Nuevo desarme

El gobierno de Alfredo Ramírez Bedolla comenzará un desarme de civiles, una nueva ardua tarea de la que muy pronto veremos si resulta o no.

La Voz de Michoacán

El gobierno de Alfredo Ramírez Bedolla hoy comenzará un nuevo desarme de civiles, tarea que se antoja difícil, por lo menos para atacar como primer objetivo a las grandes células delincuenciales que están matando a granel en las calles del estado, elevando las incidencias de homicidios dolosos.

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Por supuesto que no veremos a los jefes de plaza, ni a sicarios entregando por voluntad propia las armas que utilizan para cometer sus tropelías, a esos quizá se las arrebatarán en los retenes que prevén instalar. Si acaso veremos a personas que han conservado alguna para protección personal, y de los suyos.

En Michoacán fueron cientos de armas que se entregaron durante la era de Alfredo Castillo a civiles que se ostentaron como autodefensas, pero lamentablemente muchas de ellas en estos momentos están perdidas, y quizá son las que utilizan a salto de mata para delinquir. Sacarlas del mercado, será sumamente complicado.

Por lo menos tres grupos delincuenciales operan en Michoacán, todos identificados por su elevada peligrosidad –y por consiguiente por los arsenales de balas que manejan-, razón por la que la violencia sigue enquistada en las regiones más despobladas, y en estos tiempos también en las más conurbadas luchando por el territorio y ajustando cuentas.

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La iniciativa de quitarles las armas manda mensajes contundentes, pero sumamente comprometedores, principalmente para los civiles que las tienen para defensa personal, es una petición implícita de que les devuelvan la confianza a las instituciones, pues se encargarán de su seguridad, a pesar de que las incidencias siguen trepadas en lo más alto del mapa.

Veremos los resultados de la estrategia, que suena sumamente ambiciosa.