Sale a la luz el relato de las víctimas de Jeffrey Epstein y el príncipe Andrés en 'Jeffrey Epstein: asquerosamente rico'

Tras ser calladas por su propio sistema judicial, las víctimas no se callan y lo cuentan todo. Tanto que el príncipe Andrés quizás vuelva a estar en la palestra…

Foto:Internet

Agencias/La Voz de Michoacán
México. Una historia de sufrimiento, de abusos sexuales y recuerdos traumáticos silenciados durante años, pero también de la impunidad que otorga el poder a un sociópata sin escrúpulos. Todo esto resumido en cuatro episodios es lo que presenta Jeffrey Epstein: asquerosamente rico¸ la docuserie de Netflix que remueve hasta las entrañas.

Jeffrey Epstein: asquerosamente rico es una miniserie de cuatro capítulos difícil de ver, porque por mucho que hayamos seguido las noticias durante su arresto y suicidio en 2019, nada nos prepara para conocer con lujo de detalles las décadas de manipulación y abusos forzados que este magnate misterioso cometió sobre decenas de niñas, adolescentes y mujeres jóvenes a través del testimonio de ellas mismas. O su modus operandi. O ser testigos directos de la impunidad de la justicia por proteger al poderoso frente al sufrimiento de las víctimas.

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Tras ser calladas por su propio sistema judicial, las víctimas no se callan y lo cuentan todo. Tanto que el príncipe Andrés quizás vuelva a estar en la palestra…

©2020 Netflix, Inc.
©2020 Netflix, Inc.

La miniserie aterrizó en la plataforma el pasado miércoles dándole voz a esas mujeres que su propio sistema judicial calló a la fuerza en 2008 cuando Epstein llegó a un acuerdo secreto con Alexander Acosta, el fiscal por aquel entonces (que luego fue secretario de Trabajo de Trump y renunció en julio de 2019 tras el arresto de Epstein) que mantuvo reuniones con los abogados del millonario, llegando a un acuerdo que evitó una condena de cadena perpetua. Un acuerdo que los abogados de las víctimas jamás comprendieron y que hizo que más de uno perdiera su fe en la justicia. Dicho acuerdo le daba inmunidad a él y a sus cómplices, incluso a los anónimos, y declaraba a las víctimas como prostitutas. A cambio le cayó una condena de 18 meses, de los cuales sirvió 13, aunque apenas pisó la cárcel dado que enseguida consiguió un permiso de trabajo que le permitía salir de prisión 12 horas al día durante 6 días a la semana. Una forma de hacer la peineta a las víctimas, que tenían entre 14 y 22 años al momento de los abusos.

La intención principal de Jeffrey Epstein: asquerosamente rico es darle voz a esas mujeres que hace un tiempo fueron niñas y adolescentes, víctimas de la red de tráfico sexual internacional que supuestamente regentaba el magnate amigo de Bill Clinton, Donald Trump y el príncipe Andrés. Que, mientras tanto, se codeaba con Harvey Weinstein y Kevin Spacey.

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A través de su testimonio conocemos cómo operaba Jeffrey Epstein. Un hombre misterioso para el mundo pero que se movía dentro de los círculos más poderosos de EEUU. Este millonario captaba a sus víctimas buscando jóvenes con un pasado conflictivo, con traumas familiares o abusos del pasado, o que necesitaran ayuda. Ya sea económica o simplemente por cumplir el sueño de estudiar, viajar o de una vida mejor, haciéndolas sentir afortunadas de estar en su mundo. En el caso de algunas, se mostraba como un hombre atento, amigable, comprensible y de buen corazón que solo quería ayudar; solo para comenzar los abusos cuando sus víctimas se sentían en deuda, atrapadas, acorraladas y a solas con él. Otras directamente eran jovencitas cerca de 14 años que llegaban a su mansión en Palm Beach cuando otras chicas reclutadas les ofrecían conseguir $200 a cambio de hacerle un masaje “a un viejo”. Pero cuando se quedaban a solas con él la experiencia era otra.

En el círculo de abusos aparece el nombre de la supuesta novia de Epstein, Ghislaine Maxwell, una mujer que supuestamente manipulaba la situación para reclutar jovencitas o, incluso, participaba en los abusos. Ella sigue negando las acusaciones. Una investigación policial inicial entrevistó a muchas de las niñas, encontrándose con una red enorme de víctimas que habían vivido la misma experiencia de llegar a la mansión para hacerle un masaje y terminar siendo abusadas. Fue esa investigación de una agente del FBI que Alexander Acosta calló a través del acuerdo secreto con Epstein.