Doble trinchera: ser madre y enfermera en tiempos del COVID-19

El caso de Edith evidencia que la pandemia puso a muchas madres en un dilema: aislarse con su familia o sacrificarse por los pacientes contagiados

Héctor Jiménez / La Voz de Michoacán

Morelia, Michoacán. Este 10 de mayo, miles de madres michoacanas recibirán un abrazo de parte de sus hijos pequeños. Sin embargo, muchas otras mujeres no podrán hacerlo. Son trabajadoras del sector salud que hace más de un mes recibieron la encomienda de ocupar puestos durante la actual contingencia sanitaria por el nuevo Coronavirus (COVID-19), cumpliendo con labores separadas de sus seres queridos, para que las otras familias michoacanas puedan mantenerse unidas. Edith es una de ellas.

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María Edith Arciga González es madre soltera y trabajadora en el puesto de enfermera general en el Hospital General de Zona Número 83 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en Morelia. Hace cerca de un mes que recibió la propuesta de ocupar el puesto de enfermera intensivista y entrar a la llamada “Área COVID”. Son casi 30 días en los que ha estado separada de su hijo, Emilio Alejandro, quien a sus cuatro años está al cuidado de sus abuelos en el municipio de Ario de Rosales, para evitar un posible contagio.

“Ahorita por la contingencia, mis padres me están haciendo el favor de ayudarme a cuidarlo, no lo veo desde que iniciamos esto. Ya hace 22 días y él está en Ario de Rosales. Generalmente, él está conmigo pero ahorita por la situación sí me da un poco de miedo, es un niño pequeño y me da miedo que ya lo pueda contagiar de algo, entonces… ahora sí que es la sana distancia”, dice la madre en entrevista a La Voz de Michoacán.

El caso de Edith pone en evidencia que la pandemia por el nuevo Coronavirus puso a muchas madres en un dilema, entre aislarse con su propia familia o sacrificarse por los pacientes de esta enfermedad, para la cual hasta la fecha no existe una vacuna ni una cura.“Ante todo también está nuestra profesión y estamos para servir a los demás. Es difícil porque también está nuestra familia. Ahora sí hay que sacrificarse un poquito por todos los enfermos, porque esta situación es difícil. Yo siempre ha sido familia IMSS y espero que lo seguiré siendo hasta que dios me diga". 

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"Mis directivos me dieron la oportunidad, yo soy enfermera general y me propusieron tener una nivelación de enfermera intensivista especial para el área COVID. Para mí, fue un honor que me hayan elegido pero fue algo muy difícil porque ante todo está mi familia y mi hijo, que es lo más importante para mí; pero mi trabajo y mis pacientes, creo que lo valen, es un reto muy difícil, es algo nuevo para todos porque no sabíamos nada esta pandemia”.

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 La enfermera del IMSS Michoacán hace mención de que el suyo no es un caso único, sino que prácticamente todos los trabajadores del sector salud tienen situaciones similares. Hace la analogía de que es como estar “entre la espada y la pared”, ya que pudo optar por mantenerse en casa con su hijo, pero decidió entrar al “Área COVID”, con la idea que la población mexicana saldrá de esta situación en los próximos días.

“Desgraciadamente, no soy la única persona que estoy en esta situación. Todos en el hospital y yo creo que todo el sector salud en el país estamos en las mismas condiciones. Yo tengo un hijo pequeño que bien podría estar de licencia con mi hijo, pero mi profesión amerita que esté con los pacientes. Es como estar entre la espada y la pared, mi familia y mi trabajo, pero creo que las dos cosas lo valen, tomo las medidas adecuadas y sé que vamos a lograrlo”.

"Los pacientes están asustados, están inquietos". 

En las últimas semanas, miles de michoacanos han visto fotografías del equipo médico que se utiliza en el sector salud durante la actual contingencia, son camilleros, médicos y enfermeras cubiertas de pies a cabeza con aditamentos especiales. Edith comenta que es un equipo sumamente pesado, que hace muy difícil las cargas de trabajo y llega asustar a los pacientes con sospecha de COVID-19.

“Es muy, muy, muy pesado el equipo de protección. No lo aguantamos más de cuatro horas. Incluye botas quirúrgicas, overoles quirúrgicos, lentes, una careta y un cubrebocas especial. Los pacientes nos ven con unos trajes diferentes y un trato diferente, que es individual para cada uno; están muy asustados, están inquietos, lo que quieren es ver a sus familiares pero es muy difícil que un familiar entre a esta área porque se puede contagiar”.