En riesgo, cosechas de granos por cambios climáticos que han impactado ciclo de lluvias

Ante periodos cada vez más irregulares y cortos de precipitaciones, ven en las semillas de ciclo corto una oportunidad

José Luis Ceja Guerra / La Voz de Michoacán

Jiquilpan, Michoacán. Además de una variedad de semilla de ciclo corto, lo que se requiere para asegurar las cosechas de granos en los irregulares ciclos de lluvias es la disponibilidad de agua, sea de temporal o de riego, señalaron especialistas, esto luego de las adecuaciones realizadas por empresas semilleras trasnacionales a sus variedades para acoplarse al cambio climático y al acortamiento de los periodos de tormentas.

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Las semillas híbridas de ciclo corto son variedades especiales para granos modificadas para que las cosechas se puedan dar en tiempos, generalmente en un promedio de cinco meses.

En entrevista con esta casa editorial, Álvaro García Oregel, agricultor y comercializador de semillas, destacó que debido a que con el correr de los años los temporales de lluvia se han reducido, los productores agrícolas han solicitado a las compañías proveedoras de semillas de maíz -nacionales e internacionales- la producción de semilla híbrida de ciclos cortos, ya que con los que se trabajan tienen un periodo de producción de seis meses o 180 días.

Estamos pidiendo que nos produzcan híbridos con los que podamos tener cosechas a los 160 días”, refirió el productor y especialista.

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¿Cómo funcionan?

Aclaró que lo que se conoce como ‘maíces precoces’ vendrían a mejorar la productividad al permitir el ciclo fenológico del maíz pueda avanzar lo más posible antes de que termine el temporal de lluvias, que se ha visto impactado en los últimos años por el cambio climático. Las precipitaciones son menores y de la temporada de ciclones menos de la mitad de meses se trasladan en lluvias efectivas que alimentan las cosechas de granos en la región Ciénega.

“Una semilla normal es de seis meses o 180 días y una semilla de ciclo corto es de 150 a 160 días y ocupamos esas semillas porque los temporales se están recortando”, expuso Álvaro García, quien detalló que “una semilla de ciclo largo no alcanza a salir a los seis meses porque la lluvia se cortó y la semilla de ciclo corto, o precoces, sí alcanza a producir algo porque el tiempo entre la siembra y la cosecha se reduce entre 10 y 10 días que en agricultura es un montón de tiempo”.

Al ser las compañías semilleras trasnacionales las más importantes, García Oregel destacó que fue a ellas a quienes se realizó la solicitud; sin embargo, algunas casas proveedoras como Pioneer, Asgro, Decalf y Syngenta implementaron ya estas adecuaciones con rendimientos de hasta 12 y 14 toneladas por hectárea en tanto que la semilla producida por empresas mexicanas -como Novasem- son de menor rango de productividad.

Advirtió que los técnicos de las empresas trasnacionales han estado tomando nota sobre los cambios climáticos y están adaptando las semillas en consecuencia. “Ya todas las compañías tienen variedades diferentes con semillas de 180 días, otros de 170 y otros de 160 días, las mismas compañías van produciendo las semillas de ciclos más cortos en el caso de siembra de la temporal”, que depende enteramente de las lluvias para que las cosechas se logren.

Actualmente, dijo, la producción va de las 12 a las 16 toneladas por hectárea de cultivo, merced al aumento en las dosis de nitrógeno a los suelos además de riegos adicionales; a esto se suma el incremento en la temperatura en un grado, “es algo que muchas veces lo tomamos a la ligera pero que sí tiene mucha importancia”, comentó el producto.

En lo que hace al factor económico, destacó Álvaro García que el año pasado se requería una inversión promedio de 20 mil pesos por hectárea para la producción de maíz, inversión que para este año fue de 45 mil pesos por hectárea. Es decir, el costo de mantenimiento por predio aumento, debido a diversos incrementos en insumos básicos para el campo, como lo pueden ser desde el costo de la distribución del agua hasta los fertilizantes.

Tenemos un problema económico fuertísimo y los bancos no nos prestan para poder financiar este incremento tan grande del 200 por ciento en los costos”, aseveró el producto.

Falta análisis preciso del gobierno estatal

Cuestionado en tornos a las políticas públicas estatales de apoyo al agro en torno al subsidio de maíz y fertilizantes, García Oregel subrayo que en ese tema es necesario que primero se cuente con un diagnóstico precioso de la situación del campo para determinar el tipo de semilla que se requiere en cada región de la entidad, pues no en todos los casos son las mismas problemáticas ni los mismos tiempos de cosecha.

En este orden de ideas, criticó que “el gobierno del estado establece un compromiso con una compañía de semillas nacionales y le da a todos los productores la misma semilla, pero esa semilla no es adaptable para todas las condiciones de terreno”.

Señaló que, “por ejemplo en la Ciénega, para la región de Cerrito Pelón (Ejido Francisco Sarabia) si siembras semilla de Pioneer ves que tienen deficiencias porque son suelos muy pesados, pero si le das semilla Novasem sí les funciona; entonces eso de que a los productores les den semilla y fertilizante ya determinado está mal”.

Mencionó que otro ejemplo está en Paredones (Sierra de Jalmich), “les dan sulfato y ahí no les sirve porque ahí lo que sirve es el fosfonitrato”, por lo que insistió en la necesidad de un análisis que permita a las autoridades conocer el tipo de suelo y semilla para cada caso.

De hecho, agregó, la semilla que otorga de manera subsidiada el gobierno de la entidad, en un buen temporal de lluvias ofrece apenas entre 3 y 4 toneladas de producción por hectárea, contra otras semillas que prácticamente rinden cuatro veces más; “en esencia, lo que se busca a través de estas semillas es asegurar el rendimiento ya que con las semillas de ciclo largo regularmente apenas se tiene el 50 por ciento de este periodo con lluvias, en tanto que ese periodo de sequía se reduce con las semillas de ciclo corto”, recordó.

‘No sólo es la semilla, es el agua’

Pero no solamente se trata del tema de las semillas, sino de la disponibilidad del agua para que los cultivos de granos no se pierdan o caigan en grave merma. Carlos Méndez Inocencio, profesor- investigador del Centro Interdisciplinario de Investigación para el Desarrollo Integral Regional del Instituto Politécnico Nacional (IPN), y Emma Iglesias, coordinadora del proyecto Científicos Ciudadano del Colectivo Irekani, coinciden en su apreciación de que la problemática que aqueja a los productores maiceros de la región Ciénega pasa más por la disponibilidad del agua que por los ciclos de las semillas.

Emma Iglesias destacó que uno de los problemas es que la totalidad de los productores dependen de la comercialización de semillas para sus cultivos, toda vez que no generan ya reservas de semilla a la usanza tradicional, además de que salvo algunas pequeñas regiones -en los municipios de Venustiano Carranza, Jiquilpan, Sahuayo y Villamar- el resto de las tierras cultivables depende del temporal de lluvias para su productividad.

El tema es que no está nada más en las variedades o los híbridos que se manejan en esta región, aunque se requiere que éstas sean tolerantes a la sequía; no se requiere que sea necesariamente una variedad de semilla de ciclo corto, se necesita más bien una variedad adaptada a la poca agua o una variedad resistente a la sequía”, postuló Carlos Méndez.

Además de ello, el investigador enumeró variables de productividad como las características de las zonas de cultivo y su altitud sobre nivel de mar. “Hay semillas de cero hasta los 2 mil metros, hay variedades que se van adaptando a los diferentes ambientes y con cierta tolerancia al estrés hídrico”, dijo.

El investigador aclaró que en el caso de la Ciénega se trata de semillas híbridas y no de semillas modificadas genéticamente, toda vez que al ser México una región de origen del maíz resulta incluso ilegal este tipo de modificaciones.

“La modificación genética implica el uso de genes, tanto de bacterias, incluso de virus, para poderlos insertar en otras plantas y es un material genético externo a la variedad y hasta el momento no se ha permitido sacar modificados genéticamente en México porque somos una zona de origen del maíz”, alertó.

Sin la intervención humana, dijo Méndez Inocencio, el maíz nació en México, “por lo que es considerada como zona de origen con diversas variedades de maíz y, en teoría, no debería haber maíces genéticamente modificados, aunque no se descarta totalmente la existencia de este tipo de cultivos”.