Verónica Valerio, arpista mexicana, debuta en Canadá

La Voz de Michoacán. Las últimas noticias, hoy.

ARPALa arpista y compositora mexicana Verónica Valerio debutó este fin de semana en el principal centro para las artes internacionales en Toronto, el Harbourfront Centre.

Con 40 composiciones, tres discos grabados, estudios en Veracruz, Nueva Orleáns y Nueva York, Valerio vino a Toronto como parte del festival de Día de Muertos que realiza anualmente durante dos días ese centro cultural. La artista interpretó temas de sus tres discos y también canciones tradicionales mexicanas.

PUBLICIDAD

En entrevista al final de su concierto, dijo que le compone al amor, al desamor y que en su nuevo disco, titulado “Canciones de puertos”, habla de las sensaciones de alguien que mira a gente llegar e irse.

“La condición del costeño es recibir y despedir gente, es el que está dispuesto a amar y a dejar partir”, agregó la artista, quien presentará su disco este martes en la capital mexicana.

Sus interpretaciones han sido consideradas dentro de la música mexicana contemporánea, sin embargo, Valerio rechaza el término “fusión” porque “es como un plato donde avientas de todo”.

PUBLICIDAD

“El no saber a qué género pertenece tu música no quiere decir que uno no sepa lo que está haciendo. Tengo la necesidad del paisaje en mi letra, pero a la hora de la música mi sentimiento va por otro lado, no me puedo quedar en los acordes sencillitos”.

Consideró que está siendo “coherente con mi momento y mis influencias, con vivir lo que me toca, no soy una chava que llegó ayer de la milpa, mis historias son otras, vivo en la urbe”.

A pesar de venir de una familia de músicos veracruzanos, Verónica Valerio explicó que su gusto por el son jarocho vino de un grupo de jóvenes fandangueros con los que convivió a los 14 años.

Con orgullo dice: “No me quedé ahí, a los 20 años tocaba son montuno, después me fui a Nuevo Orleáns a estudiar góspel y blues, y después viví en Nueva York”.

Fue en los escenarios neoyorkinos donde cantaba que le surgió la necesidad de acompañarse musicalmente.

“No tenía quién me acompañara y decidí hacerlo con el arpa. En el 2006 me encerré con mi arpa a practicar rancheras y cuando tuve un repertorio suficiente para tocar una hora, busqué dónde tocar hasta que las rancheras ya no fueron suficientes”, precisó.