Educación para el desarrollo

Se debe tener claridad sobre los recursos que se destina a la Educación y aquellos que se destinan bajo pretexto de la Educación.

Salvador García Espinosa

Esta semana se dio la noticia de que el Gobierno Federal otorgaría a Michoacán la cantidad de 3 mil 822 millones de pesos como recurso extraordinario para garantizar el pago de salarios y prestaciones de maestros. Se puede considerar una buena noticia, sobre todo en el ámbito laboral, pues al parecer se trataba adeudos de salarios y prestaciones, al parecer ya quedo atrás la eterna discrepancia sobre la conciliación de la nomina. 

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Se debe tener claridad sobre los recursos que se destina a la Educación y aquellos que se destinan bajo pretexto de la Educación. Se habla mucho de la Educación, como principal instrumento de movilidad social, así como palanca del desarrollo. Sin embargo, para que dichas afirmaciones sean ciertas, se deben generar las condiciones de vinculación que hagan posible el aprovechamiento del potencial que genera la Educación para el desarrollo y bienestar social.

La realidad ha sido muy distinta, la población en México aumento a un ritmo mayor que el aparato productivo y hoy en día, un título universitario no es garantía de empleo. El desfase del avance económico, más no del social, propició que el gobierno instrumentara una serie de políticas públicas tendientes a compensar u otorgar a la población las condiciones de salud, educación e incluso alimentación (consideramos los desayunos escolares), que le permitieran conseguir empleo e incorporarse a la población económicamente activa.

Solía, con frecuencia, afirmar que existe un divorcio entre el aparato productivo y la estructura educativa, pero un muy estimado maestro, me señalo: “porqué divorcio, si nunca hubo matrimonio” y efectivamente, la política educativa en México se ha diseñado más desde una perspectiva social, que, desde una perspectiva económica que garantice el vínculo con la estructura productiva.

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Hay muchas evidencias de que la política educativa y las políticas que impulsa el desarrollo económico, van por senderos distintos. Tal vez, la más evidente es, la migración interna que existe en México, de acuerdo al Instituto Mexicano de la Competitividad (IMCO), entidades como  Baja California, Baja California Sur, Sonora, Chihuahua, Nuevo León, Aguascalientes, Querétaro, Morelos, Campeche y Quintana Roo constituyen polos de atracción poblacional, debido a las oportunidades de empleo que ofrecen; mientras que aquellas que aquellas que “pierden” constantemente población son: Michoacán, Guerrero, Veracruz, Oaxaca, Puebla, Sinaloa, Durango Zacatecas, San Luis Potosí y Coahuila. 

Michoacán tiene una diversidad de contextos geográficos, que permite identificar elementos potenciales sobre los cuales impulsar el desarrollo de la entidad. Un ejemplo son los 247 kilómetros de costa, suficientes para considerar impulsar su aprovechamiento productivo, además del turístico. De igual forma, desde las Instituciones de Educación Superior (IES), dicha extensión de litoral justificaría la existencia de programas educativos relacionados con biología marina, que nos permitan formar a los profesionistas que hagan posible el máximo aprovechamiento del mar.

La presencia del Puerto de Lázaro Cárdenas y su relevancia como enclave multimodal marítimo-ferrocarril-carretero es incuestionable y debería de ser motivo suficiente para la generación de programas educativos relacionados con el ámbito aduanal, logística portuaria y demás áreas en las que se demanda personal altamente calificado y que, hasta el momento provienen de otras entidades.  Hoy sólo se imparte comercio exterior en la sede de Lázaro Cárdenas de la UMSNH.

Caso similar acontece con respecto al turismo, el posicionamiento que Michoacán tiene en esta materia en sus diversos ámbitos, cultural, natural, gastronómico, etc. proporcionan las condiciones ideales para que las IES existentes en la entidad, fueran líderes en la formación de especialistas en esta materia. 

De todos es conocido la existencia de yacimientos minerales en la costa y la zona de Tierra Caliente, tal vez con el suficiente potencial para que las IES vean un nicho de oportunidad para instrumentar la licenciatura en ingeniería minera. En la actualidad solo, en la UMSNH, existe el Instituto en Metalurgia, que ofrece programas de maestría y doctorado en este ámbito.

No se trata de pensar que las IES tienen sólo la función de generar mano de obra especializada de acuerdo a las necesidades de la industria, hay licenciaturas cuya aportación profesional es fundamental, aunque no de forma tan pragmática como los casos ejemplificados anteriormente. Se trata de señalar la relevancia que tiene el establecer una vinculación entre las instituciones educativas y el aparato productivo. Vivimos en una era del conocimiento, se requiere de personal altamente calificado capaz de innovar y generar valor agregado a las cadenas productivas, esto solo se puede lograr bajo una estrecha vinculación empresa-instituciones educativas-gobierno.

La iniciativa privada, es decir la participación de empresarios e industriales, deben ser garante de lograr objetivos a largo plazo, más allá de los periodos político-administrativos estatales o municipales. Las instituciones educativas lograrían apoyarse en el sector empresarial, para adecuar planes y programas de estudio a una realidad laboral por demás dinámica y fomentar la vinculación de sus alumnos y egresados con la estructura productiva. El papel del gobierno es fundamental, para impulsar la competitividad de las ciudades a mediano y largo plazo, el aspecto educativo y la garantía de personal altamente capacitado, resulta ser uno de los aspectos de mayor peso para la instalación de una empresa o industria.