Ante depredación forestal, urgen a establecer frontera agrícola, principalmente de aguacate

Especialistas muestran su preocupación ante cultivos que devoran bosques; autoridades siguen siendo complacientes, pese a que monocultivos han degradado el medioambiente y la ganancia derivada ni siquiera ha implicado desarrollo social

Foto: Cortesía.

Arturo Molina / La Voz de Michoacán

Morelia, Michoacán. Ante la extrema degradación de los ecosistemas forestales y el imparable fenómeno de cambio ilegal de uso de suelo, activistas, ambientalistas y especialistas urgen a que se establezca una frontera agrícola, límite territorial que delimitará las zonas de producción de monocultivos de las áreas de vocación forestal, y en donde el punto de mayor preocupación son los aguacateros, que cada año le suman miles de hectáreas –legales e ilegales- ante la complacencia de las autoridades, pese al evidente deterioro ecológico.

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Con más de un millón de hectáreas de bosques devastadas por incendios forestales y posteriormente convertidas en huertas, el Consejo Estatal de Ecología (Coeco) manifestó su preocupación respecto a la constante postergación de dicha medida que fue propuesta desde hace casi una década.

Actualmente, existen al menos 3 regiones del estado en donde la proliferación de distintos tipos de monocultivos de alto rendimiento como el aguacate, las berries y hasta duraznos, siguen devorando las reservas forestales para la exportación.

En voz de Vicente Estrada Torres, presidente interino del Coeco, la situación es urgente ante los indicadores de crecimiento de producción del aguacate. A pesar de que las cifras oficiales revelan poco menos de 175 mil hectáreas de ‘oro verde’ cultivadas en suelos michoacanos, mientras que en la realidad son casi 300 mil hectáreas las que ya se han instalado en más de 70 municipios.

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La política agrícola fue señalada como extractiva y poco solidaria con el medioambiente, en relación a que de los miles de miles de dólares que se generan todos los años con las exportaciones.

“Nosotros lo que queremos, es el separar la frontera agrícola de la parte forestal donde se está deforestando y causando incendios para que los productos agrícolas de alto rendimiento no estén avanzando como es el aguacate dónde ya rebasamos las 300 mil hectáreas. También las frutillas están siendo muy promovidas por las transnacionales. Michoacán de tener un millón 800 mil hectáreas de bosque ahorita andaremos sobre unas 650 mil apenas de bosque. Las estadísticas últimamente no se han emitido”, explicó.

Desde hace al menos 5 años, activistas de distintas regiones del estado han denunciado el constante avance de los monocultivos a expensas de la estabilidad ambiental. Uno de los casos más relevantes fue el surgimiento de un tercer polo de producción aguacate y cambio de uso de suelo, ubicado al sur de Morelia, Acuitzio, Villa Madero, Huiramba y Carácuaro. En este triángulo geográfico, los bosques han sido reemplazados por una gran cantidad de huertas del valioso “oro verde”.

Y es que, en muchos de los casos la atención por parte de las autoridades en cuanto al fenómeno de cambio de uso de suelo, fueron enfocados en los dos polos conocidos; la región Uruapan y el Oriente Michoacano, sobre todo en la región de Zitácuaro.

Riqueza ni siquiera se queda en Michoacán

Actualmente, la principal región productora de aguacate, se encuentra en los municipios de Uruapan, Los Reyes, Tancítaro y municipios vecinos, los cuales, compiten con la producción muy de cerca, con aquellos ubicados al Oriente michoacano, con el municipio de Zitácuaro como cabeza de la producción que deja miles de millones de pesos en derrama económica.

Al respecto, el ambientalista Julio Santoyo Guerrero advirtió que las ganancias derivadas del aguacate poco o nada se queda en el estado. Señaló que en las regiones de mayor producción de monocultivos la calidad de vida no ha mejorado para las decenas de miles de jornales, por lo que es una cadena productiva de poco valor real en términos de impacto y desarrollo social.

Respecto a la frontera agrícola, destacó que como organizaciones aún no se puede trazar una línea geográfica para delimitar, toda vez que las instancias de gobierno ni siquiera cuentan con censos y estudios de superficie agrícola y deforestación recientes que les permitan conocer a fondo las condiciones del uso de suelo.

Con base a lo anterior, se requiere que cada uno de los 70 municipios que producen el aguacate y otros monocultivos como las berries, pongan en marcha programas de evaluación de los suelos. Asimismo, urgen a qué se evalúe el impacto ambiental de 40 años de políticas agrícolas de explotación ecológica.

“Junto a la idea general de la frontera del aguacate supone acciones estratégicas para poder lograrlo. Que las instituciones ambientales puedan levantar un censo bien fundado de cuál es el impacto del crecimiento de los cultivos aguacateros. Ninguna institución conoce realmente la superficie de aguacate cultivado. Un dato tan necesario no puede obviarse. Debemos delimitar por dónde va a pasa la frontera y lo dejen de ignorar las autoridades ambientales. Cuál es el real impacto ambiental de haber deforestado miles de hectáreas”, precisó.

Según información del Consejo Ecología de Michoacán (Coeco), el caso más “alarmante” de la región es el de Villa Madero. Hace 15 años, este municipio contaba con apenas 250 hectáreas de aguacate, las cuales crecieron exponencialmente y al día de hoy se contabilizan en más de 4 mil 500. Se calcula, que el mayor crecimiento se dio en los últimos años.

Desde el año pasado, trascendió que solo 400 productores de pequeña envergadura se anexaron por convicción propia al esquema que contempla aportaciones de recursos que se destinarían a la adquisición de insumos para el combate de incendios forestales, pagos por servicios ambientales y todas las necesidades del estado.

No les preocupa reforestar

El resto de los grandes productores, incluyendo la Asociación de Productores y Empacadores de Aguacates de Michoacán (APEAM) se redujeron explotadores de los suelos que, ante la falta de la aplicación de las leyes ambientales, han sobrepuesto los intereses económicos a la preservación ambiental.

La capacidad de producción de aguacate se ha rebasado en cuanto a superficie permitida y la que se mantiene de manera ilegal en las diferentes regiones. A pesar de lo anterior, la lista de municipios que siguen produciendo y que obtienen certificaciones para exportaciones se mantiene al alza desde hace 10 años.

Los comparativos de las ganancias de los empresarios y lo que se retribuye al medio ambiente de manera directa es abismal. De los 39 mil 600 millones de pesos que se obtuvieron como ganancias por exportación solo del aguacate, una cantidad inferior al 1 por ciento regresó como aportación para los pagos de servicios ambientales como el agua, el suelo y los insumos que aporta la naturaleza al sostenimiento de las huertas.

En el caso de organizaciones como la APEAM, al menos ante la opinión pública se ha limitado a la reforestación de mil 500 hectáreas de terrenos boscosos durante los dos últimos años, lo anterior equivale a un 0.88 por ciento de la superficie “legal” de aguacates cultivados en más de 70 demarcaciones productoras.

En las cifras anteriores, no se han tomado en cuenta otros cultivos de alto rendimiento en cuanto a exportación se refiere como en el caso de las berries y frutos que absorben grandes cantidades de recursos naturales para sostener su producción masiva.

En voz de la doctora Patricia Alarcón, presidenta del Consejo Consultivo de Cambio Climático en el estado, resulta lamentable la falta de atención de los gobiernos a la crisis ambiental generada por la política agrícola que ha llevado a Michoacán a ser el primer lugar nacional en la producción primaria.

A nivel internacional, se han generado propuestas e intenciones de condicionar la exportación de frutos de exportación a condiciones ambientales y sociales sustentables. Incluso, chefs internacionales ya han acuñado el término de “aguacates de sangre”.

“Existe más interés en el extranjero por apoyar el impacto al medio ambiente, ocasionado por el cultivo de aguacate, que lo que le interesa a las autoridades y tomadores de decisiones en el Estado de Michoacán. Pero me da la impresión que si no se tiene una adecuada administración de la apropiación de la naturaleza el impacto sería igual”, señaló.

El impacto no ha sido únicamente ecológico. Las comunidades de la región ya experimentado problemas sociales relacionados a la falta de empleo, la pérdida de la actividad silvícola, aprovechamiento de otros recursos, e incluso, la desaparición de la agricultura de baja intensidad que se mantuvo durante siglos en la región.

Y es que pese a los millones de pesos que deja la agricultura de monocultivos como el aguacate, los empleos que se generan en las huertas rara vez se quedan para la gente de las comunidades, a decir de los especialistas, en la mayoría de los casos, al ser cultivos con riego tecnificado, de alta tecnología, las empresas agrícolas ya traen consigo a sus empleados capacitados.

En los últimos 30 años, Michoacán ha perdido el 40 por ciento de sus bosques, lo cual es atribuido por la Mesa de Seguridad Ambiental a las prácticas que ejercen los aguacateros y otros productores del campo para invadir predios con vocación forestal.

Al respecto, el doctor Arturo Chacón Torres, ambientalista e investigador del Instituto de los Recursos Naturales de la Universidad Michoacana, consideró como viable la propuesta de delimitar las franjas aguacateras y agrícolas, para lo cual señaló como urgente la participación de las organizaciones de productores, de los municipios y de las autoridades ambientales.

“Deberá de realizarse el ordenamiento ecológico territorial a nivel regional de toda la franja aguacatera. Actualizarse los ordenamientos ecológicos territoriales a nivel municipal. A partir de estos instrumentos es necesario que el Sistema Producto Aguacate o APEAM presenten una propuesta de norma oficial mexicana para establecer los términos de referencia que regulen el establecimiento y operación de huertas, viveros, uso de agroquímicos, uso de cañones antigranizo”, precisó.

Se comen los bosques michoacanos

De acuerdo con los datos de Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP), de apenas 31 mil hectáreas cultivables a principios de los años 80, para este año se rebasaron las 175 mil hectáreas certificadas, sin contar aquellas que producen miles de toneladas de forma ilícita.

Es decir, la superficie dedicada a este producto ha crecido 450 por ciento en las últimas cuatro décadas, ‘invadiendo’ más de mil 400 kilómetros cuadrados de bosque para fortalecer sus cultivos, especialmente desde 1997, cuando se restableció el programa de exportación.

Michoacán aporta el 76 por ciento de la producción total de aguacate, cifra que representa un ingreso importante por concepto de agricultura en consideración de que Estados Unidos compra el 80 por ciento la producción total, mientras que Argentina, Australia y Japón se perfilan como consumidores potenciales a aumentar su demanda.

En años pasados, la asociación protectora del medio ambiente Greenpeace, culpó a la producción desmedida de aguacate como el factor culpable de la deforestación de la región de la meseta y alertó sobre las consecuencias ecológicas que esto puede llegar a tener en la producción y captación de agua de los cerros michoacanos.