COLECTIVO CIUDAD|Educación para el futuro

El primer escenario se caracteriza por un proceso de “escolaridad extendida”, y considera que la participación en la educación formal durante los primeros años de vida aumentará su cobertura.

Salvador García Espinosa

Pese a la problemática social que prevalece en México, donde la delincuencia y el desempleo son significativos, la educación constituye la vía más efectiva para la movilidad social, además de permitirle al país enfrentar de mejor manera los desafíos y problemas actuales y futuros. Son múltiples y muy diversos los estudios que demuestran que a mayor nivel educativo aumenta la conciencia ambiental, se incentiva la participación cívica y política, incluso niveles más altos de educación se asocian con menos conductas de riesgo y estilos de vida más saludables.

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En la actualidad, tal vez, como nunca, enfrentamos cambios significativos, profundos y cada vez más frecuentes; habitamos un mundo con un alto grado de incertidumbre hacia el futuro, no sólo porque no existe control sobre el comportamiento climático, sino porque los avances en tecnología han transformado por completo nuestra forma de relacionarnos, de trabajar, de divertirnos y, sin lugar a dudas, la forma en que aprendemos y enseñamos. De aquí que sea válido y necesario repensar, de cara al futuro, la relación entre el aprendizaje y la educación, tanto en su dimensión formal como informal. Ante un mundo tan cambiante, todas las instituciones educativas deben prepararse en educar para el futuro, no pueden anclarse al pasado por exitoso que éste haya sido.

Para algunos puede sonar contradictorio pretender prepararse para el futuro en un mundo con tanta incertidumbre, pues no resulta tarea fácil; por esta razón, de entre las múltiples estrategias desarrolladas, una de gran utilidad es identificar diferentes escenarios posibles a futuros, y explorar qué impactos podrían tener. Hay que aclarar que la construcción de escenarios no busca predecir, sino simplemente señalar qué podría pasar, a fin de estar preparados. 

En enero del presente año, la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) publicó un estudio sobre las tendencias en educación. Aunque parezca obvio, la premisa de la que se parte es descartar dos escenarios: “Imaginar un futuro en el que los sistemas escolares masivos se hayan transformado radicalmente o, por el contrario, hayan desaparecido por completo puede ser difícil”. Así que dicho estudio identifica cuatro escenarios posibles a un futuro acotado en el horizonte temporal de 2040, por considerar que es lo suficientemente largo para que ocurra un cambio significativo, más allá de los ciclos políticos inmediatos, pero no tan lejano como para considerarse demasiado remoto.

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El primer escenario se caracteriza por un proceso de “escolaridad extendida”, y considera que la participación en la educación formal durante los primeros años de vida aumentará su cobertura. Se intensificarán los esfuerzos para aumentar el acceso a aprendizaje formal, porque se reconoce a la educación como base de la competitividad económica de un país. Aquí Michoacán y sus universidades privadas, y más aún las de carácter público, tienen mucho por hacer, la cobertura educativa es de apenas 29 por ciento, mientras la media nacional, de 42 por ciento, y la meta es de 50 por ciento.

Un segundo escenario refiere a la “Educación subcontratada” y provee que los sistemas escolares tradicionales se verán disminuidos en la medida que la sociedad se involucra más directamente en la educación de sus ciudadanos. En otras palabras, el aprendizaje se lleva a cabo a través de arreglos más diversos, privatizados y flexibles, con la tecnología digital como factor clave; lo que provoca un abandono de las estructuras rígidas de la educación tradicional, tal como la conocemos actualmente. En el ámbito de la educación superior es preciso avanzar hacia las soluciones de aprendizaje más flexibles, adaptables a las necesidades individuales de los jóvenes, considerando múltiples factores como: su ocupación laboral, situación económica, ubicación geográfica, acceso a tecnologías, etc. Todo bajo un objetivo del aprendizaje permanente.

Un tercer escenario, que resulta particularmente interesante para la realidad de Michoacán, es el que ubica a las escuelas como “centros de aprendizaje”, bajo el cual deberíamos de conceptualizar a las instituciones de educación superior como espacios abiertos, donde se propicie la vinculación estrecha con sus comunidades, para favorecer formas de aprendizaje más dinámicas y adaptables al constante cambio; donde diversos actores individuales e institucionales ofrezcan una variedad de habilidades y experiencias que puedan incorporarse para apoyar el aprendizaje de los estudiantes. En este escenario, la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, como principal institución de educación superior de la entidad, está llamada a ser una pieza central del ecosistema educativo estatal. 

Un cuarto y último escenario asume que la educación tiene lugar en todas partes y en cualquier momento, se desdibujan los límites entre el aprendizaje formal e informal. Se cataloga como “Aprende sobre la marcha”; este modelo asume un vertiginoso avance de la inteligencia artificial, la realidad virtual y aumentada, el Internet y la conectividad. El mayor reto es asumir que las oportunidades de aprendizaje están ampliamente disponibles, caso de forma gratuita, prueba de esto, es el incremento de clases, conferencias y diversas formas de tutoría disponibles en línea.

Hoy se observa, particularmente para la educación superior, un inminente escenario disruptivo; es impostergable una modernización que permita enfrentar nuevos objetivos, adecuar y cambiar viejas estructuras a fin de garantizar que los programas educativos sean actuales y pertinentes, en lo regional, pero consientes del proceso global al que se enfrentarán los profesionistas egresados. La Innovación, vinculación, responsabilidad social, adaptabilidad, interculturalidad, perspectiva de género, con mayor énfasis inclusión y tolerancia, deben ser aspectos inherentes a la Educación Superior, tanto en instituciones privadas como públicas, se deben unir esfuerzos para garantizar que los futuros profesionistas puedan asumir desde su realidad, los retos que enfrentarán en el futuro.