Maestro michoacano Francisco Bautista Ramírez recibe homenaje en Bellas Artes

El homenaje contará con la participación de músicos y grupos destacados de nuestro país, quienes interpretarán algunas de las piezas más representativas del repertorio purépecha

Redacción / La Voz de Michoacán

Morelia, Michoacán. Este 19 de noviembre se llevó a cabo un homenaje en honor al músico, promotor y formador michoacano Francisco Bautista Ramírez en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México. El evento fue organizado con los apoyos del Ing. Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y algunas instancias públicas estatales, a través de la gestión del Lic. Humberto Urquiza Marín, Francisco Bautista Rangel y Omar Becerra Moreno, en coordinación con el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura.

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El homenaje contó con la participación de músicos y grupos destacados de nuestro país, quienes interpretaron algunas de las piezas más representativas del repertorio p’urhépecha.

Francisco Bautista Ramírez nació en Paracho, Michoacán, el 2 de agosto de 1937. Hijo del violinista Juan Bautista Silva y la artesana en textiles Julia Ramírez Ríos. Recibió las primeras lecciones musicales en su comunidad de origen con Emilio Valerio y, posteriormente, en la ciudad de Zamora, Michoacán. En 1957 se mudó a Morelia para ingresar a la Escuela Popular de Bellas Artes de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo; ahí fue alumno del violinista Antonio López Ramos, del pianista Alfonso Vega Núñez y del concertista mexicano Lauro Uranga. Sus avances técnicos en el violín le permitieron incorporarse a la Orquesta de Cámara del Gobierno del Estado de Michoacán bajo la dirección del compositor Bonifacio Rojas Ramírez.

En 1961 viajó a la Ciudad de México para perfeccionar sus estudios en el Conservatorio Nacional de Música, donde recibió lecciones de violín con Vladimir Vulfman, quien lo formó en distintos repertorios y, tras una audición de rigor, se unió a la Orquesta Sinfónica del Conservatorio. En 1962 fue aceptado en los conjuntos musicales del Ballet Folklórico de México. En este contexto, su directora, Amalia Hernández, designó a Francisco como asesor en el montaje del cuadro “Los Tarascos”, que incluyó adaptaciones de sones y pirekuas escuchados, finalmente, en numerosas presentaciones en el Palacio de Bellas Artes y en giras por los Estados Unidos. El joven músico parachense permaneció en esta compañía hasta 1966.

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La disciplina y creciente experiencia de Bautista Ramírez, durante su estancia en el Ballet Folklórico de México, le permitieron afianzar su vocación como músico tradicional e involucrarse en el trabajo de investigación que realizaba Amalia Hernández con antropólogos, etnólogos, historiadores, artistas plásticos y diversos músicos a fin de lograr meritorios retablos dancísticos. Luego de cuatro años en dicha compañía, el músico michoacano regresó a tu entidad de origen y obtuvo un lugar como violinista en la Orquesta Sinfónica de Michoacán.

Para 1971, durante un evento organizado por la Secretaría de Turismo de Michoacán en el Palacio Clavijero de Morelia, Francisco Bautista Ramírez debutó como director-fundador del Conjunto Erandi de Paracho. El éxito de este concierto le valió una invitación para presentarse, con la misma agrupación, en Corpus Christi, Texas, Estados Unidos. A su regreso a México, Bautista Ramírez aceptó la invitación para presentarse con el Conjunto Erandi en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, ello como parte de las Taifas Folklóricas organizadas por el Instituto Nacional de Bellas Artes, que reunía a distintos representantes de expresiones artísticas regionales.

El periodo comprendido entre 1972 y 1974 fue decisivo para Bautista Ramírez en la consolidación del Conjunto Erandi, ya que la agrupación viajó a Chicago, Illinois, Estados Unidos, donde se presentó en el Museo de Ciencias e Industrias dentro del Programa “Artes de México”.

De vuelta en nuestro país, Francisco y el Conjunto Erandi fueron convocados por el Gobierno Federal para distinguirlos como embajadores culturales en una gira por la República Popular de China. A su retorno, Bautista Ramírez fue invitado por el Instituto Tecnológico de Morelia para formar una agrupación musical que promoviera, entre la comunidad estudiantil, los valores identitarios de la música tradicional. La puesta en marcha de este nuevo proyecto le otorgó la representatividad de dicha institución en distintos eventos. Simultáneamente, con el Conjunto Erandi ofreció numerosos conciertos en foros y escenarios de la República Mexicana.

En 1975 el Gobierno Federal nuevamente comisionó a Francisco para preparar un programa con el Conjunto Erandi y cumplir una gira de presentaciones en Francia, Italia, Polonia, Alemania, Rumania, Suecia, Dinamarca, así como la entonces Yugoslavia y Checoslovaquia. En ese mismo año, el Instituto Smithsoniano auspició otra serie de conciertos en su sede, Washington D.C., así como en Indianápolis y otros Estados del vecino país del norte, previo a la conmemoración del bicentenario de la independencia de los Estados Unidos de Norteamérica.

De 1976 a 1989 Francisco dirigió el Conjunto Erandi, gozando del gusto de diversos públicos. Sus conciertos en España, como parte de la delegación de “Los Maestros del Folklore Michoacano”, reforzaron el prestigio de la agrupación, lo que le permitió regresar al Palacio de Bellas Artes y a distintos foros de Texas, California y Nuevo México, Estados Unidos, como invitado especial en el espectáculo “Fiesta Michoacana”.

En 1990 Bautista Ramírez continuó su trabajo de rescate y difusión de la música p’urhépecha con la creación del Grupo P’urhembe. En esta etapa, su tarea como músico y director artístico le permitieron compartir la herencia cultural a su esposa e hijos, dando como resultado un ensamble familiar en la interpretación de la música indígena, llevándola no solo a escenarios dentro y fuera de México, sino, principalmente, a las propias comunidades p’urhépecha, como un homenaje permanente a distintos compositores indígenas, promoviendo de esta forma, un patrimonio vivo procedente de vínculos de arraigo y cohesión comunitaria.

Es así como la trayectoria de Francisco Bautista Ramírez persiste como intérprete, formador y difusor de la tradición musical indígena en un amplio arco generacional, razón por la cual ha sido merecedor al Premio Estatal de las Artes Eréndira 2006; máxima distinción que otorga el Gobierno de Michoacán. En 2015 recibió la “Presea José Tocavén al Mérito Musical” que otorga el periódico La Voz de Michoacán. Fue nombrado Michoacano Destacado con el Premio Génesis al mérito artístico por la Fundación Superación Cultural, Académica y Moral de Michoacán. En 2019, fue distinguido como músico emérito con la “Presea Tatá K’eri” en el “Concurso Artístico de la Raza P'urhépecha de Zacán”, Michoacán y, recientemente, recibió la categoría de “Leyenda viva” por el Gobierno de Michoacán como integrante-fundador del evento K’uínchekua. La Fiesta de Michoacán.