“Los olvidados”, odiada en México pero ganadora en Cannes, se transmite hoy, y gratis; te decimos dónde

La Filmoteca UNAM posee el único negativo original de la cinta de Buñuel en 35mm, en soporte de nitrato de celulosa, y ha sido restaurado

Jorge Ávila / La Voz de Michoacán

Morelia, Michoacán. Para festejar los 60 años de vida de la Filmoteca de la UNAM, este jueves se transmite, de forma gratuita, la cinta que en 1950 causó polémica y que le valió a su director, Luis Buñuel, el repudio de un amplio sector de la crítica, los intelectuales y clase política mexicanos: “Los olvidados”.

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En esta ocasión se transmite una versión restaurada de la cinta en la página oficial de la Filmoteca de la UNAM, así lo dio a conocer el organismo de la máxima casa de estudios del país a través de su cuenta de Twitter: “La Filmoteca UNAM cumple 60 años y los festeja regalándonos por un día la película restaurada de ‘Los olvidados’, de Luis Buñuel”.

Cabe señalar que en la Filmoteca UNAM se resguarda el único negativo original sobreviviente de la cinta, en formato 35mm, en soporte de nitrato de celulosa.

La Filmoteca, memoria cinematográfica

La Filmoteca de la UNAM es el archivo más grande de Latinoamérica, pero también tiene reconocimiento internacional por su ardua labor en materia de conservación, preservación y difusión del patrimonio fílmico.

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Durante sus 60 años de vida, la Filmoteca ha reunido una vasta colección de gráficos que ha rescatado y preservado del deterioro del tiempo en su Centro de Documentación.

El patito feo de la cinematografía nacional

“Los olvidados” causó polémica desde su filmación, pues retrata la vida de los barrios bravos de la Ciudad de México de 1950, algo muy lejano de los estereotipos que en la Época de Oro del Cine Mexicano ya se habían instaurado, por lo que, luego de su estreno, sólo estuvo tres días en la cartelera, ya que la prensa y la clase alta de la capital mexicana emprendieron un linchamiento mediático contra el director español.

Y es que en el año de 1950, con el cine mexicano en su máximo esplendor, Luis Buñuel, quien ya gozaba de las mieles del éxito y estaba enamorado de nuestro país, se puso a grabar en Nonoalco, al norte de la Ciudad de México, con la visión de retratar a los niños de la calle de las grandes ciudades, aquellos a los que nadie ve sino hasta que cometen una fechoría, de los que nadie habla si no es para quejarse de ellos o usarlos como bandera política, pero que viven sus vidas entre la marginación, la violencia, los excesos a los que logran tener acceso, la ley de la selva de concreto: los olvidados del sistema, de la sociedad, de las élites, tanto ahora como hace 70 años.

El nombre original de la película era “La manzana podrida”, y entre su elenco no había ningún nombre de gran cartel, como otras películas de la época. Estaban Stella Inda, Miguel Inclán y Alfonso Mejía, y un grupo de niños y adolescentes liderado por Roberto Cobo, con experiencia como extra en varias cintas, quien al principio iba a adicionar para una película de Tin Tan, pero se enteró de que Buñuel estaba buscando actores para su película y fue que se quedó con el papel de El Jaibo.

Pero desde el principio la película estuvo rodeada de problemas, ya que el productor Oscar Dancingers puso como condición que la cinta no atentara contra la moral y las buenas costumbres; por su parte, el líder del Sindicato de Actores, Jorge Negrete, intentó boicotear la grabación buscando que personal de staff abandonara las filmaciones. Pero además, el coescritor de la cinta junto a Luis Buñuel, Pedro Urdimalas, solicitó que su nombre no apareciera en los créditos.

Como dato anecdótico: la primera vez que se proyectó en una función privada, las esposas de Diego Rivera, Lupe Martí, y de León  Felipe, Berta Gamboa, increparon al director llamándolo “miserable”, pues le reclamaron que no estaba mostrando lo que en realidad era México, al menos no el que ellas conocían. En contraste, el muralista David Alfaro Siqueiros alabó el trabajo señalando que Buñuel era un genio.

Cuando el director concibió la idea de  lo que finalmente sería “Los olvidados”, explotó al máximo todas las posibilidades: durante dos años recorrió las calles de la Ciudad de México para ver la realidad de violencia y marginación que vivían los jóvenes de la periferia, y ya con el guion y todos los requerimientos técnicos, emprendió la grabación, que se tomó sólo 21 días, del 6 de febrero al 9 de marzo de 1950, y aunque el filme fue de los más galardonados a nivel internacional, el cineasta apenas recibió 2 mil dólares por ella, sin participar en las ganancias.

Luis Buñuel, director.

En alguna entrevista, al ser cuestionado sobre el recibimiento que “Los olvidados” tuvo en México, señaló: “La libertad total no existe, yo jamás he sido libre, yo soy libre cuando cierro mis ojos y estoy conmigo mismo sin que sepa que ya estoy viejo. El sistema de inconformidad es esa tendencia a romperse la cabeza por recuperar la propia libertad, lo que es imposible, es por tanto una inconformidad permanente de la realidad exterior”.

La encarnizada reacción

Como ya es sabido, la trama de la cinta es dura, a diferencia, por ejemplo, de “Nosotros los pobres”, de Ismael Rodríguez, y otras cintas de corte urbano de la época, en las que se romantiza la pobreza, con la idea de ser “pobres pero honrados”, ser felices a pesar de las limitaciones económicas. A diferencia de esas películas, en las que se ve con consideración a los pobres, destacando que, como diría Facundo Cabral, hasta en el pantano puede crecer una flor, la visión de Buñuel es descarnada, cruda para la época, en la que el cineasta usó la “fábrica mexicana de sueños” para maquilar la pesadilla del día a día en muchas partes del país.

La historia lleva al espectador por los barrios más pobres de la Ciudad de México, esos arrabales donde los niños de las calles se vuelven una plaga. El Jaibo es un adolescente que se fuga de una correccional para reunirse con Pedro, en cuya presencia mata a Julián, el chico que al parecer lo había delatado, y en otra escena intenta asaltar al ciego, interpretado de manera soberbia por Miguel Inclán, y termina golpeándolo y vejándolo. Pero el destino del Jaibo y Pedro está sellado: morirán, como una especie de moraleja implícita apelando a la sabiduría popular que dice que el que a hierro mata, a hierro muere.

Así, “Los olvidados” resultó subversiva frente al cine de la época, en que se registra a los pobres como buenas personas que a pesar de la austeridad consiguen ser felices, o a los ricos viviendo la intensa vida de los cabarets y centros nocturnos que hacían de la Ciudad de México la urbe más cosmopolita de América Latina, o bien a la gente del campo, que entre pendencias, serenatas e inocentes romances canta a la vida allá en el rancho alegre. Aunado a ello, en la esfera política mexicana, bajo la presidencia de Miguel Alemán, había un ímpetu industrializador para modernizar al país y que éste dejara de ser meramente rural para figurar como una potencia en el concierto de las naciones. Todo ello abonó para que la cinta tuviera tal recibimiento.

Entre las respuestas a “Los olvidados”, medios de la época consignan cómo muchas salas de cine terminaron destrozadas por una audiencia furibunda que, aunque sabía que esa era una realidad, no querían que se las mostraran, y menos en el cine, por eso sólo duró 3 días en cartelera y al final la película terminó enlatada.

Entre los detractores de la cinta estaba la Liga de la Decencia, que movió influencias para que Buñuel fuera expulsado de México. No lo consiguieron, pero al final, el cineasta sí se fue del país.

A pesar de todo ello, Luis Buñuel estrenó la cinta en Europa y la crítica mexicana tuvo que tragar saliva para aceptar su gran equivocación cuando el gran jurado del Festival de Cannes le dio el premio como Mejor Director, en 1951.

Así, el filme de Luis Buñuel, por el que el director no recibió porcentaje alguno de las ganancias, fue declarado Memoria del Mundo por la UNESCO en 2003.

Aquí lo puedes ver ahora:

https://www.filmoteca.unam.mx/