La otra guerra

México está sumergido en una ola de violencia y criminalidad mientras el gobierno actual y los pasados siguen culpándose el uno al otro sin hacer nada.

La Voz de Michoacán

Desde hace varios años México está en medio de varias guerras, unas más cruentas que otras, pero la que sigue lanzando misiles interminables y con secuelas graves es la política, con saldo aún bajo reserva.

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La violencia en el país sigue escalando y conforme avanza el tiempo pareciera que la cantidad de muertos y víctimas de la inseguridad es cada vez más grande. Antes eran los muertos de Calderón, de Peña y ¿ahora?

Las acusaciones mutuas entre el gobierno actual y el expresidente Felipe Calderón son interminables. Cada día es exactamente lo mismo. Y lamentablemente no ayudan absolutamente en nada a solucionar esa crisis.

El pueblo de México lo que exige son resultados a sus gobernantes, más aún cuando perdieron a un ser querido o su patrimonio a manos de la delincuencia. A las víctimas de nada les sirve la política.

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Cada vez más estamos normalizando las acusaciones entre políticos y que no nos llevan a ningún lado, más que a la grilla. Si cayeran los responsables, sería de gran ayuda, pero todo queda en el mero “circo”.

Y esto apenas es el comienzo. Conforme nos acerquemos al 2024 es probable que esto arrecie. Quizá para ese tiempo la guerra de declaraciones y acusaciones suba de tono.

Mientras tanto, México demanda a las actuales autoridades que actúen en consecuencia en contra de quienes atentan en contra de la seguridad de los habitantes. Ningún estrato social se escapa.

Está más que claro que la estrategia no es tan ofensiva como las anteriores, y le apuesta más a la reconstrucción del tejido social, sin embargo, no se pueden quedar con los brazos cruzados ante tanta salvajada del crimen.

Ni Felipe es igual a Peña Nieto, ni a López Obrador, ni López Obrador es igual a Felipe o a Peña Nieto. Cada quien lleva su sello, y la historia los juzgará. El reto que hoy tiene el gobierno actual es dar resultados y enfrentar esa triste realidad.

Quizá una realidad que fue heredada por gobiernos anteriores, o que recrudeció por la falta de una ofensiva integral, pero como sea, lo que se exige es contundencia.