COLECTIVO CIUDAD|Resiliencia urbana

Para el caso anterior, desde una perspectiva de resiliencia urbana, sería necesario generar al menos otra alternativa de comunicación, para que, en caso de una eventualidad como las señaladas en el párrafo anterior, la población de dicha localidad pueda restablecer sus actividades lo antes posible.

Salvador García Espinosa

A propósito de los recientes sismos acontecidos, y más allá de la intrigante “coincidencia” de fechas, la magnitud y los lamentables daños, considero pertinente compartir una reflexión al respecto, que nos lleva más allá de la coyuntura mediática que, como cualquier otra noticia pasará en uno o dos días ante nuevos acontecimientos. Para este propósito me referiré al concepto de resiliencia.

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Este concepto aparece por primera vez a mediados del siglo pasado, en una obra intitulada Teoría de los Apegos en Edades Tempranas, que escribe un psicoanalista inglés de nombre John Bowlby, quien utiliza el concepto de resiliencia para definir la capacidad que tenemos los seres humanos de superar períodos de dolor emocional provocados por situaciones adversas, e incluso salir fortalecidos de ellas. De aquí que, desde la Neurociencia se considera que las personas más resilientes son aquellas que tienen mayor equilibrio emocional frente a las situaciones de estrés, es decir, que soportan mejor la presión, y esto les permite una sensación de control frente a los acontecimientos y mayor capacidad para afrontar las situaciones difíciles y estresantes.

En el campo de las ingenierías, la resiliencia sería sinónimo de elasticidad y expresaría la capacidad de un cuerpo para recuperar su estado o posición original después de haber sido sometido a fuerzas que tienden a deformarlo o desplazarlo. En el ámbito de la Biología la resiliencia se entiende como la adaptabilidad de los individuos o los grupos, su capacidad para vivir, desarrollarse positivamente y superar el estrés causado por las adversidades.

El concepto se adopta para las ciudades y se acuña el término de resiliencia urbana para abordar aspectos relacionados con la capacidad que se tiene de responder a todo tipo de obstáculos, sean repentinos, como el caso de temblores, inundaciones, derrumbes, entre muchos otros y aquellos de origen lento como sequías, agotamiento de mantos acuíferos, contaminación de suelos agrícolas, etc. En otras palabras, se trata de saber qué tan preparadas están las ciudades para proteger y mejorar la vida de sus habitantes ante eventos inesperados.

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Se trata de aplicar en nuestras ciudades aquel viejo refrán de: “Mejor prevenir que lamentar”, sobre todo cuando de vidas humanas se trata. Además, algunos estudios han demostrado que por cada peso que se invierte en la preparación o prevención ante desastres, se calcula que se ahorran entre cinco y diez pesos en pérdidas económicas.

Lo anterior adquiere relevancia si entendemos que la realidad ambiental en la que vivimos, indica que, como consecuencias del Cambio Climático, hace prever, desafortunadamente, un incremento de los desastres naturales. Tan solo en la última década se estima que las afectaciones por desastres naturales han impactado a más de 220 millones de personas en el mundo, y causado un daño económico anual de 100 mil millones de dólares. De no realizarse para 2030, inversiones significativas para hacer que las ciudades sean más resilientes, los desastres naturales podrían costar en todo el mundo 314 mil millones cada año, y el cambio climático podría llevar a 77 millones más de residentes urbanos hacia la pobreza extrema.

Sin dudas, el asunto no resulta sencillo y por eso se requiere de planeación; a manera de ejemplo pensemos en el caso de una de tantas localidades de Michoacán que solo cuenta con una sola carretera de acceso o que, su integración al resto de la entidad depende de un puente vehicular que se ubica sobre un río o cañada. Es predecible considerar que, ante un eventual fenómeno natural, como crecida del río, deslave de un cerro o sismo, dicha carretera se vería afectada y, en consecuencia, esta localidad quedará incomunicada. Esta es una situación de alta vulnerabilidad para la población, puesto que en ese momento resultará imposible que lleguen alimentos, insumos, servicios médicos, se garantice el comercio o movimiento de personas, etc. Llevaría mucho tiempo reestablecer las actividades a su nivel “normal” o existente previo al evento.

Para el caso anterior, desde una perspectiva de resiliencia urbana, sería necesario generar al menos otra alternativa de comunicación, para que, en caso de una eventualidad como las señaladas en el párrafo anterior, la población de dicha localidad pueda restablecer sus actividades lo antes posible. Algo similar debería de hacerse para evitar la dependencia a una solo fuente de energía o de suministro de agua potable, etc.

Se debe considerar que hay soluciones sencillas y baratas que pueden ser altamente efectivas y repercuten en la calidad de vida de los ciudadanos, por ejemplo, la captación de agua pluvial en cada vivienda o predio disminuiría la cantidad de agua que se canaliza al drenaje o se acumula en calles y provoca inundaciones. Además, su aprovechamiento disminuiría el riesgo de agotar nuestros mantos acuíferos.

Si entendemos a cabalidad la interacción global que tenemos en el planeta, comprenderemos que todos estamos obligados a construir nuevas herramientas y planteamientos que den poder a los gobiernos municipales, estatales o nacional y a la sociedad, para que juntos logremos incrementar la capacidad de nuestras ciudades para afrontar los nuevos desafíos protegiendo de mejor manera a todas las personas, y a los activos económicos y naturales de nuestras ciudades.

Con base en lo anterior, una ciudad resiliente sería aquella que evalúa, planea y actúa para preparar y responder a todo tipo de obstáculos, ya sean repentinos o lentos de origen, esperados o inesperados. Se trata de que las ciudades estén mejor preparadas para proteger y mejorar la vida de sus habitantes, para asegurar avances en el desarrollo, para fomentar un entorno en el cual se pueda invertir, y promover el cambio positivo.

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