CUARTO PODER |Tres escenarios

Analistas, investigadores, funcionarios públicos electorales, presentadores de noticias, académicos y demás afirman que cosas como estas debilitan al sistema democrático; seguramente es cierto y/o válido.

Etelberto Cruz Loeza.

La incertidumbre viene de no hacer los cambios, pero también de ir haciendo los cambios sin   claridad política sobre sus consecuencias. Cambio sin ruptura

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- Manuel Camacho Solís

Lo que vivimos en este mundo occidentalizado es una visión de incertidumbre, mas, también es cierto, que no existe certeza en nada, pues como del futuro nadie está seguro, acaso, únicamente existe certeza en lo que usted está haciendo, porque, como se dice en las series policiacas televisadas, creo en lo que hago, pues todos mienten, sobre todo las imágenes de la televisión, y las estadísticas, como lo afirma Giovanni Sartori.

Los sucesos policiacos, ¿políticos?, en la hermana república de Ecuador – país en el cual se realizaron elecciones generales, la llamada Muerte Cruzada – elección de nuevo congreso nacional y elección presidencial -, generados por el atentado o magnicidio del candidato presidencial Villavicencio, - balaceado al término de actividad política y antes de abordar un automóvil - motivan, no únicamente incertidumbre, sino visión de catástrofe político social en esa nación.

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Fue satisfactoria la actuación de las corporaciones policiacas y de sus instituciones; las elecciones no se suspendieron y sí hubo detenidos – se dice que son de nacionalidad colombiana y – también se dijo - que pagados por un cártel mexicano -, declaraciones de los sospechosos e inculpados y voces, dichos y palabras que no debieron decirse por quien no debe inmiscuirse en cosas ajenas al país.

Por lo difundido, Villavicencio en alguna de sus declaraciones políticas combatiría a los cárteles ecuatorianos y sus relaciones con el poder político y, curiosamente mencionó determinadas actuaciones y palabras de nuestro Ejecutivo Federal que son de sobra conocidos.

Es muy deseable que las actuaciones   de la policía y de las instituciones del Estado y de la sociedad sean como el cuchillo de Porcia – separen la libra de carne sin derramar sangre - y no se vierta ni una gota de sangre y no haya revueltas ni atentados y todo el proceso electoral se haya realizado con normalidad y si existe duda y desconfianza, actúen las instituciones electorales superiores, se acepte su actuación y haya calma y tranquilidad social.

En nuestro país, de hecho, en una campaña política   iniciada antes del comienzo legal y constitucional, ante el silencio y/o pasividad de las instituciones electorales nacionales, ese escenario ecuatoriano es el no deseado:  que la pasión no se desborde y que el llamado Tigre siga amarrado, por el bien de todos.

La sociedad mexicana y sus instituciones han enfrentado verdaderas, o muy posibles y probables, crisis  políticas y económicas  que estuvieron a punto de estallar, mas las instituciones sociales y del Estado  actuaron  y se encontraron las opciones y el país no se quebró y no  se  hizo pedazos: el atentado – y muerte del candidato  a la presidencia de la República del PRI (Luis Donaldo Colosio Murrieta), la magno devaluación de 3 ceros de los errores de diciembre de 1994, las alternancias político partidistas del 2000, 2012 y 2018 – llamadas del Péndulo – derecha, centro e izquierda.

Escenario muy deseable: nuestra sociedad y nuestras instituciones de Estado actúen y todo el país – sociedad, partidos políticos y candidatos a los muy diversos puestos y encargos de responsabilidad (la más grande nuestra historia) -  muestren su madurez social y podamos definir nuestro destino político en las urnas y hasta en los tribunales y no en las calles y exista calma y tranquilidad y no el miedo, terror y pánico. El tigre siga amarrado, controlado.

El tercer escenario es mediático, afortunadamente no es nuestro. Sucede en Estados Unidos.

Es, realmente un espectáculo, un show, un ejemplo de “exceso” de las libertades y/o del modelo democrático y republicano – lo mismo que en Francia -: el expresidente Donald Trump está acusado de 91 cargos judiciales -, sin contar los cargos fiscales y, aun así, es serio protagonista político a ser el candidato a la presidencia de la República, pues, su constitución no se lo impide y, porque, además, su partido, el Republicano – que está dividido -, es el aspirantes que tiene más simpatizantes y ¡ha reunido más millones de dólares para la campaña!, eso por un lado y por otro, usa su arma preferida: el Twitter y con ella su popularidad ha crecido, contrariamente a lo que pudiera pensarse: paradójicamente, los cargos penales, fiscales y sexuales,  hacen crecer su popularidad; finalmente, él  dice que mostrará- mediante informe detallado y amplio -,  que hubo un bloqueo a la democracia y que será exonerado.        

Es curioso:  está visto, están las declaraciones de testigos – entre ellos su hija y esposo, el vicepresidente Mike Pence -, los videos, los audios que lo exhiben como protagonista estelar e instigador de los sucesos del 6 de enero de 2021, en el Capitolio, así como sus intentos de violentar el resultado electoral nacional y, particularmente del estado de Georgia y no ha sido fichado, ni procesado y, aun así, podría ser el candidato Republicano a la presidencia de la República y ¡ganarla!

Analistas, investigadores, funcionarios públicos electorales, presentadores de noticias, académicos y demás afirman que cosas como estas debilitan al sistema democrático; seguramente es cierto y/o válido.

Considero que el sistema político llamado democracia es un árbol y que, ciertamente situaciones como las anteriores y otras más, son como plagas del sistema político, pero, el mismo sistema-modelo tiene sus formas-mecanismos de autocorregirse, que, si bien no son automáticas, sí son efectivas.

Ciertamente llegan al poder protagonistas políticos que abusan de las formas democráticas y de sus instituciones; concentran exceso de poder y se convierten en autócratas y se enferman de Hybris, pero finalmente, la sociedad coloca todo en su lugar y la democracia se recupera y vuelve a ser el árbol frondoso cuyo fruto o renuevo constante es la buena política.