El festival "Son de Negro" reivindica tradiciones afro en el norte de Colombia

Es un ritual parecido al de los guerreros que se preparan para la batalla en este pueblo del departamento del Atlántico, situado a 95 kilómetros de Barranquilla

Foto: EFE

EFE / La Voz de Michoacán

Santa Lucía (Colombia. Bajo la sombra de frondosas ceibas a orillas del canal del Dique, un brazo del río Magdalena, jóvenes del pueblo colombiano de Santa Lucía pintan sus cuerpos unos a otros con una mezcla de polvo mineral y aceite de cocina para participar en los bailes del festival "Son de Negro".

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Es un ritual parecido al de los guerreros que se preparan para la batalla en este pueblo del departamento del Atlántico, situado a 95 kilómetros de Barranquilla y donde esta manifestación folclórica mezcla teatro, baile y poesía como una expresión de resistencia y reivindicación de derechos.

Son de negro es una danza que tiene su origen en la época de la Colonia en Cartagena de Indias, ciudad en donde desemboca el Canal del Dique, y que se extendió a lo largo de todas las poblaciones ubicadas a la orilla del cuerpo de agua artificial construido con mano de obra esclavizada e inaugurado en 1650.

SIGNIFICADO CULTURAL

El investigador cultural y promotor del festival "Son de Negro" Alex Jordan manifiesta a EFE que "las morisquetas que hacen los bailarines son una burla de los negros esclavizados hacia los españoles".

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El experto anota que en un principio "los grupos eran solamente hombres, pero con los años han incorporado a mujeres que participan en los coros".
"Guillermina fue una esclava a la que el amo español violaba. Su esposo decide disfrazarse de ella y cuando el abusador llegó tuvo como respuesta la venganza por la defensa del honor de su mujer", dijo Jordan para explicar las razones por las cuales en el grupo de bailarines hay un hombre maquillado y con vestido de mujer.

Con pantalón a media pierna como los que usan los campesinos a las orillas del río, el cuerpo semidesnudo pintado de negro y un sombrero adornado con flores o papeles de múltiples colores, los bailarines usan collares y se arman de machetes de madera para representar al mismo tiempo las batallas y el trabajo agrícola, pesquero y minero de épocas pasadas.