michoacán, donde en una tumba se encontró una serie de jugadores practicando este juego. Del mismo modo, en los murales de Teotihuacan en Tepantitla, se pueden apreciar varios individuos golpeando una pelota con un bastón. Dese el posclásico tardío (1350-1522) a la actualidad, existe en Michoacán un juego que sigue siendo practicando especialmente entre los Purépechas, llamado como "Uarhukua Chanakua", con la particularidad de que la pelota que se utiliza tiene que estar en llamas.

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Golpear la pelota con el pie

El tercer caso, es el menos común de todos, pues solamente se encuentra un testimonio de este juego en los murales de Tepantitla en Teotihuacan, donde aparecen algunos personajes golpeando una pelota con el pie. Al parecer este juego era sumamente raro entre las sociedades precolombinas.

Golpear la pelota con las caderas

Finalmente, se tiene el tipo de juego de pelota mejor documentado tanto en el registro arqueológico como en las fuentes históricas. Este juego que tiene la particularidad de jugarse en canchas con forma de "I" látina, y que consiste en tratar de atravesar utilizando la cadera, una pelota de hule en un marcador dispuesto sobre esta cancha; tiene origenes muy remotos, pues las evidencias más antiguas de la práctica de este deporte, se remontan al sur mexicano con fechas de 1600 a.c. al 1500 a.c. Este juego fue ampliamente conocido en todo el territorio, pues se tienen registros de canchas de juego de pelota desde Centroamérica, hasta el norte de México, destacando el caso de Paquimé en Chihuaha. El juego así mismo, fue ejercido en todas las épocas de desarrollo precolombino (preclásico, clásico y posclásico). La cancha más grande de juego de pelota se encuentra en Chichén Itza (Yucatan) con 166 mts. de largo por 68 de ancho. Este juego era conocido como “Pokol pok” o “Pok ta pok” entre los Mayas, "Tiquijá láchi” entre los Zapotecos, “Taranduqua chanaqua” o “Taranduni” entre los Tarascos y “Ullamaliztli” u “Ollama” entre los Nahuas.

Para más información:

Oliveros, Arturo y Scheffler, Lillian (2004). El juego de pelota en Mesoamérica. En Tradiciones Arqueológicas. Colegio de Michoacán. México. Pp. 263-289.

Dante Martínez Vázquez, licenciado en Arqueología por la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Colaborador de los proyectos PAPAPCSUM y REPIMTAR del centro INAH, Michoacán. Actualmente cursa la maestría en Historia en la facultad de Historia, de la UMSNH.

Email: Dante_dalton@outlook.com Academia.edu / Dante Martínez Vázquez