Velación de los angelitos, comunión de familias purépechas con aquellos que se fueron a temprana edad

En toda la ribera del Lago de Pátzcuaro se hace la velación de los angelitos, una noche de reunión en espera de las ánimas de los más pequeños o quienes murieron en soltería

Foto, Angélica Ayala.

Angélica Ayala / La Voz de Michoacán

Pátzcuaro, Michoacán. Una de las tradiciones más arraigadas de los pueblos purépechas es la Velación a las Ánimas, que se empiezan a velar desde el 31 de octubre, cuando se recibe a los angelitos, aquellos niños, niñas y jóvenes que fallecieron durante el año en curso, pero también son aquellas personas adultas que no se casaron y vivieron en la soltería. Los padrinos llevan un día antes el arco forrado de flor de cempasúchil y son recibidos con comida, pero primero rezan por el alma que van a velar.

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Esta tradición se replica en la mayoría de las comunidades. Por ejemplo, en Janitzio, Alfonso Guzmán, originario de la isla, narró que los padrinos “llevan los arcos y rezan y les agradecen con comida y los familiares ya se encargarán de llevar mañana el arco al panteón durante tres años consecutivos, sólo se le lleva arco a los que mueren durante el año”, mismo que entregan un día antes.

Al llevar el arco al panteón también colocan la ofrenda, y durante toda la noche del 31 de octubre y madrugada del 1 de noviembre reciben a los angelitos, adornando las tumbas o colocando los altares en sus hogares, como ocurre cuando el angelito murió hace seis meses o menos.

Foto, Angélica Ayala.

En Cuanajo es tradicional el altar del caballito, que entregan los padrinos de bautizo a los papás del ánima que regresará del inframundo para dotarse de alimentos y agua para continuar su eterno viaje. En esta comunidad han preservado esta tradición, que es poco conocida. Ahí cada año a partir del 29 de noviembre empiezan los preparativos para recibir a los angelitos. Los esperan con la figura de madera de un caballito, ya que le creencia es que el caballo representa la compañía del alma que regresa y se llevará con él cargado de toda la esencia de la ofrenda.

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Al caballito debe portar una vela prendida y que ilumine el camino del ánima, narró Tata Pedro, originario de Cuanajo. Comentó: “A las ánimas se les espera en la casa de su familia donde fueron fallecidos, a los angelitos los visitan sus padrinos de bautizo, confirmación y primera comunión, los que esperan a sus familiares se encargan de hacer los tamales, de preparar un atole y de tener un espacio para que los padrinos de bautizo sean los que vayan a adornar el altar, donde van a poner la ofrenda que le van a llevar”.

Foto, Angélica Ayala.

A la entrada de la casa colocan un arco con las mismas flores, con milpa y con caña de la milpa, “para que la gente identifique de que en ese lugar van a esperar el ánima. Los familiares se encargan de preparar los tamales atole y ponche con alcohol, algo que no puede faltar en esta tradición”. Al momento que se tienen cocidos los tamales, la familia anuncia que ya están listo al tronar uno o varios cohetes, detalló, es decir que al tronar los cohetes están anunciando que ya pueden acudir a la casa del angelito.

En Santa Fe de la Laguna, en el municipio de Quiroga, la velación de los angelitos la realizan en las casas cuando el joven no fue casado o casada, o los niños murieron seis meses o un año antes de la Noche de Ánimas. El altar se coloca en lo que fue su hogar y ahí sus familiares le adornan con la flor de cempasúchil, apenas empieza a caer la noche y ya las velas están encendidas.

Foto, Angélica Ayala.

Al hogar del angelito, empiezan a llegar los familiares con ofrendas, como son los cirios, fruta como plátanos, mandarinas, manzanas o lo que el visitante pueda regalar. También se les entrega pan, la familia recibe la ofrenda y como agradecimiento entrega un jarro de atole con un pan de gran tamaño colocado en la boca del jarro de barro. En Cuanajo es con tamales, así durante toda la noche y parte de la madrugada velan a sus ánimas de angelitos.

En Tzintzuntzan también reciben a los angelitos. En el panteón municipal colocan sobre la tumba la ofrenda que le llevan y también, en algunos casos, el juguete favorito con el que jugaban cuando estaban en este plano terrenal. En la ofrenda, además de los elementos tradicionales y la flor de cempasúchil que no puede faltar, también colocan dulces o paletas de dulce de varios colores, así como la foto del angelito.

Foto, Angélica Ayala.

Mientras que en la comunidad de Puacuaro, municipio de Erongarícuaro, “estamos lejos de los flashes y la visita de turistas que a veces no respetan la velación. Aquí también se velan los angelitos, los esperamos en un ambiente familiar y es muy representativa porque todos nos juntamos para esperar a nuestra ánima, a velarla y saber que está ahí con nosotros, esperando a que amanezca para continuar con su eterno viaje”, relató Héctor de Jesús Cipriano, originario de esta comunidad ribereña.

“Somos un pueblo purépecha que aún no atraemos tanto turismo, eso nos ha permitido continuar con nuestra celebración de manera íntima, sin extraños que estén preguntando o personas que estén grabando, porque hay a quienes la ausencia de nuestro difunto duele como cuando partió”, acotó.