¿Fracaso?

La salida de Irma Eréndira Sandoval de la SFP confirma lo que ya es insostenible seguir ocultando: la corrupción sigue galopante en la administración federal.

La Voz de Michoacán

La caída de Irma Eréndira Sandoval de la Secretaría de la Función Pública es un mensaje contundente para adentro y afuera del gobierno. Confirma lo que ya es insostenible seguir ocultando: la corrupción sigue galopante en la administración que tomó como bandera su combate.

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Quizá era inesperada, puesto que permaneció durante tres años en el gobierno. Se convirtió en una de las funcionarias protegidas por el presidente Andrés Manuel López Obrador y por el ala más radical de las izquierdas agrupadas en Morena. Su salida más bien era esperada.

Múltiples denuncias acompañaron la gestión de la hoy exfuncionaria, sin que nada la trastocara, a pesar de que evidenciaron que el gobierno de López Obrador quedó a deber en el combate a este lastre que ha acompañado a varios presidentes, y que lastima profundamente a la sociedad.

Mexicanos contra la Corrupción, una organización de la sociedad civil que se ha encargado de desmenuzar casos de abuso de poder, tráfico de influencias, entre otros tantos “cánceres”, ha señalado de manera reiterada el opaco actuar de algunos servidores públicos, entre ellos, de Sandoval.

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Sin embargo, parecía que nada pasaba. Todo continuaba de manera normal y el mensaje que quedaba hacia afuera era que desde el poder se solapaba todo. Hoy, si bien nadie ha acusado a Sandoval de nada, el intempestivo relevo, y el mensaje que acompañó el tuit del presidente, lo dicen todo.

López Obrador en tiempos de campaña ofreció desterrar la corrupción de la administración pública. Afirmó que su simple presencia en el gobierno sería un claro mensaje para combatir ese gran lastre que se ha llevado miles de millones de pesos de los mexicanos.

Hoy organismos encargados de la transparencia y de fiscalización ven que los pasos no han sido tan firmes como los ofrecidos. Pero era normal que así ocurriera, pues de un momento a otro no se podía acabar con un fenómeno que penetró las entrañas de la administración desde hace años.

Habrá quienes afirmen que la caída de la secretaria de la Función Pública es un mensaje de fracaso en la estrategia, sin embargo, habla de una renovación de objetivos, y de redoblar tareas para alcanzar la meta de acabar con esa práctica que enriquece a unos, y empobrece a la sociedad.