Arturo Molina / La Voz de Michoacán Morelia, Michoacán. Ante el declive de la fiesta brava y los jaripeos debido al creciente aumento de la concientización ciudadana sobre los derechos de los animales y las legislaciones contra el sufrimiento de los seres sintientes, la Monumental de Morelia se ha posicionado como uno de los recintos de espectáculos más importantes en los últimos años, no solo en Morelia, sino en todo el estado de Michoacán. Conciertos de artistas internacionales, locales y de prácticamente todos los géneros han atraído a decenas de miles de personas en shows que ya se han grabado en la memoria colectiva tanto de los michoacanos como de los foráneos. A pesar de los recientes actos de violencia registrados tanto dentro como fuera del recinto, ubicado en las afueras del Centro Histórico de Morelia y cerca del Monumento al General Lázaro Cárdenas, el espacio artístico se mantiene como uno de los espacios más importante para los espectáculos, tanto para los artistas como para los fans de todos los géneros musicales. Y es que la música en la Monumental se ha diversificado por completo. Hace 30 años, los bailes de música grupera eran prácticamente la especialidad y exclusividad del enorme coloso de cantera, mientras que en los últimos años, después de la pandemia por la enfermedad del coronavirus (COVID-19), los eventos pop, rock, música electrónica, ranchera e incluso de música clásica se han apoderado de la Monumental. No obstante, su historia es incluso más antigua. Fue inaugurada el 2 de marzo de 1952; ubicada en lo que entonces era la zona poniente más alejada de la cada vez más creciente Morelia. Como la tradición moreliana lo dicta, fue construida en la tradicional cantera, como parte de la armonía de la estructura arquitectónica de la mundialmente conocida "ciudad de la Cantera Rosa". La idea de una plaza de toros de tamaño monumental surgió de la creciente necesidad de los morelianos de contar con un espacio que dotara de magnificencia a las artes que se presentaban dentro de los recintos y que pudieran albergar a una gran cantidad de personas. La plaza, construida bajo la supervisión del ingeniero Jaime Sandoval, cuenta con un espacio de diez mil metros cuadrados, dos gradas y un estilo influenciado por el estilo romano, con 80 arcos de medio punto, columnas de cantera y otras estructuras que componen el inmenso recinto. En su interior, las antiguas butacas aún conservadas han sido testigos de cientos de espectáculos de todo tipo, así como de las hazañas de toreros legendarios como Eloy Cavazos y otros guerreros que se enfrentaron a los más feroces especímenes de toros de Lidia ante los miles de entusiastas morelianos. La entrada al recinto recuerda a los impresionantes coliseos, con dos entradas de arco de medio punto enmarcadas sobre pilares de contención, que a su vez sostienen retablos que alguna vez contuvieron alguna obra ornamental y de los que únicamente quedan los espacios vacíos. La entrada al recinto recuerda a los impresionantes coliseos de la era romana y hacia la Edad Media, con dos entradas de arco de medio punto enmarcadas sobre pilares de contención, que a su vez sostienen retablos que alguna vez contuvieron alguna obra ornamental y de los que únicamente quedan los espacios vacíos. Es prácticamente imposible encontrar un moreliano que no haya visitado este recinto, o un michoacano que no haya oído hablar de él. Ya sea por las tradicionales corridas de toros o por espectáculos de conciertos como el fallecido Juan Gabriel, Pepe Aguilar, Marco Antonio Solís, Miguel Bosé e incluso otros artistas de talla internacional. Su gran tamaño le ha permitido albergar eventos de todo tipo, desde competencias de motocross que atraen a espectadores de todas las edades y estratos sociales, tanto hombres como mujeres, hasta actos políticos. De hecho, la clase política lo ha adoptado como suyo. Durante décadas ha sido incluso el lugar preferido para el cierre de campañas y la celebración de mítines electorales. No obstante, la constante violencia asociada a los eventos organizados en este lugar ha llevado a que el recinto esté en la mira de las autoridades y la ciudadanía se cuestione sobre la seguridad de asistir a estos eventos. Con un público cada vez mucho menos interesado en “espectáculos” que promuevan el maltrato a los animales, la música tiene ahora encima a la violencia como una loza que podría acotar las presentaciones en este recinto.
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