Michoacán, uno de los estados líderes en la crianza de abejas sin aguijón

Estas especies autóctonas han sido una fuente invaluable de productos naturales como la miel, la cera, el polen y los cerúmenes.

Foto: Miel Sierra Bermeja

Redacción / La Voz de Michoacán

Morelia, Michoacán. En el estado de Michoacán, especialmente en los municipios de Etúcuaro, Madero, Tzitzio y Charo, se encuentra una notable diversidad de especies de abejas sin aguijón, por lo que las comunidades han optado por la meliponicultura.

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Entre las abejas presentes en esta región se destacan la Abeja Bermeja (Scaptotrigona hellwegeri Friese), la Abeja Zopilota (Frieseomelitta nigra Cresson), la Abeja Real (Melipona fasciata Latreille), la Abeja Esculona (Partamona bilineata Say), la Abeja Trompetera (Nannotrigona perilampoides) y la Abeja Zapito (Plebeia sp).

Estas especies autóctonas han sido una fuente invaluable de productos naturales como la miel, la cera, el polen y los cerúmenes. En dichas comunidades, la miel se utiliza no solo como alimento, sino que puede llegar a tener fines medicinales para tratar dolencias como dolores musculares, problemas respiratorios, afecciones oculares y heridas cutáneas.

En comparación con la miel de abejas melíferas, las mieles de las abejas sin aguijón son más líquidas y tienen un sabor diferente, normalmente más ácido.

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Por su parte, el polen, conocido como "pasacuareta" en la región del Balsas, suele consumirse solo o mezclado con miel de abeja europea como un energético natural o para tratar infecciones respiratorias.

Además, estudios recientes han demostrado el efecto antibacteriano de ciertas mieles de abejas nativas, como M. beecheii y M. solani, contra bacterias como Escherichia coli, así como el efecto de la miel de S. mexicana contra Staphylococcus aureus.

A pesar de estos beneficios, los cerúmenes y propóleos obtenidos de estas abejas no son aprovechados comercialmente, siendo utilizados únicamente para fortalecer las mismas colonias. Es por ello que el científico Alejandro Reyes resalta el potencial económico y ambiental de transformar y derivar subproductos de estos materiales, aprovechando plenamente la cosecha obtenida.

Sin embargo, en los últimos años, la meliponicultura ha experimentado un declive significativo en la región debido a la pérdida del conocimiento ancestral, las deficiencias en el manejo de plagas y sequías y los impactos derivados de la agricultura y la ganadería.