CUMPLEAÑOS

“El pasado no es una construcción imaginaria como cualquier otra. No sé cómo hay quienes puedan afirmarlo, por ejemplo, los historiadores modernos”, dice el escritor argentino César Aira en su novela corta “Cumpleaños”.

Gustavo Ogarrio

Alrededor de 1999, el escritor argentino César Aira, que ese año cumplía medio siglo de vida, escribió una novela corta titulada “Cumpleaños”. A partir de una opinión equivocada sobre la Luna y su relación de luz y sombras con el Sol y la Tierra, en el contexto de su cumpleaños número cincuenta, el narrador de esta novela, entre la ficción y la autobiografía, reconstruye de manera casi imaginaria algunos pasados equívocos de su propia vida: “El pasado no es una construcción imaginaria como cualquier otra. No sé cómo hay quienes puedan afirmarlo, por ejemplo, los historiadores modernos. Lo que pasó, pasó justamente porque fue real. Los detalles del pasado tienen una importancia capital, no sólo para establecer una cronología sino por el juego de las causas y efectos. Aunque sobredeterminado, el presente se remonta por hilos sutiles a algún átomo de realidad, al que para identificarlo no hay más remedio que ubicarlo en su lugar exacto de la sucesión de hechos del pasado”.

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Finalmente, como una enseñanza indirecta para los que vamos cumpliendo más de 50 años, el narrador dice: “Pues bien, todo lo que escribí hasta este punto me lleva a pensar que el momento en que cometí mi error o distracción o explicación apresurada respecto de las fases de la Luna es el origen de mi incapacidad de vivir. De modo que si pudiera hacer la historia de ese instante resolvería el misterio que me persigue. Menos dramático, pero mucho más verosímil, sería decir que no fue un momento sino un proceso: el proceso de perder el tiempo, que es prolongado por naturaleza. A mi edad, no puedo ver sino con espanto las eternidades de tiempo perdido en mi juventud. La falta de método, los desvíos caprichosos, las esperas de nada. Las horas desperdiciadas, los días, los años, las décadas. Y hay una cierta justicia poética en que la víctima aparente haya sido la Luna, ese poético recordatorio del tiempo perdido”.