Se vuelca Pátzcuaro a venerar a su patrona, la Virgen Inmaculada de la Salud

Miles de personas salieron a las calles para presenciar el recorrido que una vez al año da esta advocación de la Virgen María

Foto, Angélica Ayala.

Angélica Ayala / La Voz de Michoacán

Pátzcuaro, Michoacán. El fervor religioso y la fe en la Virgen Inmaculada de la Salud se desbordaron en su basílica, así como en las calles principales de Pátzcuaro, donde la gente la esperaba en las banquetas. La banda de guerra y los cohetes que tronaban en el cielo anunciaban su llegada, mientras con aplausos y vivas a la Virgen de Tata Vasco, pacientemente los caballeros de la corte la cargaban, los sacerdotes les seguían, después las religiosas dominicas, las damas de honor, sin faltar la banda de música y las guarecitas.

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El festejo a la patrona de Pátzcuaro y de la Arquidiócesis de Morelia se inició nueve días antes con las peregrinaciones de las diferentes colonias y capillas de la ciudad. En este jueves 8 de diciembre, a las 05:00 horas, llegaron los músicos y cantantes, así como población en general para cantarle “Las mañanitas”, como es tradición. Durante la mañana, el ir y venir de los fieles fue constante, todos iban con el mismo fin: saludar a “Saluquita”, como cariñosamente se le conoce entre sus devotos.

Foto, Angélica Ayala.

Una de las misas más representativas durante su festejo es la purépecha, donde las personas originarias de los pueblos indígenas de la ribera del Lago de Pátzcuaro y de la Meseta Purépecha, principalmente, participan en esta celebración. Este día las vestimentas tradicionales de las mujeres son más elegantes de lo que comúnmente se usa, los hombres también portan sus mejores galas, algunos con sombreros, y todo el rezo es en su idioma.

Foto, Angélica Ayala.

Por la tarde, la ceremonia central se realizó a las 18:00 horas, para continuar con el momento cumbre de la festividad, cuando la imagen de la Virgen Inmaculada de la Salud es bajada de su camarín, las cortinas empiezan a cerrarse para que los caballeros de la Corte de la Virgen puedan entrar y mover la imagen con todo el cuidado y delicadeza. Afuera, la gente espera ansiosa que aparezca por las escaleras, mientras tanto, gritan los vivas, estallan en aplausos y se escuchan los cantos religiosos y alabanzas.

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Foto, Angélica Ayala.

Previo a salir a las calles, acción que solamente una vez al año se realiza, colocan a la imagen frente a todos, esperando que le pongan una protección de plástico duro transparente, que se ilumina en sus orillas. Los caballeros lo realizan con gran cuidado y metódicamente, sólo unos pocos están en esta labor. Deben cerrar bien la protección para que la virgen no sufra ningún daño en su trayecto. Al completar la misión, la mueven en la plataforma de madera fina, con los soportes que colocan en sus hombros inician el recorrido.

Desde que la Virgen empieza a bajar de su altar, las campanas no dejan de sonar, los cohetes truenan con más frecuencia, con más fuerza el campaneo se escucha cuando la Santísima Imagen va saliendo de su basílica y, como si todo coincidiera, el clima fue benevolente y en lo alto, muy alto, una gran luna brillaba en todo su esplendor. Así, frente a la iglesia ya la esperaban cientos de personas para ser los primeros en verla y en santiguarse.

Foto, Angélica Ayala.

De esta manera, empezaron el recorrido, deteniéndose en altares que previamente se colocaron en lugares ya previstos, como un descanso para la Virgen y de quienes la cargan, en cada pausa los sacerdotes también se turnaban para rezar, mientras tanto eran lanzados los fuegos artificiales en señal de que la Virgen estaba ahí, en señal de fiesta, en señal de regocijo, en señal de que la patrona de todos los patzcuarenses estaba en esas calles donde cotidianamente caminan cientos de personas.

Foto, Angélica Ayala.

En todo el trayecto la Virgen fue aclamada y reverenciada. Hubo quienes en voz alta le gritaban “¡cuídanos, madre, y bendícenos!”. Hubo quienes, con lágrimas en los ojos, se persignaban cuando la veían pasar, cerraban sus ojos y entrelazaban sus manos, seguramente pidiendo por algún milagro o quizá para agradecer algún favor recibido por la imagen de Tata Vasco y ahora de Pátzcuaro y la Arquidiócesis de Morelia.

Foto, Angélica Ayala.

Sin embargo, con el paso de los años la fiesta patronal ha cambiado. Años atrás comprar los cacahuates, las chirimoyas, las granadas, las mandarinas, eran paso obligado antes o después de salir del templo, ya que los puestos se ubicaban a un costado o frente a la Basílica, donde también estaban los juegos mecánicos y todo se concentraba en ese lugar, donde también se podían adquirir las tradicionales muñecas de cartón provenientes del Estado de México y de Guanajuato, así como las máscaras y los caballitos del mismo material, sin olvidar los juguetes de latón.

La fiesta en honor a la Virgen Inmaculada de la Salud concluyó cuando, al terminar su recorrido por las principales calles del centro de Pátzcuaro, regresó a su templo, que estaba totalmente abarrotado de sus fieles. Ahí nuevamente, delante de todos, le quitaron la protección y empezaron a subirla nuevamente a su camarín, donde recibió a miles y miles de los fieles que durante todo el año van a visitarla.

Foto, Angélica Ayala.