Pedro Infante, por siempre el ídolo, a 63 años de su muerte

Pedro Infante fue un piloto apasionado de la aviación y tuvo 3 accidentes aéreos: el primero se estrelló contra un cultivo de maíz, el segundo fue en Michoacán, a raíz del cual le tuvieron que colocar una placa de platino en el cráneo y el tercero acabo con su vida un día como hoy, pero hace 63 años.

Foto: Tomada de bizarro.fm

Julio Ceniceros / La Voz de Michoacán

Morelia, Michoacán. Un 15 de abril de 1957 Pedro Infante murió, víctima de un accidente en avioneta. A 63 años de su muerte, sigue siendo igual de famoso, y se dice que no hay ni un mexicano que no lo conozca.

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Le llaman el “Ídolo inmortal” porque después de él no ha existido otro que se le compare. Murió a los 39 años, en la cúspide de su carrera. Fue un hombre de talento histriónico poco común, un verdadero polifacético.

Lo mismo interpretó en cine a un carpintero que a un sacerdote, un motociclista, un millonario o a un indio en dramas y comedia. Pedro Infante es un caso único en el firmamento artístico de México y América Latina, aunque es una figura que sobresalió en el milenio pasado, en el presente sigue teniendo repercusión como fenómeno social.

Hombre de gran carisma

Quienes lo conocieron aseguran que era un hombre de gran carisma. Era sencillo, amable con el público, caritativo, alegre, enamoradizo, pícaro, bromista, cantador y sin poses, por lo que el pueblo comenzó a ver su imagen ante el mundo, el de un charro que representaba a toda una cultura.

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Era además un excelente cantante y muy productivo. Dejó más de 300 canciones grabadas. No solo cantó boleros, también huapangos, rancheras y hasta en inglés. Entre los títulos que más se recuerdan está “Amorcito corazón”, “Te quiero así”, “Ella”, “La que se fue”, “Paloma querida”, “Maldita sea mi suerte”, “Por un amor”, “Mi cariñito”, “Deja que salga la luna”, “Dicen que soy mujeriego”, “Bésame mucho”, etc.

“Amorcito corazón” no solo fue el éxito más grande que tuvo Pedro, sino que también marcó el inicio del género bolero-ranchero. Por su parte, “Bésame mucho” pudo ser grabada en inglés y fue utilizada para el filme “A toda máquina”.

Siempre lo acompañaron los mejores mariachis y fue él quien inició con la tradición del grito de mariachi.

Estrella del cine nacional

Fue en 1939 cuando el originario de Mazatlán, Sinaloa hizo su primera participación en cine. Fungió como extra en la película “En un burro tres baturros”, y para 1942 ya alcanzaba su primer protagónico en el filme Jesusita en Chihuahua, de René Cardona.

Sin embargo, hasta 1944 logró éxito mediante ¡Viva mi desgracia! y “Escándalo de estrellas”, justo cuando la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) estaba por concluir y el cine mexicano se distinguía en la llamada Época de Oro.

“El ‘Ídolo de Guamúchil’ interpretó a varios personajes gracias a los cuales se le hizo fama de mujeriego, por películas como Pablo y Carolina (1957), Los Gavilanes (1956), Cuidado con el amor (1954), El mil amores (1954) y Dos tipos de cuidado (1953), entre otras. Estas historias también lo convirtieron en el hombre ideal.  Justamente en Cuidado con el amor de 1954 canta uno de sus éxitos más emblemáticos. Cien años de Rubén Fuentes y Alberto Cervantes, un clásico de la música mexicana.

Estereotipo mexicano

Él marcó un estereotipo del hombre mexicano, con el que hasta la fecha nos siguen identificando en Europa como en Norteamérica. Se continúa viendo al mexicano bajo ese símbolo: como el enamorado, el cantador y el borracho, aunque esto último no sea precisamente lo mejor, pero así se exponía en el cine de la época.

Y es que, para hacerla de borracho cantor, nadie como Pedro Infante. ¡Y eso que no tomaba!... No bebía, pero los gestos y gritos que interpretaba los aprendió cuando con su padre tocaba en las cantinas.

Dicen que estar cerca de él era como estar al lado de un héroe nacional, como si fuera Emiliano Zapata o Pancho Villa. Hasta la fecha hay policías de tránsito que lo siguen idolatrando, y para quienes es un representante de ellos luego de que hizo la película de A.T.M. ¡A toda máquina! (1951).

A lo largo de su relativamente corta trayectoria (17 años) Pedro Infante participó en más de 60 filmes. Todavía hay quienes afirman que Pedro Infante vive, que habita en tal lugar o que está desfigurado. Y es que, para los mexicanos, 63 años después de la muerte del ídolo, sigue siendo difícil aceptar su partida porque murió muy joven.

Su realización

Pedro Infante Cruz tuvo 14 hermanos y procreó 4 hijos: Graciela Margarita, Pedro Jr. y María Guadalupe Infante Torrentera de su matrimonio con la bailarina y actriz Lupita Torrentera; así como Irma Infante, fruto de su relación con Irma Dorantes.

Tizoc (1956) fue su penúltima película y la grabó al lado de la célebre actriz María Félix, obtuvo rotundo éxito internacional y le otorgó el premio póstumo del Oso de Oro del festival de Cine de Berlín, como mejor actor principal.

Por este filme también ganó un Globo deOro. No pudo recibir el premio por que la gala sería en junio y él falleció en abril. Fanático de la adrenalina, Pedro Infante fue fanático del mundo de la aviación y como piloto lo conocían como “Capitán Cruz”.

Tuvo 3 accidentes aéreos, el primero se estrelló contra un cultivo de maíz, el segundo fue en Michoacán, a raíz de este accidente le tuvieron que colocar una placa de platino en el cráneo y el tercero acabo con su vida.

Además del gusto por la aviación el actor también amaba las motos, en sus ratos libres le gustaba salir a pasear en su Harley Davidson. Cuando filmó A Toda Máquina, donde encarnaba a un motociclista acróbata se rehusó a tener un doble, así que aprendió todas las acrobacias para el papel.

Algo de su vida

Pedro Infante se casó sólo una ocasión, con María Luisa León. Pero tuvo otras parejas, como Lupita Torrentera, con quien procreó dos hijos: Pedro y Lupita. En 1939 inició una relación con la actriz Irma Dorantes, con la que tuvo otra hija llamada Irma. Ganó un Ariel por parte de la Academia Mexicana de Cinematografía, en la categoría de Mejor Actor, por su papel en "La vida no vale nada" (1954).

Se sabe que estudió hasta el 4° de primaria, por ello, memorizaba los diálogos que iba a decir, porque se le dificultaba leerlos.

Su última canción grabada fue “Guitarras lloren, guitarras” grabada 10 meses antes de su muerte y paradójicamente se convirtió en una despedida. Hace 63 años, una multitud nunca antes vista salió a llorarle y darle el último adiós. Siempre vivirá en nuestros corazones el inmortal Pedro Infante.