Cuento original de La Sirenita es una metáfora del amor imposible entre el autor y su mejor amigo

Sin canciones alegres ni final feliz, la historia real de La Sirenita escrita por Hans Christian Andersen en 1836 “es una carta de amor imposible”, dice Benjamin Lacombe, ilustrador de la edición de Edelvives del cuento original.

Fotos: Especial

Redacción / La Voz de Michoacán

“Pero una Sirena no tiene lágrimas y, por eso, es mayor su sufrimiento”. La desgarradora y contundente frase pertenece a “La Sirenita” (1836), pero no a la célebre versión de Disney, sino a la historia original en el que esta y todas las demás adaptaciones se basan: el cuento de Hans Christian Andersen (1805-1875).

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No es aleatorio que la compañía estadounidense haya escogido esta cita para dar comienzo a su “live action” este 2023, que volvía a contar, esta vez con actores de carne y hueso, la misma trama con la que encandilaron a tantos en la versión animada de 1989.

Porque la trágica circunstancia de no poder llorar para expresar el dolor es una de las características más dramáticas de la protagonista en el cuento de Andersen. Pero no la única: “La Sirenita” está llena de cualidades y, lo más irónico es que muchas de ellas, no son sino metáforas de la vida y sentimientos del autor.

Así es: Hans Christian Andersen no solo escribió “La Sirenita”. Hans Christian Andersen ERA La Sirenita. Y su historia de amor imposible, la base de una trama que, siglos después, sigue haciendo correr ríos de tinta.

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UNA HISTORIA MÁS OSCURA

No se llamaba Ariel ni era pelirroja. “La Sirenita” original no tenía nombre. Andersen se refería a ella así, la sirenita. Tampoco tenían nombre el príncipe, aunque Disney le bautizase como Eric, ni la bruja del mar a la que gracias a la película conocimos como Úrsula, ni el padre de la protagonista al que inevitablemente ya asociamos a Tritón.

Tampoco existían el inolvidable cangrejo Sebastian, el adorable pez Flounder, ni el encantador perro Max, ni la gran mayoría de personajes secundarios. Además, la sirenita tenía cinco hermanas en vez de seis, y una abuela que aparece en el cuento con un papel relevante, pero no en la película de Disney.

La trama con la que inicia la historia es similar: la protagonista está fascinada por el mundo de los humanos, y se siente fuera de lugar entre los suyos. Como un pez fuera del agua, valga la ironía.

En una de sus visitas a la superficie, la joven sirena termina prendada de un príncipe humano al que salva la vida en medio de una tormenta. Para poder volver a verle, hace un pacto con la bruja del mar: su voz de sirena, capaz de hechizar con su canto, a cambio de dos piernas humanas.

Aunque en esta versión, mucho más oscura, para deshacerse de su voz, la bruja le corta la lengua a la sirenita. Además, las piernas que le ha dado son un don y una maldición a la vez: será la mejor bailarina de entre todas, pero sentirá un inmenso dolor a cada paso que dé y sus pies sangrarán.

Foto: EFE

Las sirenas, en la versión de Andersen, no tienen un alma inmortal: mueren a los 300 años. Los humanos, sin embargo, van a la otra vida. La sirenita solo puede conseguir un alma humana si el príncipe la ama incondicionalmente. Sin embargo, si en lugar de eso se casa con otra, ella morirá al amanecer siguiente convirtiéndose en espuma de mar.

Ya en la superficie, la sirenita logra el favor del príncipe gracias a su baile, pero no puede confesarle que es ella quien le salvó la vida. Por tanto, él cree que quien le rescató fue la sacerdotisa de un templo, que no tiene permitido casarse con él. Pero en verdad, esta muchacha fue simplemente la que le encontró una vez la sirenita le encontró en la orilla.


FINAL MUCHO MÁS TRÁGICO

Al final, esta humana resulta ser la princesa de un reino lejano con la que los padres del príncipe quieren que se case. Por lo tanto, el destino de la sirenita está fatídicamente sellado.

Sin embargo, sus hermanas aparecen en la noche de bodas ofreciéndole una solución: le han entregado sus largas cabelleras a la bruja del mar a cambio de un puñal con el que, si la sirenita mata al príncipe y después moja sus piernas en la sangre, recuperará su cola y podrá vivir.

No obstante, ella es incapaz de cometer ese crimen, por lo que besándole una última vez, se arroja por la borda del barco en el que viajaban y muere convirtiéndose en espuma de mar. Aunque, por sus buenos actos, los espíritus del aire la acogen entre ellos. Fin.

Bajo la pluma de Andersen, la anterior historia está dotada de una belleza y sensibilidad inusitadas, considerado por muchos “el cuento clásico más bonito que jamás se haya escrito”, a pesar de su dramatismo y de su trágico final, sorprendente en una historia aparentemente dedicada al público infantil.

Pero tanto sentimiento hecho relato debía esconder, sin duda, mucho más que un cuento para niños con una redacción exquisita. Durante años, se creyó que la sirenita sería la personificación de una mujer a la que Andersen habría amado. Sin embargo, estudios y lecturas posteriores han concluido en otra tesis.

“‘La Sirenita’ es una carta de amor de Andersen. Una carta a su amor imposible, Edvard Collin”, dice a RTVE el ilustrador francés Benjamin Lacombe, quien está a cargo de una de las más bellas ediciones que se han hecho del cuento original, y que en países hispanohablantes ha sido publicado por Edelvives.

Los dibujos de Lacombe, convierten a la sirenita en una andrógina pero bella criatura cuyos rasgos recuerdan a los de Hans Christian Andersen. Porque el ilustrador lo tiene claro: “Andersen es la sirenita”.

AMOR PROHIBIDO E IDENTIDAD DISIDENTE

Benjamin se basa en las cartas, traducidas e incluidas en esta edición que Andersen le mandaba a Edvar Collin. Este era amigo suyo e hijo del mecenas que ayudó al escritor, de origen mucho más humilde, desde su niñez: “me hubiera gustado ser una mujer para que me amaras”, dice una de las misivas.

Lacombe explica que “hay más de 300 cartas de Andersen dirigidas a Edvard”, pero “el problema es que Edvard no estaba enamorado. Y es algo que afectó a Andersen profundamente”.

Y es que Andersen escribió “La Sirenita” en un momento clave de su vida: justo después de enterarse de que Collin, quien en el cuento sería el príncipe humano, se había comprometido con una mujer. Por eso, la importancia de la boda en el cuento original, y de ahí el trágico final.

De hecho, en una carta dirigida también a Collin, Andersen expresó: “Tenga presente que, con la persona a la que en verdad aprecio, mido sus palabras, sobre todo las que están tachadas, pues suelen ser las que van del corazón a la pluma”.

Y, curiosamente, “La Sirenita” tiene un final, dos veces tachado por el autor, en el que la joven asegura que dentro de 300 años de buenas acciones como hija del aire, logrará reencontrarse con el príncipe en otra vida. Andersen, curiosamente, le dijo a Collin en una carta que, si hubiera otra vida, ahí podrían amarse mutuamente.

Según Lacombe, “estamos en 1836, cuando todavía ni existía el término homosexual”. Pero, indudablemente, “Andersen verbaliza de una forma muy hermosa, que se puede tener una identidad en el alma y otra en el cuerpo”.

Todo esto resulta más curioso todavía si se tiene en cuenta que, para muchos jóvenes trans o con identidades de género fluidas, “La Sirenita” es una de las películas de Disney con la que más se han identificado y a la que atribuyen un subtexto trans y queer.

Pero Andersen creía que tanto su feminidad como sus sentimientos hacia Collin tenían que “permanecer en secreto”. Quizá, si en vez de en el siglo XIX, hubiera vivido en estos tiempos, “La Sirenita” habría sido un cuento muy distinto.

Ilustración del francés Benjamin Lacombe, autor de la edición de Edelvives del cuento original.Foto cedida por Edelvives


MÁS ALLÁ DE ANDERSEN Y DISNEY

Pero el cuento original de “La Sirenita” de Hans Christian Andersen no solo ha sido adaptado por Disney al cine. Existen múltiples obras derivadas que recrean la historia original, con mayor o menor fidelidad.

Una de ellas es “Andersen Dowa: Ningyo Hime” (1975), en español “La Princesa Sirena”, una película de anime japonés donde la sirenita se llama Marina y que mantiene un trágico final similar al del cuento. De hecho, algunos internautas creen que Disney tomó ideas de esta adaptación.

Hay otras versiones de distintos países: “Rusalochka” (1968, corto de animación ruso), “Malá mořská víla” (1976, película checa), “Die kleine Meerjungfrau” (2013, película televisiva alemana), son algunas de ellas.

En la música, el cuento de Andersen también ha sido recreado varias veces. Por ejemplo, los famosos youtubers Pasku y Rodri, de “Destripando la Historia”, hicieron una canción en clave de humor (https://www.youtube.com/watch?v=ucDGMr2Z3Lo).


La cantante Hada Bicho, también adaptó el cuento a canción pero de forma más oscura y dramática (https://youtu.be/HLLa_XyaWtw).


Y la artista Miree se basó en la canción de Disney “Parte de Él” adaptada en clave menor para convertirla en una criatura más fiel a las leyendas y mitos (https://youtu.be/yF4G8X7OzLM).


Además, el grupo Héroes del Silencio tiene una canción, “Sirena Varada”, basada en la obra homónima de Alejandro Casona, pero con una lectura que recuerda a la crisis de identidad con el mundo que tiene la protagonista del cuento (https://youtu.be/IyCw0DabDsk).


Hay también obras literarias basadas en el cuento de Andersen, como el fascículo 525 del cómic “Classics Illustrated Junior” (década de 1950), “My Love, My Love: Or The Peasant Girl” (1985), una novela de Rosa Guy; “The Little Android” (2014) de Marissa Meyer, donde en vez de sirena mitológica es un androide; o la secuela en tiempos actuales “The Mer Chronicles” de Tobie Easton (2016-2019).

En definitiva, casi dos siglos después de su publicación, “La Sirenita” sigue siendo, valga la redundancia, un cuento con mucho más que contar.