El acceso a los mercados y el pequeño productor

Cuando los productores no pueden cumplir con los plazos, o no cumplen con las normas «de calidad» exigidas por los supermercados, pierden la venta, no pueden pagar sus créditos «de modernización» y van a la quiebra.

MARX AGUIRRE OCHOA

Los cambios en los mercados alimentarios tienen fuertes repercusiones en la seguridad alimentaria. El rápido aumento y la creciente concentración de los supermercados son dos de las causas y consecuencias más visibles de la transformación y consolidación de los sistemas alimentarios mundiales, desde la producción agrícola hasta el consumo de alimentos.  Es así, que la globalización de las industrias de alimentación y la expansión de los supermercados presenta tanto una oportunidad de acceder a nuevos y más lucrativos mercados, así como el riesgo de aumentar la marginación e incluso de extremar la pobreza de los productores del campo, al dejarlos fuera de los mercados dinámicos y de mayor rentabilidad. 

Durante las últimas décadas, las empresas trasnacionales han ganado control sobre el comercio, elaboración y ventas mundiales de alimentos. Los supermercados han ofrecido a los consumidores urbanos un mayor surtido y comodidad, así como precios más bajos y una mayor calidad e inocuidad de los alimentos, en ocasiones a costa de los proveedores de los bienes de consumo de esos supermercados.   Este predominio ha llevado a la creación de cadenas de suministro consolidadas, en las que los compradores, al servicio de grandes capitales transnacionales ejercen un poder cada vez mayor para establecer normas de calidad, precios y volúmenes de compra y plazos de pago.

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Como dato importante, solamente el 10 por ciento de la producción agrícola mundial va al comercio internacional.  La mayoría de los países producen casi todo lo que se comen y lo que va al mercado internacional está fuertemente controlado por las empresas trasnacionales en cada sector.  Producir para la exportación significa quedar en manos de estas empresas, en sus condiciones y fluctuaciones de precio del mercado internacional. Estos cambios afectan a todos los productores, y sobre todo a los pequeños y medianos productores, los menos en condiciones de desarrollo y fortaleza para enfrentar los nuevos desafíos y retos que implica la inclusión a los procesos de comercialización de los grandes supermercados.

El crecimiento de los supermercados en América Latina es imparable, con fuertes repercusiones en la producción agrícola interna de los países, tan sólo en la subsidiaria mexicana de Wal-Mart, con ventas de 730 mil millones de dólares tiene por si sola un 58% del mercado de los supermercados en nuestro país, lo que significa que alrededor de 4 de cada diez pesos que gastamos los mexicanos en comida, van a parar a la tesorería de esta empresa. En el 2021, cada mexicano en promedio compró siete veces en una de las 2756 tiendas de Wal-Mart. La expansión de esta empresa en nuestro país no disminuye, considerando que el 23% de sus tiendas se inauguraron en tan sólo un año.

Para los productores agrícolas, vender a un supermercado es una posibilidad tentadora, por los volúmenes que significa, pero plantea muchas dificultades, ya que estas grandes cadenas, además de volumen, piden plazos, regularidad, homogeneidad de los productos, rutinas de empaque y otras, como triangulación con certificadoras internacionales. La parte oscura de este negocio es que, una vez más, todos los riesgos los corren los campesinos, y los resultados negativos ya están apareciendo claramente.

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Cuando los productores no pueden cumplir con los plazos, o no cumplen con las normas "de calidad" exigidas por los supermercados, pierden la venta, no pueden pagar sus créditos "de modernización" y van a la quiebra. Es frecuente que también hayan perdido las posibilidades de venta que antes tenían, quizá otros puntos de venta hayan desaparecido absorbidos por los supermercados, y han orientado su producción a un solo producto, lo que los deja en una indefensión mayor a la que tenían en la producción más pequeña y diversificada, dirigida a compradores locales que aceptaban los productos, aunque no tuvieran todos el tamaño o el color "estándar".

Los supermercados llegaron para quedarse. Los gobiernos tienen que reconocer las tendencias y determinar cómo apoyar a los agricultores para que satisfagan las necesidades de las modernas cadenas de suministro, y ayudar también a los sistemas existentes de comercialización a competir con el sector de los supermercados.  El gobierno esta formulando estrategias encaminadas a proporcionar incentivos para alentar la modernización de los mercados tradicionales, fomentar las cooperativas que se conectan directamente con los supermercados o con los mayoristas, promover acuerdos de financiamiento entre los bancos, los supermercados, los proveedores y las empresas de insumos y legislar en materia de alianzas justas y equitativas en beneficio de los productores.

Es necesario que seguir colaborando de manera sinérgica con las instituciones encargadas del desarrollo del campo y los productores, para considerar nuevas certificaciones verdes, sociales y sustentables, son el principal tema de los supermercados para adoptar medidas apropiadas y competitivas ante un mercado mas exigente, para los productores agrícolas a nivel nacional antes de que los efectos superen sus fronteras.