La Sinaloa venezolana: el narco llegó para quedarse en los límites con Colombia

En el estado venezolano de Zulia ya es común que mexicanos presionen a ganaderos para habilitar narcopistas en San Felipe, hoy conocido como «Sinaloa»

Narcoavioneta asegurada por la Guardia Nacional venezolana.

Redacción / La Voz de Michoacán

Hablar de cárteles mexicanos en el territorio venezolano ya es algo recurrente, según una investigación de InSight Crime. El impacto de su presencia ha llegado a tal punto que existe un pueblo en el estado Zulia que ha sido rebautizado con el nombre de una de las más célebres organizaciones criminales mexicanas.

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En una comunidad conocida como San Felipe, ubicada sobre el municipio de Machiques de Perijá, al noroeste del estado venezolano de Zulia, escuchar a personas hablar con acento mexicano parece estar convirtiéndose en algo rutinario. Habitantes de esta localidad, próxima a la frontera con Colombia, manifiestan que el grado de penetración de los grupos mexicanos es tan grande, que ahora este lugar es conocido con el nombre de Sinaloa.

De acuerdo con fuentes consultadas por InSight Crime en Machiques de Perijá, son varias las evidencias que confirmarían la presencia de emisarios aztecas en el lugar. Ganaderos, productores y habitantes han sido testigos de la llegada cada vez más frecuentes de muchos mexicanos, en su mayoría en actividades de paso. Además de la proliferación de lujosas camionetas último modelo, fiestas con narcocorridos de fondo, prostitución y otra serie de excentricidades que han cambiado la cotidianidad de esta zona.

“Sí, a ese pueblo lo llaman Sinaloa, y le dicen así no por inventar el nombre, sino porque muchos (de los que llegan) son pilotos mexicanos. Los han visto, duermen en hoteles, hablan (mexicano), una persona con ese acento es fácil de reconocer. Ya llaman a ese pueblito Sinaloa”, sostuvo uno de los ganaderos entrevistados en la zona, cuya identidad será resguardada por seguridad.

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Tres narcotraficantes mexicanos, Luis Fiol, Enrique Gastelum y Jorge Alarcón, se fugaron en 2019 de la prisión de La Planta, una violenta cárcel de Caracas cerrada en 2012 y reconvertida en 2017 por el gobierno de Maduro en un centro de "reeducación" para reclusos extranjeros.

No obstante, la narcocultura mexicana no fue lo único que llegó con los sinaloenses. Pobladores de San Felipe se ven sometidos ante la presión de las estructuras criminales y son obligados a adaptar pistas rudimentarias que sirvan para el aterrizaje y salida de aeronaves que llegan cargadas con millones de dólares y salen con toneladas de droga. Vías principales, como la que conecta los municipios de Machiques y Colón, también han sido acondicionadas para estos fines.

Un hecho reciente, que involucró actividades de narcotraficantes mexicanos en Venezuela, ocurrió en septiembre de 2019, reportó el diario La Verdad. En ese entonces, el Comando de Defensa Aeroespacial integral de Venezuela (CODAI) detectó dos avionetas pertenecientes presuntamente al Cártel de Sinaloa.

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El narco en Venezuela

Venezuela viene cumpliendo un rol protagónico en el tráfico internacional de drogas, razón por la cual ha despertado el interés de varias organizaciones dedicadas a este negocio, y el Cártel de Sinaloa no es la excepción.

Dicho esto, Venezuela no es un punto de tránsito primario para la cocaína con destino a Estados Unidos, según los propios datos de la Administración de Control de Drogas de los Estados Unidos (DEA). “Los funcionarios estadounidenses han declarado con frecuencia que se trafica mucha más cocaína a través de la llamada ruta del Pacífico Oriental (a través del sudoeste de Colombia y Ecuador) que a través de Venezuela”, según un informe  de la Oficina de Washington sobre América Latina (WOLA).

En 2018, un avión del Cártel de Sinaloa fue derribado por autoridades venezolanas.

En el estado de Zulia son cerca de 400 las pistas para el aterrizaje y salida de narcoavionetas con destino a las Islas del Caribe y Centroamérica, que los mexicanos han adecuado con apoyo del Ejército de Liberación Nacional (ELN), según revelaron ganaderos de la región. Los municipios fronterizos de Jesús María Semprún, así como Machiques y Rosario de Perijá, han sido los lugares preferidos para realizar los intercambios de cajas llenas de armas y dólares, por cargamentos de droga.

Los mexicanos llegan a las fincas de productores agropecuarios ofreciendo grandes sumas de dinero para que les permitan utilizar las pistas existentes o habilitar espacios para el aterrizaje y despegue de narcoaviones, según testimonios.

Pagan desde 40 mil hasta 60 mil dólares por cada “toque” (como le dicen al aterrizaje), explicaron ganaderos venezolanos en Zulia y otros estados del país. Los hacendados que no estén dispuestos a cooperar con los narcos se arriesgan a ser incriminados para ser judicializados por tráfico de drogas.

Asimismo, se han presentado casos de complicidad entre la Fuerza Aérea de Venezuela y los cárteles mexicanos. Gino Alfonso Garcés Vergara, un antiguo capitán de este organismo estatal, recibía pagos de 500 mil dólares por el paso de avionetas cargadas de droga por el espacio aéreo venezolano sin ser interceptadas.

Hace 2 años, el gobierno venezolano detuvo a 3 pilotos al servicio del Cártel de Sinaloa en el estado de Zulia.

En medio de este escenario, el vicepresidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, Juan Pablo Guanipa, habló con El Pitazo y manifestó su preocupación por presencia de cárteles de droga en esta región. Según Guanipa, los ganaderos y productores están expuestos a constantes amenazas que le impiden pronunciarse sobre el tema. Prueba de lo anterior fue el asesinato del productor agropecuario Gaspar Enrique Rincón Urdaneta, en 2015, quien aparentemente denunció estas irregularidades.

Hay otras evidencias de la presencia de emisarios mexicanos en Venezuela. En junio del 2019, Iris Varela confirmó la fuga de tres ciudadanos de nacionalidad mexicana que habían sido capturados por la participación en la comercialización de estupefacientes y ofreció recompensa por su recaptura. Los criminales aztecas contaron con el apoyo de logística interna y acceso de armas largas para su escape.

El flujo constante de cocaína colombiana y el silencio del gobierno venezolano han hecho que los poderosos carteles de la droga de México se sientan como en casa en Venezuela, consigna InSight Crime.