La colección

Muchos años después volvería a recordar, en una Semana Santa en Valladolid, España, esa liturgia popular de cuerpos del Nazareno desplegados por todos lados y en todas las posiciones, ocupando de otra manera el espacio mundano.

Gustavo Ogarrio

La canción más perturbadora de “La Colección”, álbum recopilatorio de Joan Manuel Serrat de 1983, para mí fue “La Saeta”, un poema de Antonio Machado cantado por Serrat.

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Desde que comienza el redoble del tambor y la voz litúrgica de Serrat, empieza y se refuerza en mí una actitud herética y agnóstica que nunca me ha abandonado: “Dijo una voz popular: quién me presta una escalera para subir al madero, para quitarle los clavos a Jesús El Nazareno”.

Hablar de Jesús en otro tono y desde otra perspectiva, la de esa “voz popular”, la idea de bajar el cuerpo de Cristo de la crucifixión y colocarlo en cualquier lugar que no fuera esa cruz…en la mar, por ejemplo, eran cuestiones con las que yo no estaba familiarizado en un ambiente conventual más bien tradicional y bucólico: el símbolo de todo esto fue para mí la “escalera”, me daba vértigo concebir que alguien pudiera usar esa escalera para tomar la altura de la crucifixión y desatar el cuerpo.

Muchos años después volvería a recordar, en una Semana Santa en Valladolid, España, esa liturgia popular de cuerpos del Nazareno desplegados por todos lados y en todas las posiciones, ocupando de otra manera el espacio mundano.

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La cristología popular, ese Cristo de los gitanos de la canción de Machado y Serrat, siempre se me insinuó como un desacato a la imagen misma de la crucifixión. Puedo decir que es uno de los comienzos de mi proceso de secularización. Otro fue la película “Nazarín”, de Luis Buñuel, que se resume en la escena en la que Nazarín voltea a ver uno de los cuadros más perturbadores que haya registrado el cine iberoamericano: la imagen de Jesús riéndose como un hereje.

Yo en ese tiempo creo advertir que estaba ya en condiciones de recibir los llamados de lo profano: había sido monaguillo en la iglesia de Santa Catarina y alegremente se derrumbaba en mí el significado litúrgico de las imágenes religiosas.