Cambio de uso de suelo y basura, mayores problemas ambientales de Michoacán: Alejandro Méndez

Por un lado, los ayuntamientos no disponen adecuadamente de la basura, sólo la amontonan, y por el otro, cada año se pierden grandes superficies por la deforestación

José Luis Ceja / La Voz de Michoacán

Jiquilpan, Michoacán. El cambio de uso de suelo para fines de rotación de cultivos y la inadecuada disposición de los residuos sólidos son dos de los grandes problemas ambientales por los que atraviesa el estado de Michoacán, de acuerdo con el secretario del Medio Ambiente, Alejandro Méndez López, en el marco de la firmad el convenio para el resguardo de las Áreas Naturales Protegidas de Jiquilpan.

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“Hay dos grandes problemas ambientales que comparten prácticamente la totalidad de los municipios: el problema de la basura, en el que todos los municipios tenemos un grave problema de la disposición de residuos sólidos. En nuestra ciudadanía no tenemos los mecanismos para hacer que nuestros distintos residuos que tenemos en nuestros procesos productivos o nuestros hogares se puedan reinsertar a la economía y los acabamos depositando en barrancas”.

Destacó que, de acuerdo con los datos de su dependencia, el 80 por ciento de los residuos que se generan en la entidad terminan depositados en barrancas sin control alguno, y el 20 por ciento restante termina en rellenos sanitarios que cumplen con la Norma Oficial pero, aún este 20 por ciento no es lo óptimo, ya que de acuerdo con el secretario Méndez López, lo que se está haciendo es amontonar residuos que de otra forma pudieran constituir una fuente de ingresos u oportunidad de negocios.

Agregó que diariamente la entidad genera 4 mil 400 toneladas de residuos, de los que al menos la mitad está constituida por materia orgánica, lo que implica que cada día se le quitan a los suelos michoacanos aproximadamente 2 mil toneladas de fertilidad para contaminarla con el resto de residuos y convertirla en un problema generalizado, por lo que se trabaja en un proyecto para el rescate de los residuos orgánicos a través de la Secretaría de Desarrollo Rural y los municipios y convertir estos residuos en fertilizantes, además de buscar atraer empresas de reciclado y reducir al mínimo la basura final.

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En el estado actual de cosas, dijo, desde hace décadas tanto los gobiernos estatal como municipales han estado subsidiando las malas prácticas y los malos hábitos de la ciudadanía en cuanto a la disposición final de los residuos sólidos.

El otro problema que de manera común enfrentan los ayuntamientos de este estado es el cambio de uso de suelo ilegal con fines agropecuarios, principalmente, aunque también se da para el desarrollo urbano que regularmente se hace de manera desordenada. “Las zonas urbanas es lo más cercano a los centros de población, y aunque a lo mejor en términos de superficie no es lo más importante, en ocasiones estas deforestaciones que se dan por el desarrollo urbano impactan de manera directa porque, a nivel local, tenemos cada vez más concreto, más pavimento, menos árboles y más resecos los territorios, y esto se refleja en el clima de las microrregiones y las cuencas atmosféricas de distintos lugares”, como consecuencia de ello, dijo, se encuentra el hecho de la falta de disponibilidad de agua y la desaparición de flora y fauna endémica y el tema de un clima hostil.

Estimaciones de la Secretaría de Medio Ambiente señalan que derivado del cambio de uso de suelo, se tiene una pérdida anual de entre las 30 mil y las 50 mil hectáreas, principalmente de zonas arboladas que migran a cultivos como aguacate, berries o agaves, por lo que se trabaja de manera conjunta con la Secretaría de Desarrollo Rural para el establecimiento del programa de silvopastoreo, ya que, en términos de superficie, se determinó que la ganadería es la principal causa de la deforestación en la entidad, lo anterior se refuerza con la implementación de programas de agroforestería y agricultura orgánica.

Aunque en superficie no es el mayor, el tema del cultivo del aguacate sí es uno de los más visibles en términos de deforestación para su establecimiento; en ese sentido adelantó que se trabaja para establecer una denominación que permita distinguir entre los aguacateros que deforestaron y los que no lo hicieron para establecer sus cultivos y aquellos que están en la disposición de realizar inversiones en la preservación de los bosques.

“Lo que pretendemos es crear un instrumento que reconozca que este es un problema de tipo económico, si alguien deforesta no es porque esté loco, deforesta y cambia el uso de suelo por que le deja más el aguacate que el bosque”.

A través de esta certificación, dijo, se busca aumentar el valor al bosque de tal manera que quienes optan por la custodia y mantenimiento de estos espacios arbolados puedan vivir en condiciones económicas dignas. Agregó que en el caso del cultivo del agave se está por adherir al programa Agave Responsable con el Ambiente (ARA), creado por el Consejo Regulador del Tequila y el gobierno del estado de Jalisco en 2014 para distinguir qué plantíos de agave generaron deforestación y cuáles no.