Mexicanos en Nueva York desafían el frío y al ICE para honrar a la Virgen de Guadalupe

“¡Viva la Guadalupe! ¡Viva el indio Juan Diego! ¡Viva México!”, se escuchó hoy en Central Park

Foto: Efe

EFE / La Voz de Michoacán

Nueva York. - Centenares de mexicanos en Nueva York rindieron tributo este viernes a la Virgen de Guadalupe, patrona de su país, con antiguas danzas, música, flores, oraciones y procesiones, pero sobre todo con una fe inquebrantable en su virgen, desafiando las gélidas temperaturas y el temor a las redadas que ha puesto en marcha la Administración de Donald Trump.

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Los fieles asistieron a las procesiones y a la misa celebradas hoy en la Gran Manzana portando imágenes de la virgen o llevándola en su vestimenta, tal y como ocurrió hace 494 años con la tilma del indio Juan Diego, a quien, dice la leyenda, se le apareció la Virgen de Guadalupe en 1531 en el cerro Tepeyac, México.

Los mexicanos portaron banderines y flores y dijeron presente, como cada año, para agradecer a la “Lupita” por un favor concedido, cumplir una promesa o pedir por la paz en el mundo y el bienestar de sus familias, entre otros ruegos.

Este año, el evento atrajo especialmente a jóvenes gracias a la carrera de relevo de la Antorcha Guadalupana, que se ha celebrado durante 24 años. La antorcha partió desde la Basílica de Guadalupe en México el 30 de agosto, encabezada por gigantescas pinturas de la virgen y de Juan Diego.

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Tras visitar nueve estados mexicanos, cruza el río Bravo en Camargo, Tamaulipas, y se dirige a Estados Unidos.

Como cada año, la Virgen de Guadalupe y Juan Diego, acompañados por los corredores -como hacen los inmigrantes-, cruzaron la frontera y, tras ser recibidos en varios estados, finalizaron su recorrido en Central Park, donde llegaron encabezados por una bandera de EUA y una de México con la imagen de la virgen.

La amenaza del ICE, también presente

El evento estuvo cerca de no realizarse por el temor expresado por muchos mexicanos a las redadas del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), dijo Joel Magallán, director de Tepeyac, organización en Nueva York que realiza la carrera.

Sin embargo, miles de jóvenes hijos de inmigrantes nacidos en Estados Unidos dieron un paso al frente y decidieron correr por sus padres y por todos los inmigrantes indocumentados.

Cerca de 8,000 mexicanos participaron en la carrera desde que salió de la Basílica hasta Nueva York, un recorrido de 5,000 kilómetros, con Lucía Romero, de 67 años, portando la antorcha, como ha hecho durante 15 años cumpliendo una promesa tras la muerte de su hijo.

“¡Viva la Guadalupe! ¡Viva el indio Juan Diego! ¡Viva México!”, se escuchó hoy en Central Park, donde los mexicanos rindieron homenaje a su Guadalupana con una danza prehispánica y cantando.

Luego, uno a uno se acercaban a la imagen de la virgen que cruzó la frontera, la tocaban, se arrodillaban y oraban ante ella.

Adolfo, un joven indocumentado de 20 años, acudió por primera vez y aseguró a EFE no tener miedo de ICE “por la fe” que tiene en la Virgen de Guadalupe: “Que sea lo que la virgencita y Dios diga”.

Angel López, uno de los capitanes de la carrera, acudió con sus padres indocumentados y dijo tener miedo por éstos: "Sé que Dios nos va a proteger, ellos tienen fe en la virgen y sabemos que no nos va a pasar nada", afirmó.

Según Tepeyac, los objetivos de la carrera son llevar un mensaje de fe, esperanza y unión entre los pueblos, visibilizar la realidad de los migrantes, fortalecer la conexión espiritual con la Virgen de Guadalupe y pedir por su protección y bienestar, así como honrar la cultura y tradición mexicana a través de la fe.

Mientras, en la catedral de San Patricio, donde el altar dedicado a la Virgen estaba abarrotado de flores, en particular rosas, se celebró una misa con mariachis al finalizar la procesión.

Los mexicanos llenaron la catedral, y algunos asistieron con sus hijos vestidos como Juan Diego. El servicio religioso fue presidido por las imágenes de la Virgen desde el altar principal, donde los niños fueron bendecidos.

La virgen fue despedida con la Danza de los Matachines frente a la catedral ante la mirada de sorpresa de neoyorquinos y visitantes.