La joven compositora mexicana que suena fuerte en Europa

La también soprano Diana Syrse, quien desde 2013 vive en Alemania, donde ha trabajado a favor de las mujeres en el arte, ganó una comisión y una residencia

Foto: El Universal

El Universal/La Voz de Michoacán.
México. Diana Syrse (Ciudad de México, 1984) es una compositora soprano mexicana que radica en Alemania desde 2014; ha realizado varios proyectos en favor de la visibilidad de las mujeres en el arte, la integración de la música mexicana en Alemania y la importancia de la diversidad y la integración en el mundo de la ópera nueva. Ha escrito más de 90 obras. Recientemente, la egresada de la UNAM obtuvo dos reconocimientos: un premio de parte del Ministerio de Cultura de Bavaria, que es una residencia de seis meses en la Cité internationale des arts en Paris, que se otorga cada año a dos artistas jóvenes en Alemania.

El segundo es una comisión de la Ópera de Hamburgo y la Neuköllner Oper en Berlín, y es la primera vez que estas instituciones comisionan a un compositor mexicano.

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Además, Syrse tiene estrenos y presentaciones en Nueva York, Reino Unido, Viena, Berlín, París, Latvia; en agosto, la Sinfónica de Minería hará el estreno mundial de una de sus obras.

La música llegó a su vida desde niña por su padre, maestro de música. Ingresó al Centro de Iniciación Musical de la Facultad de Música de la UNAM (FAM), y a los siete años formó parte del Coro de Niños y Jóvenes cantores de la FAM.

Diana siempre quiso ser cantante, era tímida y tuvo miedo de hacer el examen para ingresar a la carrera de canto, una especialidad con gran competencia. “Creí que si no me seleccionaban ya no tendría oportunidad de seguir estudiando música, mi papá me sugirió que entrara en composición, hice el examen, toqué mis propias obras y descubrí que me encantaba crear. Después hice el examen para canto y me quedé. Estudié las dos cosas de manera paralela. Trato de combinarlas, no siempre lo consigo. La composición me define como cantante y el canto me define en la composición porque me dedico mucho a la ópera y a la voz, es mi instrumento. La música contemporánea es muy importante para mí en ambas disciplinas, soy una mezcla de las dos”, dice.

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En la composición, explica, sintió la necesidad de tener un modelo a seguir, lo encontró en Gabriela Ortiz, una de sus maestras en la FAM y una de las pocas mujeres compositoras de gran proyección. Fue ella quien le hizo ver que en México no existía el doctorado en música, pero que debía continuar sus estudios. Lo hizo y en 2009 logró una beca de 80% en Indiana University, en Bloomington. Además fue invitada dos años consecutivos como compositora en residencia en el programa ¡Cantaré! de VocalEssence en Minnesota, el cual tiene la intención de vincular a compositores mexicanos especializados en música coral con jóvenes músicos de origen latinoamericano que residen en Estados Unidos.

A la distancia, Syrse celebra que hoy exista un mayor reconocimiento y difusión de compositoras como Hilda Paredes, Georgina Derbez, Gina Enríquez, Lucía Álvarez, Marcela Rodríguez, Leticia Armijo; y entre las más jóvenes Cristina García, Liliana Zamora y muchas otras.

“Ya somos muchas más mujeres, en estos últimos cinco años hemos sido más contundentes al advertir el gran trabajo de las mujeres en todas las áreas. En la composición se está dando una integración no sólo de mujeres; en Europa, por ejemplo, también se está dando la integración y reconocimiento de compositores latinoamericanos”.

La formación de Syrse ha sido muy amplia, en 2011 se graduó de la maestría como intérprete y compositora en la Herp Albert School of Music en el California, Institute of the Arts (CALARTS) y en 2012 realizó una residencia en el Banff Centre en Canadá, apoyada por el Fondo Nacional de la Cultura y las Artes (Fonca); entre muchos otros estudios. Y, sobre todo, ha conseguido una personalidad musical.

Su obra se caracteriza por tener una influencia de jazz, rock, fusión, música tradicional del mundo y avant-garde, así como la utilización de instrumentos no occidentales, elementos escénicos y electrónica.

Su enfoque está en la composición musical combinada con artes escénicas como los son el nuevo teatro musical, la nueva ópera, la composición de concierto escénico y las obras con un proceso de creación colectiva interdisciplinaria.

Ha participado como compositora y cantante con los Angeles Philharmonic Orchestra, la Staatsoper Hamburg, VocalEssence, la Babylon Orchestra Berlin, Kinderkinder, Túumben Paax y en festivales internacionales en Estados Unidos, México, Alemania, Holanda y Latvia.

Florecimiento musical

 “Formo parte de una generación que está muy bien preparada, que tiene muchos estudios, que está observando su realidad y está buscando cómo reflejar los temas que le importan sobre un escenario. Hay una gran mezcla de identidades que está en diálogo gracias a la tecnología, tenemos una gran necesidad de hablar, de decir, y tenemos tantas estéticas para hacernos escuchar, es muy rico lo que está pasando en la música. Es muy refrescante escuchar otros tipos de música, ojalá en el país se abrieran los espacios para esta nueva música, para que todas estas estéticas, florezcan”, expresa.

Darle vida a su trabajo, dice, ha significado una larga carrera de resistencia. “En el mundo de la ópera hemos estado discutiendo acerca de que las cosas de ópera se están convirtiendo en museos, se han cerrado a que la tradición siga su camino, no se han abierto a todo lo que la ópera puede ofrecer. A mí me interesa el futuro de la ópera, sobre todo en México, donde hay tantos cantantes, es un orgullo ver a tantos colegas luchando y abriendo las puertas para nuevos repertorios”.

Y agrega: “La ópera tiene una tradición muy poderosa, por eso existe una gran desconfianza, no creen que haya alguien tan bueno como Verdi o Puccini, la gente no confía en los artistas de su tiempo. Y hay tanto dinero invertido. En Alemania hay un estreno al mes, en México quieren tener uno al año, es fantástico”.

Syrse recuerda que un día, mientras estudiaba, tuvo la oportunidad de tocar y cantar con un grupo en un crucero, en un momento pensó en dejar su carrera, pero su familia la motivó a seguir y desde entonces no ha parado. “Estudio y trabajo al mismo tiempo, consigo becas, hago proyectos, y este aval que puedo tener ahora con los reconocimientos es el resultado de una lucha constante y de una gran colección de fracasos. En Europa y en México es muy difícil, pero si ya llegué a un punto no puedo dar marcha atrás, ahora la meta es que lo que hago se conozca más. Toco una puerta, si no se abre, toco otra y otra y otra. Somos muchos en esto, no estamos solos, no vamos a hundirnos, no lo haré”.

En Europa, dice, hay festivales dedicados a sus grandes compositores, Verdi o Beethoven, son tesoro de sus países. En México, con dificultad, podrían nombrar a un par de autores como Silvestre Revueltas. “Un mundo ideal es que en México exista el año de Revueltas, de Chávez, que los mexicanos los reconozcan como patrimonio; que se interesen por sus jóvenes, por sus mujeres, por sus artistas que están hablando de sus realidades, que nos sepan suyos, que si leen sobre una arquitecta mexicana se sientan orgullosos”.

Syrse alerta sobre la necesidad de seguir y aumentar los estímulos a creadores, como las becas Fonca, con las que pudo crear y estudiar. “Un encuentro de jóvenes creadores te permite estar en contacto con muchos otros artistas; que haya más talleres para que los estudiantes de la UNAM se encuentren; que la iniciativa privada apueste por proyectos, que la prensa lo difunda. Podríamos hacer tantas cosas juntos”.