IMÁGENES NUESTRAS | Portal Hidalgo, corazón del centro de Morelia

A pesar de los efectos de la pandemia por COVID-19 y las restricciones para los espacios de consumo, la tradición de los portales se han sostenido con el paso de los meses de la contingencia sanitaria.

Foto: Sam Herrera Jr.

Arturo Molina / La Voz de Michoacán

Morelia, Michoacán. Desde hace casi 15 años, los cafés bares y restaurantes del Portal Hidalgo del Centro Histórico, constituyen uno de los puntos más importantes para el encuentro social del Centro Histórico de la Ciudad de la Cantera Rosa.

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A pesar de los efectos de la pandemia por COVID-19 y las restricciones para los espacios de consumo, la tradición de los portales se han sostenido con el paso de los meses de la contingencia sanitaria.

Situado frente a la Catedral de Morelia, el espacio es testigo de las auténticas platicas de café, en las que “se arregla el mundo”, se liman asperezas, se concretan negocios y se inician romances.

Foto: Sam Herrera Jr.

Si bien los portales constituyen propiedad privada, siempre han prestado servicio público para el tránsito peatonal han evolucionado en uso y la delimitación de sus espacios.

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El portal Hidalgo, es uno de los más transitados y visitados por la variedad de comercios y restaurantes que ofrecen servicio desde la mañana hasta altas horas de la noche. Desde el jugo de naranja con chilaquiles, hasta la coctelería nacional e internacional.

Desde su creación en la época virreinal los cinco portales con los que cuenta el primer cuadro del Centro Histórico han tenido el objetivo principal de ser parajes comerciales.  La distribución de las estructuras de los portales acuñadas en arcos de medio punto obedecen el trazado de las ciudades con influencia hispanoamericana.

foto: Sam Herrera Jr.

Fue desde el siglo XVI, a finales de este que comenzó la construcción de estos espacios que rodearon las antiguas casonas que se encontraban a un costado de la Calle Real, llamada ahora avenida Madero.

Estas estructuras mantuvieron su propósito y durante siglos mantuvieron la constante presencia de cientos de comerciantes que traían todo tipo de productos y alimentos de comida rápida, antojitos mexicanos y michoacanos así como ropa y calzado.

El crecimiento demográfico explosivo que vivió Morelia  a partir de la segunda mitad del siglo XX convirtió al Centro Histórico en uno de los puntos de encuentro y de mayor auge en la capital del estado. Sobre todo para los jóvenes y familias recién formadas que buscaban un lugar para pasear y poder disfrutar de una tarde de domingo a precios accesibles.

Se convirtió en una tradición “muy moreliana” durante los años ochenta y noventa ir al Centro a los portales para pasear, comprar algún dulce, casetes de música de moda o incluso ropa o aparatos electrónicos.  

Lo anterior atrajo a cientos de vendedores ambulantes tanto de Morelia como de las comunidades más alejadas del núcleo urbano e incluso de otros municipios colindantes que hicieron de la zona de monumentos y de mayor presencia turística un auténtico mercado.  

En él, se podían encontrar desde los típicos tamarindos, las morelianas de cajeta, las casadillas de Santa Ana Maya, panes tradicionales e incluso licores frutales del oriente michoacano.

No obstante, esta feria urbana quedó en la historia de Morelia cuando se emitió la Declaración de Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) sobre Morelia en el año de 1991.

En este nombramiento se exige a las autoridades municipales el preservar libre de obstrucciones los principales edificios y monumentos para el desarrollo de actividades culturales.