IMÁGENES NUESTRAS | Teatro Melchor Ocampo, tesoro de casi 200 años

Según fuentes históricas, su origen se remonta hasta el siglo XIX y debió pasar por una serie de cambios y remodelaciones para continuar vigente y adaptarse al gusto de los morelianos

Foto: Sam Herrera Jr.

Héctor Jiménez / La Voz de Michoacán

Morelia, Michoacán. Con varias remodelaciones, el Teatro Melchor Ocampo de Morelia es uno de esos espacios que constituyen casi un tesoro para la ciudadanía, ya que no todas las poblaciones pueden contar con un recinto de cantera rosa de casi 200 años de antigüedad en centro de la ciudad, el cual ofrece numerosas actividades culturales y además se encuentra abierto diariamente para que las personas acudan al icónico Café del Teatro.

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Este recinto se ubica en la esquina de las calles Guillermo Prieto y Melchor Ocampo en el centro de la ciudad. La COVID-19 ha cambiado la dinámica durante los últimos meses, pero el recinto sigue a la espera de poder ser anfitrión de la cultura.

Según fuentes históricas, su origen se remonta hasta el siglo XIX y debió pasar por una serie de cambios y remodelaciones para continuar vigente y adaptarse al gusto de los morelianos, que lo siguen visitando a escasos 10 años de que cumpla su bicentenario.

El diseño original del inmueble estuvo a cargo del arquitecto Luis Zarapi, con una construcción que inició en 1828 y fue inaugurada en 1830. En esta primera etapa de su existencia, el recinto fue conocido como Teatro Coliseo.

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Sin embargo, en 1861 el líder intelectual Melchor Ocampo fue aprehendido y fusilado, por el grupo de Conservadores, hecho que llevó a que el teatro cambiara de nombre.

El siguiente cambio para el reciente se dio en 1868, cuando el gobierno de Justo Mendoza encargó la reconstrucción del recinto, que quedó concluida en 1870 a través de la labor del ingeniero Juan Bochotnicki.

La aportación más notable de estos trabajos fue la instalación de un bajorrelieve con la efigie de don Melchor Ocampo. Se estima que hasta la primera mitad del siglo XX fue el único teatro con el que contaba la ciudad.

Lo anterior, lo llevó a vivir su mayor época dorada en los años siguientes, en los que se incorporó una sala de cine en la oferta del teatro y se recibieron a diversas estrellas de la época.

En medio de esta temporada, su fachada fue modificada para dotarla de un estilo Art-Decó. No obstante, para 1962, el Teatro Ocampo mostraba una mezcla de estilos neoclásicos entre otras tendencias más actuales, por lo que se encomendó al arquitecto Manuel González Galván darle una terminación barroca uniforme y que algunas fuentes citan como un estilo “moreliano”.

Las modificaciones, sin embargo, no se detuvieron, ya que en la década de 1980 se hizo necesario cambiar el amueblado interior y antiguo del recinto, para dar paso a butacas y decoración que fueran más funcionales.

De forma similar, a inicios del nuevo milenio, se llevó a cabo la última remodelación exhaustiva del teatro, que consistió en fuertes modificaciones al interior, para que desde las butacas se contara con una mejor visibilidad, así como de mejor acústica a través de los paneles de madera instalados en las paredes de la sala única.

Diversas voces apuntan a la necesidad de crear mayores espacios y públicos para eventos culturales, el Teatro Melchor Ocampo ha llegado a presumir largas filas de asistentes que cubren las banquetas para ingresar a conciertos de la Orquesta Sinfónica del Estado de Michoacán (OSIDEM) o de las muestras estatales de danza o de teatro, e incluso ha habido casos en los que algunas personas pregunta para qué es la fila y decide sumarse a la espera para entrar a la función.

Este posicionamiento del que goza el Teatro Ocampo se complementa con una sensación de nostalgia al interior del recinto, que muestra paredes de cantera rosa y una serie de reconocimientos de pasadas puestas en escena que tuvieron lugar en este sitio.

Además de la presencia del icónico “Café del teatro” ubicado en la segunda planta y que remite a la época en que los ciudadanos acudían a algún evento cultural y después tomaban una copa o un café como parte de una rutina de vida social. Se cumplen 190 años desde que el Teatro Ocampo se ha mantenido en el gusto de la ciudad.