CIUDAD POSIBLE | No hay tal cosa como mal clima

Sé que siempre hay maneras de adecuar la ropa, para el clima.

Inés Alveano Aguerrebere

Hace un tiempo platiqué con una mujer que tuvo un novio neerlandés. Me contó sus primeras experiencias con esa cultura de la bicicleta en una ciudad llamada Utrecht.

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Antes de comenzar a contarles, debo aclarar que el clima en Utrecht, que está al norte de Europa es horrible la mayor parte del tiempo. Frío, lluvioso y con agua nieve (que es como lluvia helada). Cuentan con días soleados muy pocos meses del año.

Cuando ella llegó a Utrecht, el sol brillaba. Su primera impresión fue que había demasiada gente andando en bicicleta. Desde niños y niñas hasta personas de la tercera edad. Pudo suponer que moverse en bicicleta era de lo más normal, en un clima agradable.  Ella comenzó a moverse a cualquier lado: el cine, la oficina, el mercado, el centro, la estación del tren, sentada en la parrilla de la bicicleta de su príncipe azul.

Ya sé, esa imagen la asociamos los mexicanos con pueblitos, y con gente sin recursos, pero allá en Holanda es de lo más común. Y cabe señalar que su novio tenía un automóvil.

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Los días soleados transcurrieron, con ella sentada en la parte trasera de la bicicleta por toda la ciudad. Pero un día comenzó a hacer frío. Entonces ella pensó: Seguro hoy nos movemos en automóvil. Cuando su novio le dijo que no, que se abrigara, que se pusiera capas de ropa, ella pensó que estaba bromeando. Pero no fue así. Abrigo, gorro, bufanda y guantes, salieron a sus ocupaciones en bicicleta. Otro día, también empezó a llover. Ella volvió a creer que ahora sí usarían el auto. Pero no fue así. Su novio le dijo: abrígate, y ponte un impermeable.  Cada vez que ella preguntaba si ahora sí usarían el auto, su novio se le quedaba viendo muy serio, y le confirmaba que no. Ella lo veía con una sonrisa y le preguntaba si era broma. Siempre esperando que la seriedad de él, acabara en una carcajada acompañada de un “Nadie sale en bicicleta con este clima”.

Vino la aguanieve y vino la nevada intensa, y ella, con su costumbre mexicana de usar el automóvil para todos los viajes, creyó que ahora sí había llegado el momento de dejar la bicicleta. Pero en Holanda no hay tal cosa como mal clima para pedalear, sino un atuendo incorrecto.

Y si usted está pensando en las ciudades de tierra caliente, en efecto. Se necesita algo más que ropa adecuada para usar la bicicleta como medio de transporte: sombra. Calles arboladas. Viví en Colima dos años. Estimo que el clima debe ser muy parecido al de Apatzingán o a muchas ciudades mexicanas costeras. Es realmente caluroso. Hubo días que incluso me levanté a media noche bañada en sudor, y tuve que bañarme para bajar el calor y poder dormir (hay gente que no puede acceder a aire acondicionado). A pesar de la falta de infraestructura confinada para circular en bicicleta, los trayectos eran bastante cómodos debido a la cantidad de árboles en todos lados.

Después de haber vivido en Ámsterdam, y de haber circulado en bici incluso dentro de una tormenta de nieve, o con lluvia y viento intenso, sé que siempre hay maneras de adecuar la ropa, para el clima.

Los neerlandeses nunca van a lograr tener un clima tan envidiable como el nuestro. Pero nosotros sí podemos esforzarnos por lograr ciclovías tan de primera calidad, que sean seguras sin importar que llueva o truene, y que puedan ser utilizadas por personas de todas las edades y condición social.