Crónicas del jaripeo

En las páginas de La Voz de Michoacán y casi desde que iniciaron los jaripeos existen notas sobre las actividades del mismo, cuando se desarrollaba en la plaza de toros Monumental de Morelia

Gonzalo Reyes

Para seguir escribiendo la historia del jaripeo del presente y de actualidad, al estar de plano en la nueva normalidad y con los permisos para los eventos en forma restringida, continuamos analizando en apuntes y en la gran hemeroteca que hemos conformado, pues al leer los artículos remonto inmediatamente a las grandes épocas que pudimos vivir en la historia reciente y que hemos podido escribir en su momento gracias a la invaluable oportunidad que desde el 6 de enero de 1993 me ha brindado este prestigioso periódico diario al que con orgullo colaboro: La Voz de Michoacán.

PUBLICIDAD

Ya cuando esta institución periodística contaba con más de 40 años de vida dedicada a la más veraz, objetiva y oportuna información se abrieron sus páginas a otros compañeros para escribir la historia del jaripeo, pero esa ocasión con un enfoque diferente, lejos del concepto sanguinario y denigrante que se tenía para esta actividad en otros tiempos; antes de que sus raíces y esencia las empezáramos a conocer y a describir con la importancia cultural y de formación de valores que tiene.

Porque en las páginas de La Voz de Michoacán y casi desde que iniciaron los jaripeos existen notas sobre las actividades del mismo, cuando se desarrollaba en la plaza de toros Monumental de Morelia. De en los años en que comenzaba a tener auge y convocaba a miles de rudos espectadores, por lo general gente del campo y de otras ciudades y estados que acudían domingo a domingo a presenciar esta actividad que acaparaba multitudes y que muy pocos en la ciudad sabían de qué se trataba; se mencionaba en este diario y además de boca en boca que el jaripeo era el equivalente al circo romano, donde un hombre ponía en juego su vida solo por montar un toro que bien podría dejarle una fortuna en dinero, o bien alejarlo de este plano terrenal: porque si hubo varios decesos

Al correr el tiempo y después de sus orígenes de montas al toro salidas desde el suelo, ya ubicados con el uso del cajón para apretar a los bovinos y a mediados de la década de los 80, el concepto del jaripeo, con esa modernidad del cajón metálico para la jugada, le había quitado el carácter rudo, bronco y bravío del desafío a caballo para poder realizar la monta. Dejaron de ocurrir percances en el manejo de los toros en el ruedo: y el cajón además trajo un grado máximo en espectacularidad y así con menos accidentes, ya venía evolucionando a planos más aceptables y al paso fue convocando a más personas de las ciudades.

PUBLICIDAD

La Voz de Michoacán comenzó a escribir las reseñas con otro enfoque, el que puso en la cuestión deportiva para el jaripeo; y fue aceptado como un espectáculo de entretenimiento, dejando atrás la sensación de rudeza y hasta suicida que se tenía para la monta de toros premiados: y fue así como en los 90 se me brindó la ocasión para continuar escribiendo, investigando y a la vez profundizando en temas culturales e históricos que se abarcan en el jaripeo.

Tanto hemos escrito sobre intensas investigaciones y vivencias para forjar otro concepto del jaripeo, que muchos han seguido nuestros pasos y de tanto insistir en la esencia del jaripeo, con agrado vemos que lo que hemos trasmitido se sigue difundiendo y quizás hasta investigando por más personas interesadas en el mundo del jaripeo; y de las notas que  hemos tenido oportunidad de plasmar para la opinión pública, trascribo ahora tal y cual la escribiera el 23 de abril de 2008, la siguiente: que además marcó mi segundo regreso y hasta la fecha ininterrumpido a este querido diario, así que sin quitarle ni una coma, lo que a continuación se leerá es lo mismo que hace 14 años escribimos con motivo de  inaugurar mi segunda participación en este periódico y que tal como se interpretarán las subsecuentes líneas entrecomilladas, en el tiempo actual siguen vigentes.

“El espectáculo del jaripeo que a través del tiempo ha evolucionado, hoy día se encuentra posesionado en un lugar preponderante entre el público de las ciudades, una actividad de trabajo que se dio en el campo derivado de las necesidades propias del manejo de ganado como sustento del México de otros siglos y que dependía de la actividad en las haciendas.

El jaripeo actual ya como actividad deportiva se ha convertido en escaparate para la diversión de masas, criticado por los conservadores, por los naturistas y por los detractores para cualquier actividad, sin embargo, esta, la del jaripeo sigue subsistiendo y tomando con el paso del tiempo más fuerza.

Temas que abordaremos en lo subsiguiente con el fin de establecer criterios y forjarle su propia identidad al espectáculo más mexicano, más practicado y mucho más presenciado en nuestro país, que, aunque solo se manifiesta en los estados del centro, su trascendencia traspasa fronteras.

El jaripeo, espectáculo “deportivo” indispensable para festejar cualquier acontecimiento religioso ha tomado matices de misticismo, de tradición, de folclor, “de identidad de los pueblos que lo practican”; en las festividades más grandes de Michoacán, sin jaripeo simplemente estas fiestas perderían su esencia, como en la fiesta patronal de jaripeo más sonada a lo largo y ancho del país, en Nahuatzen, celebrada durante la última semana del mes de agosto, municipio purépecha donde han construido dos monumentales plazas de toros, con aforo para más de 7000 espectadores cada una, en las cuales celebran jaripeos, uno por la mañana y otro por la tarde acorde a su tradición y costumbre ancestral donde y después de las “topas” en el ruedo, las celebraciones litúrgicas tal pareciera que pasan a segundo término.

Si nos remontáramos un poco en la historia de nuestro país, encontramos que las faenas campiranas “en la época de las haciendas” y que se realizaban a caballo sobre los hatos de ganado vacuno, ahí encostraríamos la esencia del jaripeo, ya que esta palabra en la lengua purépecha significa; “todas las actividades realizadas en el campo y sobre el ganado, con la ayuda del caballo”. Esta primera referencia sobre el jaripeo está plasmada en la obra pictórica del maestro Ernesto De Icaza, quien evidenció toda la magnificencia del México de las haciendas, con sus primeros vaqueros campiranos del siglo antepasado, los que a mediados del siglo pasado se convirtieron en los actuales charros, al fundar la primera asociación, antes de la década de 1940.

Y si más atrás regresamos en el tiempo encontramos que la más primigenia manifestación del jaripeo, llega al nuevo mundo cuando los españoles desembarcan en las costas de Veracruz, con sus caballos y los primeros ejemplares de ganado bovino: temas que con el paso del tiempo y con la colaboración de la gente interesada, Iremos tratando hasta llegar al espectáculo actual del jaripeo, este de las montas de toro que nos sigue cautivando y que se posesiona como todo un fenómeno social discutido e incluso atacado, al que ninguna difusión ni apoyo oficial se le presta para considerarlo como una alternativa turística y deportiva que pueda dejar mejores dividendos y sobre todo para dignificarlo ya que este fenómeno de masas está tan arraigado en los pueblos del centro de nuestro país, tanto así que una fiesta patronal para ellos, sin jaripeo no tiene carácter ni esencia.”

Y es tan vigente esta nota de hace 13 años que sus líneas se ajustan a la perfección al presente; la historia es la misma y nadie la modificará, pero nosotros seguiremos escribiéndola, tan grandiosa de nuestro jaripeo y seguiremos marcando pautas y caminos. Solo recordemos que, si a Nahuatzen se le considera la capital mundial del jaripeo fue porque así lo consignamos en su tiempo.

Y además de que ese tema el de la grandeza de los jaripeos de Nahuatzen y su trascendencia en cualquier rincón de aquellas demarcaciones, lo tratamos personalmente en 1993 con Toño Reyes, quien ahora dirige los destinos en su nueva etapa de Meseta Tarasca y Fiesta Mexicana, cuando con su progenitor y del mismo nombre don Antonio Reyes, estuvieron marcando camino para llegar a la Monumental de Morelia, precisamente desde aquellas en aquel entonces lejanas tierras y serranías de la mera meseta purépecha, de donde en su camino llevaron lo mejor a la plaza más grande e importante del jaripeo, con sus jinetes y toros que ahora después de que ya han pasado casi 50 años brillan con la luz propia de sus leyendas: cuando el jaripeo era cuestión de honor y montar un toro ante la vista de un público que pagaba por verlo, era una gran responsabilidad y privilegio de unos cuantos: de la gente que surcaba la tierra y que trabajaba con animales en la campiña, los que hicieron de su trabajo y forma de vida un espectáculo que al paso del tiempo ha desarrollado diferentes conceptos para el entretenimiento y ha cubierto diferentes etapas evolutivas.

Ya hemos comentado las evoluciones en que se ha visto inmerso el espectáculo del jaripeo, ya vimos como el concepto de protagonismo ha girado en torno al poder adquisitivo, en el caso de las montas de toros al cajón, donde la esencia y alma de los festejos pasa a ultimo termino y que son el factor que sin él no existiría claramente estas fiestas tradicionales. Son los Jinetes quienes pagan las consecuencias de involuciones a capricho donde los poderosos quieren sobresalir y lo logran a costa del sacrificio de quien arriesga su vida para que la llama del jaripeo no se extinga, pero esa cuestión no la cambiaremos, los que cambiarán y corregirán rumbos son los propios jinetes que no se presten a caprichos y dignifiquen su actividad porque simplemente sin ellos no ay nada; ganado, ganaderos y quien pague por ver los ay: pero si no existe quien monte a los toros simplemente no habría nada.

Los pasos se están dando y ya hemos comentado anteriormente que al regreso de Meseta tarasca y Fiesta Mexicana al jaripeo, es con el objetivo de corregir rumbos, con la meta de que los jinetes sean los protagonistas fundamentales y que así lo sientan ellos y los públicos se re enteren.

Ganaderos se han unido al proyecto y jinetes también, ahora falta trazar los rumbos y dejar antiguos vicios y que si van a subirle a un toro realmente lo jineteen, con la mano en el pretal, espuelas que sean de apoyo y no ganchos que se atoren para como en la actualidad dejar ver acciones grotescas y antiestéticas de hombres que arriba de los toros solo buscan no ser golpeados por el animal.

Se trata de que el espectáculo se halagador y si es peleado y en duelos de poder contra inteligencia, el público reconozca esas acciones que habrán de desbordar las emociones en cada jugada, como antes cuando los premios se otorgaban al triunfo del jinete; los vicios no desparecerán en este espectáculo, las artimañas seguirán existiendo, pero se trata de regular todo y que, si un toro es bueno que lo demuestre ante un jinete bueno, con cualidades de ambos. de nada sirve un jaripeo donde todos los toros tiren al jinete y viceversa, se trata de que haya competitividad y espectacularidad, pero con destreza y sin ventajas para nadie; y ahora que retomemos las reseñas de los jaripeos y si nos animamos a asistir a alguno, esperemos que se vean cosas dignas, como en épocas grandiosas que ya se fueron: pero vendrán cosas buenas y habrá que estar pendientes de lo que viene haciendo Meseta Tarasca y Fiesta Mexicana en su camino a la plaza de toros Monumental de Morelia, donde el buen jaripeo surgió para cualquier parte donde se pague por verlos.