CRÓNICA | Batalla de Campeones, rimas y euforia que cimbraron El Relicario, en Morelia

El público moreliano se entregó a algunos de los mejores freestylers en habla hispana, que llegaron encabezados por el mejor libra por libra de las batallas, Aczino

Aczino, aclamado en Morelia. Foto, Christian Hernández.

Jorge Ávila / La Voz de Michoacán

Morelia, Michoacán. La espera terminó. Por fin este jueves, en la plaza de toros El Relicario, al poniente de Morelia, tuvo lugar el segundo evento importante de rap luego de superadas las restricciones de la pandemia: Batalla de Campeones, encabezado por el mejor exponente del freestyle en habla hispana: Aczino, acompañado de un cartel de raperos de gran valor en las ligas internaciones.

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Para quienes llegaron antes de las 17:00 horas, la entrada a la plaza de toros no fue complicada. Al detenerse sobre el acotamiento de la carretera a Quiroga, los primeros en recibir a quienes llegaban eran los revendedores, que discretamente preguntaban si ya se contaba con un boleto.

La fila para entrar, aunque de más de 200 metros, no era tortuosa: estaba llena de niños, adolescentes y jóvenes, muchos de ellos acompañados por sus papás, y en todos el común denominador era el entusiasmo, y es que cada vez más personas de entre 10 y 25 años siguen con fervor las batallas de freestyle a través de plataformas digitales, como YouTube, al grado de que memorizan los rounds como si de cualquier otra canción se tratara. Eso ha hecho que en Morelia haya ligas de esta disciplina y raperos que ya están en batallas nacionales.

El público, en su gran mayoría conformado por jóvenes. Foto, Christian Hernández.

El protocolo para el ingreso era estricto: obligatorio el uso del cubrebocas, entrando en tandas pequeñas para cuidar el aforo permitido y guiando a los asistentes a donde les tocaba, si zona General, en las gradas, o zona Oro, en el ruedo y frente al escenario. Previo a ello, una revisión corporal realizada por hombres y mujeres, según fuera el género del asistente. Junto a ellos, bolsas negras a las que iban a parar artículos prohibidos, como bebidas, botanas y cajetillas de cigarros que ya estuvieran destapadas. La razón para prohibir las cajetillas no era porque adentro estuviera prohibido fumar, sino porque, a decir de uno de los guardias, los cigarrillos podían contener otros ingredientes para potenciar los sentidos. Pero ni era necesario, ya que en el pórtico de entrada estaba un sujeto con un cartel en lo alto ofreciendo brownies por 35 pesos la pieza (guiño-guiño).

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A la derecha de la imagen, el vendedor de brownies. Foto, Christian Hernández.

El evento estaba anunciado para arrancar a las 18:00 horas, pero inició hasta una hora después. Durante el tiempo de espera, no faltaron las rechiflas y el grito homofóbico de los estadios, sobre todo por parte de quienes aguardaban en el ruedo. Durante dos horas, la persona más abucheada de la tarde fue un miembro del staff cada que subía al escenario a probar las pantallas y los micrófonos. Las rechiflas sólo paraban cuando empezaba alguna canción del gusto de los asistentes, ya fuera de Cártel de Santa, Santa Fe Klan o Alemán.

Pasadas las 19:00 horas la mitad del graderío estaba llena (la otra parte fue acordonada) y el ruedo estaba casi a tope. De repente, las luces se apagaron, las pantallas se encendieron y empezó la música. La euforia del público se dejó sentir al grado de opacar la música en el escenario.

Foto, Christian Hernández.

El primero en saltar a la tarima fue Serko Fu, una de las leyendas legendarias del rap mexicano, pues con su grupo, Caballeros del Plan G, de Gómez Palacio, Durango, ha sido de los que han moldeado al rap mexicano desde hace 20 años. Él fue el host de la noche y lo hizo bastante bien, pues desde el principio hizo conexión con el público, que sabía a quién estaba escuchando.

Uno a uno, Serko fue presentando el banquete de la noche: DJ Soniko en las tornamesas, que ha suido el DJ oficial en ligas como FMS México.

Por los freestylers de la noche, el primero en subir al escenario fue el mexiquense Potencia, seguido de Zticma, otro mexicano de gran calibre; también de México, Yoiker; de la Ciudad de México, RC; de Naucalpan, Estado de México, el maestro del boombap, Lobo Estepario; desde Venezuela y con flow extraordinario, Letra; de Perú llegó Jaze, quien con rimas y flow se ganó al público moreliano; de Chile, uno de los consentidos de las noche, Teorema; otro chileno que la rompió esta noche fue Kaiser; Skone, de España; otro de los más aplaudidos de la noche fue el español Chuty, y el motivo por el que muchos fueron: Aczino.

A su arribo al escenario, cada uno se presentó rapeando, y de ellos, uno de los que más prendieron fue Skone, pues en su improvisación introductoria se disculpó por la tardanza, ya que recién habían llegado de la Ciudad de México, pero antes de ir al Relicario se paseó por las “calles sin pavimentar de la entrada de la ciudad”; es decir, la zona del Tecnológico, donde dijo que la camioneta estaba en un vaivén. Eso le granjeó de inmediato la simpatía del público, dado que esa situación es de todos los días para quienes transitan por la salida a Salamanca.

“Miro con mis ojos los conciertos y las jams / el público, con ojos de YouTube y de Instagram”, reza la canción “No me gusta sudar si voy con ropa de vestir”, del veterano rapero español Frank T, y viene a cuento porque en cuanto Aczino subió al escenario, tanto el graderío como el ruedo se iluminaron con cientos de pantallas de celular registrando en video lo que en el escenario ocurría. Y es que, al ser público en su mayoría joven, se considera necesario tener algo que difundir en redes sociales, puesto que grabar el espectáculo para verlo más tarde no tiene sentido, ya que hubo camarógrafos profesionales filmando para luego subirlo a plataformas digitales. Aun así, quienes intentaban compartir el momento en tiempo real tuvieron que esperar, dado que al interior de la plaza de toros no había señal de internet, no se sabe si por la estructura metálica del techo y las gradas o por obra de algún inhibidor.

Quienes intentaban compartir el momento en tiempo real tuvieron que esperar, dado que al interior de la plaza de toros no había señal de internet. Foto, Christian Hernández.

Aunque al principio no se veía mucha afluencia, para cuando el show comenzó ya había alrededor de 2 mil personas, muchas de las cuales tenían que hacer malabares para alzar uno de sus brazos al ritmo de los beats y con la otra sostener el teléfono, hasta que paulatinamente lo fueron dejando para disfrutar el espectáculo.

Pero no todo fue gritos y euforia, también había botanas y cerveza para degustar. Eso sí, una bolsita de churros que en una tienda puede costar 10 pesos, en la plaza costaba 40. “¡Ah, chingá! ¿Tienen mota esos churros o qué?”, exclamó un joven al ver cuánto estaba pagando su amigo por una bolsita. Dos gradas más abajo, tres amigos compraron un vaso de cerveza que contenía dos Corona Light. El costo, 110 pesos el vaso, “y es más espuma que cerveza”, decían mientras compartían la bebida, a la vez que criticaban a quienes pagaron casi 600 pesos por estar en el ruedo: “¿O sea que esos güeyes de allá abajo pagaron el doble por estar parados?”, “y sólo van a ver nucas”, reviraba su amigo. Pero con todo y eso, el ambiente era de fiesta y entrega en ambos sentidos: del escenario al público y de los asistentes hacia los raperos.

Foto, Christian Hernández.

Volviendo al tema del acceso, donde quitaban cajetillas para que los asistentes no fueran a condimentar sus cigarros con algún otro vegetal, eso no fue impedimento para que más de alguno inundara el aire circundante con el aroma de su sativo incienso.

El momento incómodo de la noche fue cuando, apenas iniciado el show, los micrófonos fallaron, por lo que se tuvo que suspender por un momento mientras el staff técnico arreglaba algo que pudo haberse evitado, ya que duraron horas en pruebas de sonido. Y es que, aunque la música en la tornamesa de DJ Soniko se escuchaba bastante bien, no fue el caso de los micrófonos, que en muchos momentos viciaban el sonido, impidiendo entender con claridad las rimas. Y es que un detalle que seguramente pasaron por alto los responsables del sonido es que los freestylers están acostumbrados a rapear fuerte, pues se forman en las plazas, donde no hay micrófonos y aun así la multitud debe escucharlos.

En cuanto a las batallas, éstas fueron de exhibición, por lo que Serko Fu fue muy cuidadoso y en ningún momento declaró ganador a nadie. Quizá por complicidad, el público no se decantaba por nadie y a todos aclamaron en sus participaciones, ya que el nivel de los raperos fue muy parejo y sacaron adelante los distintos temas sobre los que tenían que improvisar. El nivel fue tal, que incluso tenían que aplazar su turno pues la reacción del público no los dejaba continuar por las ovaciones y hasta las risas que las barras causaban, al constituir auténticas punch lines dignas de una batalla oficial. Eso sí, los más queridos de la noche fueron Chuty y, obvio, Aczino.

En el tema de las rimas, ni Aczino, que se esperaba que fuera la gran estrella de la noche, se salvó. En una de sus intervenciones dijo que sus abuelos eran originarios de Michoacán, por lo que se sentía como en casa al estar en Moreia, pero eso fue aprovechado por sus contrincantes, que a coro le cantaron “es muy feliz en su tierra, puede morirse en ella”. Eso, contrario a lo que pudiera pensarse, fue ovacionado por el público, sabiendo que no es fácil enfrentar en una batalla al mexiquense.

El tiempo transcurrió sin sentir y a las dos horas el espectáculo llegó a su fin, con un grupo de artistas que se dijeron agradecidos por la entrega del público y casi 2 mil personas que salieron de El Relicario con una sonrisa en rostro, ya que, pese a las fallas en el audio, la calidad de los artistas en la tarima se impuso y fue más grande.