La historia de la osa Yupik; fue rescatada de destrucción de glaciar

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Foto: La Voz de Michoacán. Los días anteriores a su muerte, Yupik se encontraba clínicamente sana.

Arturo Molina/La Voz de Michoacán

Morelia, Michoacán. En el año de 1992, la osa Yupik fue rescatada de un glaciar destruido en la localidad de Anchoraje, en Alaska, luego de que una excavación acabara con su hábitat y la madre muriera a manos de un cazador. En su momento, las autoridades ambientales y de pesca de Estados Unidos dieron cuenta de haber encontrado a dos crías de oso polar. Con el paso de las semanas una de ellas murió.

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"La cachorra de cuatro meses y uno de sus hermanos machos quedaron huérfanos el 17 de marzo de 1992, cuando un joven cazador nativo disparó a su madre. El cazador desconocía acerca de la presencia de los cachorros. Desafortunadamente el cachorro macho murió el 13 de abril de 1992, en el zoológico de Alaska, cuando cayó desde una plataforma algo elevada. La cachorra hembra permaneció en el zoológico de Alaska, en la ciudad de Anchorage, bajo el cuidado del Dr. Riley Wilson y del Jefe Curador, Sr. Wayne Ray.", relata la carta de autorización para el traslado de la osa, emitida por el Departamento del Interior de los Estados Unidos de Norteamérica y Servicio de Peces y Vida Silvestre.

Pese a lo anterior, desde hace poco más de 13 años comenzó la lucha de ambientalistas con el gobierno del estado parta llevar a la osa a otros lugares con “mejores condiciones”. Y es que, aseguraron, la temperatura de la capital michoacana y las condiciones en las que vivía la osa estaban afectado la calidad de vida del animal.

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El último intento por parte de los activistas y Zoocheck fue detenido debido a que la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), en conjunto con las autoridades ambientales de Michoacán, encontraron más de 30 inconsistencias en el proyecto de justificación de Yupik al Reino Unido.

Desde junio de 2017, el Zoológico de Morelia permitió que una entrenadora especial trabajara con la osa polar para que el animal se acostumbrara al contenedor en el que habría de hacer el largo viaje, el cual se planeaba que fuera sin anestesia, sedantes y en la menor cantidad de estrés posible, lo que finalmente no se concretó.