Los osos polares comienzan a adaptar su dieta debido a cambios climáticos

Este estudio sugiere que el cambio en el rol que desempeñan los grandes omnívoros podría fortalecer la resiliencia de los ecosistemas frente a los cambios ambientales globales

Foto: EFE

EFE / La Voz de Michoacán

Sevilla, España. - Una investigación internacional en la que ha participado la Estación Biológica de Doñana–CSIC ha revelado que la mayoría de los osos pueden adaptar su dieta al clima y a la disponibilidad de alimentos, lo que modifica su papel dentro de los ecosistemas.

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Este estudio sugiere que el cambio en el rol que desempeñan los grandes omnívoros podría fortalecer la resiliencia de los ecosistemas frente a los cambios ambientales globales, según ha informado este viernes el Centro Superior de Investigaciones Científicas en un comunicado.

Los osos son verdaderos omnívoros y su flexibilidad en la dieta les ha permitido subsistir con éxito en una amplia variedad de hábitats.

Pueden tener una dieta muy diversa como bayas, raíces, nueces y pastos, pero también insectos, peces y mamíferos, y su composición varía según la especie y la estación del año.

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Los osos pardos se alimentan por ejemplo principalmente de bayas o nueces en verano y otoño, mientras que en primavera incluyen más carne, una capacidad de adaptación que hace que los osos se encuentren en diversas regiones del mundo, desde la tundra ártica hasta los densos bosques tropicales.

"A diferencia de la mayoría de los demás grandes carnívoros, los osos tienden a preferir una dieta baja en proteínas y la mayoría de las especies poseen menos adaptaciones anatómicas y fisiológicas para el consumo de carne. Esta flexibilidad les permite tener una dieta excepcionalmente variada", ha explicado el investigador Jörg Albrecht del centro SBik-F.

Gracias a esta versatilidad, los osos desempeñan al mismo tiempo muchos roles ecológicos, de modo que cazan presas, comen carroña, dispersan semillas y se alimentan de plantas.

De esta manera, su actividad influye en las poblaciones de presas, en el crecimiento y la distribución de las plantas, en el ciclo de nutrientes y en los flujos de energía, tanto en ecosistemas terrestres como acuáticos.

Adaptando su dieta a los cambios ambientales

Para este estudio se recopilaron datos ecológicos procedentes de registros actuales y fósiles de siete especies de osos diferentes.

Los resultados muestran que, en regiones con poca disponibilidad de alimentos y estaciones de crecimiento cortas, los osos tienen una dieta más carnívora.

En cambio, en áreas productivas con temporadas de crecimiento largas prefieren alimentos de origen vegetal. Además, los análisis también revelaron cómo la dieta de los osos se había adaptado a grandes cambios ambientales en el pasado.

"Nuestros análisis de isótopos de huesos fósiles del Pleistoceno tardío y el Holoceno mostraron que el oso pardo europeo cambió progresivamente hacia una dieta basada en plantas a medida que la producción primaria aumentaba y los periodos de vegetación se alargaban tras la última glaciación, hace unos 12.000 años", ha añadido el coautor Hervé Bocherens del Centro Senckenberg para la Evolución Humana y el Paleoambiente en la Universidad de Tubinga.

El hecho de que los osos puedan modificar su dieta en función de la disponibilidad de alimentos y del clima revela algo que hasta ahora había recibido poca atención: los grandes omnívoros pueden cambiar su papel en los ecosistemas, pasando de ocupar los niveles más altos de la red trófica a las más bajas.

A este proceso, el equipo de investigación lo denomina "recableado trófico" (trophic rewiring).

Los resultados resaltan el papel crucial que desempeña la megafauna omnívora -muchas veces también grandes carnívoros- en los ecosistemas, por lo que pueden ayudar a garantizar que las redes tróficas permanezcan estables a pesar de presiones globales como el cambio climático.

"Los grandes carnívoros contribuyen a la resiliencia y estabilidad de los ecosistemas, algo esencial en un mundo que está cambiando rápidamente", ha señalado la investigadora Nuria Selva, de la Estación Biológica de Doñana.