Saturnino Herrán, el gran pintor olvidado del modernismo mexicano y el indigenismo

En 1918 Saturnino Herrán trabajaba en dos importantes obras que sería sometidas a concurso: retrato de Simón Bolívar y Nuestros dioses. Sin embargo, un fuerte dolor gástrico hizo que se realizara una cirugía el 02 de octubre.

Foto: twitter

Agencias / La Voz de michoacán

México. Saturnino Herrán creía que el arte sería el motor de transformación social de México y no la violencia derivada del movimiento revolucionario. Debido a ello, estaba convencido de que su quehacer en el mundo era pintar tanto como le fuera posible. Irónicamente, murió a la temprana edad de 31 años, reclamando a la vida el deseo de seguir plasmando sus ideas con pintura.

Saturnino Efrén de Jesús Herrán Guinchard nació en la ciudad de Aguascalientes, el 09 de julio de 1887. Fue hijo de José Herrán y Bolado, tesorero de la ciudad de Aguascalientes y catedrático de Tenaduría de libros en el Instituto de Ciencias de Aguascalientes. La madre de Saturnino, Josefa Guinchard Medina, pertenecía a una familia de hacendados de origen francés que había alcanzados importantes puestos a nivel estatal.

PUBLICIDAD
Saturnino Herrán
Saturnino Herrán Autorretrato

Saturnino realizó sus primeros estudios en el Colegio de San Francisco Javier. En la preparatoria se relaciona con futuros intelectuales como Ramon López Velarde, Enrique Fernández Ledesma y Pedro de Alba.

En 1902, don José Herrán fue electo diputado suplente en el Congreso de la Unión, razón por la que se trasladó junto a su familia a la Ciudad de México. Un año más tarde José Herrán falleció.

Saturnino Herrán
Saturnino Herrán

Saturnino Herrán, padre del modernismo mexicano

Saturnino se inscribió a la Academia de San Carlos en 1904, bajo la tutela de Antonio Fabrés. Cabe destacar que Herrán no tuvo que cursar las clases elementales de dibujo, sino que pasó directamente al área profesional.

PUBLICIDAD

Inicialmente Fabrés tuvo una importante influencia sobre el trabajo de Herrán. Sin embargo, con Germán Gedovius comenzó adquirió el carácter realista de su obra. Ya en su pintura Jardines de Castañeda, Herrán comenzó a mostrar su personalidad modernista, la cual incluía elementos cotidianos como la presencia de trabajadores humildes. Otros artistas que influyeron en su obra fueron Ignacio Zuloaga en la técnica y temática, Ángel Zarraga y Julio Ruelas en la expresión. En 1907 copió los frescos de Teotihuacán para el antropólogo Manuel Gamio, lo cual terminaría por definir su afiliación indigenista.

<span class="media-credit">Saturnino Herrán</span> <em>La ofrenda</em> (1911)
Saturnino Herrán La ofrenda (1911)

En 1908, Saturnino Herrán se consolida como artista con su obra Labor. dos años más tarde comienza a pintar dos tableros para Escuela de Artes y Oficios, donde recupera el trabajo de Frank Brangwyn. Inicialmente sus obras buscaba ilustrar personajes concretos, no simbólicos, y la atmósfera era vaga.

Últimos años

En el periodo de 1912 a 1914, Herrán terminará por dar nacimiento al movimiento del modernismo mexicano en la disciplina pictórica. Su primera pintura de esta etapa es el Vendedor de plátanos, donde tendrá una gran importancia el contexto arquitectónico de las imágenes, así como la decrepitud física de los personajes. Asimismo, algunas de sus obras cobran matices sutilmente religiosos y una fuerte influencia del ’kakemoto’’ japonés.

<span class="media-credit">Saturnino Herrán</span> <em>Nuestros dioses</em>
Saturnino Herrán Nuestros dioses

Para 1914 contrae matrimonio con Rosario Arellano, quien fungiría como modelo de su pintura Tehuana. Del matrimonio nació un sólo hijo. Debido al complejo contexto social, Herrán aplazó una exposición individual durante bastante tiempo.

Saturnino Herrán
Saturnino Herrán Tehuana

A partir de 1915, época en que México se sumergió en la conmoción política y social, Saturino Herrán sobrevivió haciendo ilustraciones para los medios impresos, así como dando clases para la Escuela Nacional de Bellas Artes. También trabajaba en su taller particular en la calle de Mesones, donde su obra se volvió mucho más luminosa y simbólica, combinando el nacionalismo con el pasado colonial del país. Con ello, buscó recuperar las dos raíces principales de la cultura mexicana: la novohispana y la indígena.

En 1918 Saturnino Herrán trabajaba en dos importantes obras que sería sometidas a concurso: retrato de Simón Bolívar y Nuestros dioses. Sin embargo, un fuerte dolor gástrico hizo que se realizara una cirugía el 02 de octubre. Tras la intervención, su salud empeoró y solicitó a su esposa papel y lápiz para continuar dibujando hasta su muerte. Pensado en la necesidad que México tenía del arte, rogó al médico: “Doctor, no me deje morir porque México necesita de mi pintura”. Murió el 08 de octubre de ese mismo año.

<span class="media-credit">"Cristo y la Coatlicue" de Saturnino Herrán</span>
"Cristo y la Coatlicue" de Saturnino Herrán