Morelia, el hogar de niños españoles refugiados de la Guerra Civil

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Paola Franco/ La Voz de Michoacán

 

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Morelia, Michoacán. La agresión fascista contra el pueblo español “vomitó” a miles de personas en la década de 1930, quienes buscaron refugio en diversos lugares. México, y en especial Morelia fueron el hogar para centenares de hispanos.

Con la peculiaridad de que a la Ciudad de la Cantera Rosa llegarían los más pequeños de éstos.

Fue en junio pero de 1937, cuando centenares de niños españoles llegaron a Veracruz y de ahí viajaron a la capital michoacana.

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Tristeza, enojo y miedo encerraban las miradas de los infantes que en los años treinta vivieron el infierno de una Guerra Civil en su país.

Un motor más fundamentado en la solidaridad, que en la corta memoria, llevó a México a recibir a niños, algunos adultos y funcionarios españoles que salieron de su país en plenos ataques del gobierno fascista.

Un 7 de junio, el puerto de Veracruz que años atrás, en condiciones muy diferentes, viera llegar a Hernán Cortés, ahora daba un cálida bienvenida a 503 españoles que viajaban desde Francia, para el 10 de junio ya había llegado a Morelia 440 niños.

La antigua Valladolid recibió con bombo y platillo a los pequeños que arribaron a  la estación del tren, ubicaba en ese entonces cerca de donde ahora se encuentra la Harinera, allá donde baja la calle  Guadalupe Victoria y se encuentra con la avenida  Nocupétaro.

Los morelianos esperaban la anunciada llegada de los refugiados, que tenía todo el respaldo del gobierno de Lázaro Cárdenas.

Por la Avenida Madero, en ese entonces Calle Real, caminaron los “españolitos”.

Les dimos ates, regalos por donde quiera a los niños, los hicimos llorarvenían muy agresivos, estaban en una psicosis”, relata el historiador José Fabián Ruiz, quien escribió un libro de este suceso, que marcó la vida de cientos de personas.  

La primera casa de estos infantes fue un internado que estaba en el hoy colegio Antonio de Mendoza, en la calle Plan de Ayala, junto al templo de María Auxiliadora, ahí era el edificio para los niños, mientras que las niñas estaban en un inmueble ubicado a cuadra y media, sobre la misma calle.

Aunque los 440 niños de España, llegaron a dicho edificio y otro que estaba a cuadra y media, en menos de 3 meses ya habían salido entre 16 y 18 niños a diferentes hogares de Morelia y de México.

Los lazos entre los morelianos y los españoles fueron obligados con el paso del tiempo, y uno de los legados más importantes de este hecho histórico fue el origen de lo que después fue el Internado España México.

Con el tiempo, las butacas de dicha escuela fueron ocupándose por mexicanos, como el ingeniero Luis Béjar que llegó a ser presidente municipal de Morelia.

Algunos llegaron sin los documentos necesarios, que erasu acta de nacimiento  y el permiso dado por sus padres para que fuera protegidos en Morelia, mientras terminaba la Guerra Civil”, cuenta Fabián Ruiz.

 

 

Las cosas se complicaron cuando la guerra, que se creía iba a ser corta, tardó 3 años, y la embajada mexicana no les dio el documento 103, a quienes no tenían los documentos completos. Sin ese documento no tenían residencia en México, por lo tanto no podían tener para el permiso de reintegro a su patria. 

Uno me decía con mucho dolor -Fabián entiéndeme, el problema es que yo soy un trinche gachupin en México y allá en mi tierra soy un indiano mexicano, ni soy de México ni soy de España porque me falta ese documento de Relaciones Exteriores-, narró don Fabián Ruiz.

Pepe Dobla, uno de los amigos españoles de Fabián Ruiz, pasó muchos años con la idea de que su madre había muerto y 45 años después se le informó que ella vivía.

Sé que pidió dinero prestado para el viaje, llegó y al encontrarse con la madre, ella con dolor abrió los brazos y sin decir nada le gritó –hijo, hijo mío-hace un año lo vi muy enfermo, lo estoy buscando, vive en Morelia”, relató el compilador del libro Guerra Civil Española y los Niños de Morelia.

Emeterio Paya, Pepe Doblas y Andrés Melo,  a quienes recuerda con cariño y risas Don Fabián, son parte de las historias de este episodio de la ciudad colonial; también recuerda a la pequeña Pilar que conocían como Paloma, una española que sobresalía por su belleza.

Fue el Jardín de la Nueva España, uno de los sitios principales que dieron cobijo a los refugiados, marcando la historia de éstos y transformando la cultura del pueblo moreliano. España no se fue de Morelia, y seguramente nunca se vaya.