Un día como hoy, pero de 2006, ejecutaron en la horca a Saddam Hussein

El presidente de Irak fue ejecutado el 30 de diciembre de 2006; antes de morir recitó la profesión de fe musulmana, pero no llegó a terminarla

Redacción / La Voz de Michoacán

El 30 de diciembre de 2006, el dictador Saddam Hussein, de 69 años, murió ahorcado tras ser sentenciado por la justicia de Iraq por crímenes contra la humanidad. Las imágenes de esta ejecución dieron la vuelta al mundo, pero son pocas las personas que pueden contar al detalle los momentos previos de este histórico y polémico suceso.

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Muafak al Rubaie fue el antiguo consejero de Seguridad Nacional de Iraq y recordó lo ocurrido aquel día. “Lo llevé a la sala del juez, que le leyó la lista de los cargos de los que se le acusaba mientras Saddam Hussein repetía '¡Muerte a Estados Unidos! ¡Muerte a Israel! (…) ¡Muerte al mago persa!', dijo en una entrevista con AFP en 2013.

Posteriormente llevó a Saddam Hussein a la sala donde sería ejecutado. El dictador, que tenía los pies encadenados, tuvo que ser jalado para que subiera las escaleras.

“Saddam Hussein llevaba una chaqueta, una camisa blanca, estaba normal, informal. Nunca dio un aspecto de estar perdido, y no vi ni una señal de miedo. Fue muy coherente”.

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Muafak al Rubaie, consejero de Seguridad Nacional de Iraq.

“Se puso de pie en el interior de la habitación con el cadalso y la soga delante de él. Él me miró con una mirada penetrante y dijo: ‘Doctor, esto es para los hombres’”, relató.

En el momento previo a su ejecución, hubieron testigos que le gritaron “¡Viva el imán Mohamed Baqr al Sadr!” y “¡Moqtada! ¡Moqtada!”, en referencia a un opositor muerto bajo su presidencia y su sobrino. Hussein les respondió: “¿Se comporta así un hombre?”.

Al Rubaie contó que luego levantó la palanca para ahorcar a Saddam Hussein, pero no funcionó. Fue entonces cuando otra persona no identificada hizo efectiva la ejecución.

Antes de morir, Saddam Hussein comenzó a recitar la profesión de fe musulmana, pero no llegó a terminarla. "Soy testigo de que no hay más Dios que Alá y que Mahoma…”, dijo, sin llegar a decir “… es su profeta”.

“Se merece ser ahorcado mil veces, vivir de nuevo y ser colgado de nuevo. Pero este sentimiento, este sentimiento es extraño. Esa habitación donde murió estaba llena de muerte”, agregó Muafak al Rubaie.

Según Al Rubaie, la ejecución se decidió después de una videoconferencia entre el entonces primer ministro de Iraq, Nuri al Maliki, y George W. Bush, presidente de Estados Unidos por aquellos años.

"¿Qué va a hacer usted con este criminal?”, preguntó el presidente de Estados Unidos. “Lo vamos a ahorcar”, dijo Maliki, a lo que Bush respondió levantando el pulgar en muestra de total aprobación, contó Muafak al Rubaie.

Por su parte, Raghad Hussein, hija de Saddam Hussein, se pronunció el año pasado cuando se cumplían 12 años de la ejecución.

Según Infobae, Raghad Hussein realizó dos publicaciones en Twitter, pero al poco tiempo la cuenta fue cerrada.

Los tuits contaban cuáles fueron las últimas palabras de Saddam Hussein a cuatro días de ser ejecutado, según detalla Clarín.

“Oh, pueblo honorable, le confío mi alma a usted y al Señor misericordioso, que no defrauda al creyente honesto… Alá es grande”, fueron las supuestas palabras del dictador iraquí, según uno de los tuits.

También publicó una grabación en la que decía: “Espero, queridos iraquíes, que nuestra visión de un Iraq más seguro y estable se expanda”.

Los mensajes tenían la firma: “Saddam Hussein, Presidente de la República y Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas”.

Saddam Hussein estuvo en el poder en Iraq desde 1979 hasta la invasión de Estados Unidos en el 2003.

Finalmente lo ejecutaron el 30 de diciembre del 2006. Fue procesado por crímenes contra la humanidad por la muerte de 148 chiitas en Dujail en 1982.

“Nunca vi ese momento y me rehúso a verlo”, le contó Raghad Hussein a CNN en una entrevista en el 2016. “Los detalles de su muerte son desagradables y dolorosos, pero fue una muerte honorable”, agregó en unas declaraciones que causaron polémica a nivel mundial.

El testigo de la ejecución, Muafak al Rubaie, recordó al dictador como una persona que nunca mostró arrepentimiento alguno.

“¿Era un criminal? Lo era. ¿Un asesino? Cierto. ¿Un carnicero? Cierto. Pero fue fuerte hasta el final (…) No escuché un ápice de arrepentimiento de su parte, no le escuché implorar misericordia a Dios, o pedir perdón”.

Muafak al Rubaie, consejero de Seguridad Nacional de Iraq.