La casa del jabonero

Según esta fábula, la moraleja es que, a la hora de elegir los gobernantes, es mejor escoger a uno sencillo y honesto, en vez de uno muy emprendedor pero malvado o corrupto.

Según esta fábula, la moraleja es que, a la hora de elegir los gobernantes, es mejor escoger a uno sencillo y honesto, en vez de uno muy emprendedor pero malvado o corrupto.

Un tronco entre el lodo

Jorge A. Amaral

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Hace una semana el presidente volvió a pelear con la prensa, y todo fue porque reporteros que cubren la conferencia de prensa mañanera comenzaron a cuestionar la información imprecisa que el mismo gobierno difundió sobre el operativo fallido en que se optó por liberar al hijo del Chapo. Los señalamientos de los reporteros provocaron el enojo del presidente, quien señaló, citando a Gustavo Madero, que los medios estaban mordiendo lo mano que les quitó el bozal. Esa declaración del presidente desató el enojo de mucha gente, pero también desencadenó en que, desde su lugar de descanso en Palenque, ya el fin de semana, el presidente difundiera un video en redes sociales en el que básicamente acusó de golpistas a sus críticos, y para rematar les recomendó leer la fábula “Las ranas pidiendo rey”, de Esopo.

La fábula, palabras más, palabras menos, dice que las ranas estaban cansadas de vivir en el desorden y la anarquía, por lo que le pidieron a Zeus que les enviara un rey. Entonces, el padre de los dioses les mandó como soberano un leño grueso, que cayó en medio del charco donde las ranas vivían.

Espantadas por el ruido que hizo el leño al caer, las ranas se escondieron donde pudieron, pero después de un rato, al ver que el leño no se movía, fueron saliendo a la superficie y dada la quietud que predominaba, empezaron a sentir tan grande desprecio por el nuevo rey, que brincaban sobre él y se le sentaban encima, burlándose sin descanso.

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Y así, sintiéndose humilladas por tener de monarca a un simple madero, volvieron con Zeus, pidiéndole que les cambiara al rey, pues éste era demasiado tranquilo. Indignado, Zeus les mandó una activa serpiente de agua que, una a una, las atrapó y devoró a todas sin compasión.

Según esta fábula, la moraleja es que, a la hora de elegir los gobernantes, es mejor escoger a uno sencillo y honesto, en vez de uno muy emprendedor pero malvado o corrupto.

La pregunta es si la serpiente en realidad era malvada y corrupta, porque eso no lo dice la fábula, ni dice si las ranas eran una especie de pueblo bueno y sabio. La misma fábula comienza hablando de que en la charca imperaban el desorden y la anarquía, entonces eso nos lleva a concluir que la serpiente simple y sencillamente llegó a poner orden, cosa que el leño no pudo por pasivo, inerte incluso.

En este sentido, y pese a las distintas aristas, podemos concluir que el presidente prefiere ser un tronco con buena fama que una serpiente cuyo paso a la historia no será precisamente con letras de oro.

La interpretación más obvia es que, por ejemplo, Felipe Calderón era una serpiente emprendedora pero malvada, que devoró a decenas de miles de ranitas en este cuenco de lodo en que se ha convertido este país, y que frente a ese pasado siniestro, el actual presidente de México es un soberano sencillo y honesto.

Y es que a los mexicanos nos encanta el maniqueísmo, por eso es tan fácil que nuestra sociedad se polarice por cualquier estupidez, pero en temas así de complejos, como la seguridad nacional y la protección a la ciudadanía, no se puede hablar sólo en términos de blanco o negro, sino que se debe revisar toda la gama de grises y otras tonalidades que hay, porque sólo así se entenderá y atacará el fenómeno de la violencia de forma integral, completa, no nada más atacando un frente, como se hizo en el pasado y como se empieza a hacer ahora.

Varios sucesos han puesto en entredicho el éxito de la actual estrategia, si es que la hay, porque recordemos lo dicho por Alfonso Durazo: la estrategia se construye día a día y ofrecerá resultados paulatinos. Esto puede resultar alarmante si la lectura que se le da a esa declaración es que van diseñando la ruta sobre la marcha, que sus acciones sólo son para responder a la coyuntura y que en realidad los resultados esperados están en el plano metafísico del “primeramente Dios”.

Se debería atender lo dicho por la prensa extranjera sobre el gobierno de México a raíz del caso LeBarón, esto podría ayudar a entender la importancia de ofrecer reales garantías de seguridad para minucias como, por ejemplo, la inversión extranjera, tan necesaria en el país para la generación de empleos.

Ante todo el panorama, tan complejo y escabroso, el gobierno federal debe replantearse muchas cosas y asumir el costo político de sus decisiones aunque estas disgusten a sus detractores, e incluso, si la necesidad lo demanda, haciendo cosas que entre sus fieles pueden resultar contradictorias, como enfrentar a la delincuencia organizada con algo más que buenos deseos y sanos consejos.

El presidente y sus aplaudidores deben entender que a ninguna sociedad, y menos una tan caótica y desordenada como la nuestra, le conviene tener un tronco como gobernante, así sea el más bondadoso; lo que este país necesita es un gobierno que actúe con inteligencia y contundencia, que haga frente a los problemas sin reparto de culpas.

Cuando sujetos armados masacraron a cuatro personas en el California Grill de Uruapan, en que un mesero perdió la vida, no faltó quien dijera que ese muchacho que estaba por empezar sus estudios en Psicología estaba en el lugar y momento equivocados, a lo que el propietario de uno de los negocios vecinos reviró con una idea que desde que la leí ha estado presente en mi memoria: las víctimas inocentes estaban donde tenían que estar, en su lugar de trabajo o de diversión, quienes estaban en el lugar y a la hora equivocados, era las autoridades, que no se bastan a sí mismas para dar seguridad a la ciudadanía.

Cierto, el problema del narco no se va a resolver en uno o dos años, pero si se sigue actuando con tibieza menos se va a terminar, y si no pueden, que lo admitan y acepten la colaboración estadounidense, de todos modos México ya vive postrado ante el vecino del norte.

Es necesario que el gobierno mexicano actúe como tal, como un gobierno electo democráticamente en bien del país, no un simple tronco en el lodo. Es cuánto.