POR LA ESPIRAL |Erdogan: entre elecciones y el caos

En estos momentos, Turquía vive en estado de emergencia y al Ejecutivo le llueven críticas porque los afectados creen que no está gestionando rápidamente la ayuda que la gente demanda.

Foto: twitter

Claudia Luna Palencia

Para el presidente turco, Recep Tayipp Erdogan, esta catástrofe es un balde de agua fría para él, con sus expectativas personales y electorales, porque a sus 68 años de edad volverá a presentarse a las elecciones presidenciales –el próximo 14 de mayo– y pretende ganar otra vez. Erdogan, dirige los destinos de su nación desde marzo de 2003, inicialmente como primer ministro hasta agosto de 2014; y desde entonces, como presidente y ahora quiere otro período.

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En estos momentos, Turquía vive en estado de emergencia y al Ejecutivo le llueven críticas porque los afectados creen que no está gestionando rápidamente la ayuda que la gente demanda.

La economía turca había mostrado un sólido desempeño en medio de la pandemia: creció por encima del 5 por ciento el año pasado y, el FMI, pronosticó un crecimiento del 3.5 por ciento para 2023.

Este escenario no existe más después de la devastación que han dejado los dos terremotos con más de 6 mil 500 edificios derrumbados, en datos preliminares. Hay otras cifras no oficiales de 11 mil edificios colapsados en total, en las provincias afectadas… el mandatario turco necesitará mucho dinero para la reconstrucción y atender las necesidades sociales de millones de personas damnificadas.

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Además, la gente está verdaderamente irritada porque se ha visto abandonada a su suerte en las primeras 48 horas que son cruciales para salvar vidas. A ello se añade que, el gobierno para impedir un caos informativo, decidió restringir el uso de las redes sociales como Twitter y la gente cree que en casos de una emergencia es una forma de comunicarse ágilmente con sus familiares y amigos.

Erdogan, visiblemente envejecido, pide “paciencia” a la población doliente expuesta al frío, la nieve, la lluvia y el inmenso dolor por perder a sus seres queridos y verse, además, sin casa… sin nada. Con un futuro totalmente incierto.

La oposición turca suma negligencias, para echárselas en cara al mandatario turco y al que acusa de corrupción, porque solo así se puede entender que los edificios derrumbasen como si fuesen de harina. Muchas de esas construcciones fueron construidas durante el régimen de Erdogan.

Turquía necesitará mucho tiempo y dinero para renacer de las cenizas. Tiempo para remover los miles de escombros y mucho dinero para reconstruir viviendas, hoteles y otras infraestructuras.

No descartemos créditos y ayudas externas no solo de la Unión Europea (UE) que siempre accede al chantaje turco a fin de evitar que les cuelen a los inmigrantes sirios y de otros países de Oriente Medio; también del Fondo Monetario Internacional (FMI) y de otros organismos internacionales.

Esa economía que venía creciendo en medio de la tempestad de la pandemia y de la invasión de las tropas rusas a Ucrania, resentirá los efectos de los terremotos.

¿Qué pasará con la figura de Erdogan? Tendrá que demostrar que no terminará fagocitado por las calamidades derivadas de los terremotos; hasta el momento él se empeña en realizar las elecciones de mayo, quizá vea que entre más pronto sucedan menos agravios tendrán que reprocharle los damnificados que, vivirán día tras día, con el dolor de sus pérdidas personales.

El presidente turco llevaba un tiempo posicionándose en el tablero geopolítico como un actor regional importante: se ofreció para mediar entre Putin y Zelenski en busca de la paz; el año pasado, en la cumbre de la OTAN, de Madrid, Erdogan salió como el héroe del cónclave, al sumarse, a los demás líderes para aceptar el ingreso de Suecia y Finlandia en la Alianza. Y aunque no ha sucedido de facto, porque los congresos tanto de Hungría como de Turquía, se oponen a ratificar la adhesión de Suecia y Finlandia en la OTAN, la verdad es que Erdogan generó un golpe de efecto importante.

A colación

La Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) señaló que está dispuesta a proteger los patrimonios culturales tanto de Turquía, como de Siria, dañados por los terremotos del pasado tres de febrero.

El organismo se ofreció para realizar una inspección in situ y evaluar el estado de los edificios considerados como patrimonio de la humanidad a fin de, primero hacer un inventario de daños; y segundo, proceder a estabilizarlos y protegerlos.

El derrumbe del histórico castillo de Gaziantep provocó que la comunidad internacional se movilizará a favor de su reconstrucción. Se trata de un edificio erigido, entre los siglos II y III, por el Imperio Hitita y que luego sería usado por los romanos. En la actualidad acogía al Museo Panorámico de Defensa y Heroísmo de Gaziantep pero con los terremotos ha quedado casi derruido. Estas son también las otras dolorosas pérdidas…

@claudialunapale