El tamaño sí importa en Costa Rica y en México

Estoy segura que si me meto a indagar esta carretera no se encuentra dentro de las más peligrosas en todo el continente. A pesar de estar llena de barrancas.

CIUDAD POSIBLE

Inés Alveano Aguerrebere

PUBLICIDAD

El tamaño sí importa.  En seguridad vial, el ancho de los carriles influye en la ocurrencia y gravedad de los siniestros.

Estoy de visita en Costa Rica. La carretera que tomamos desde San José hacia La Fortuna está llena de curvas. Algo así como mil cumbres. Sin embargo, es angosta. El tamaño de los carriles hace que la mayor parte de las personas que conducen un vehículo, lo hagan a la velocidad permitida, o incluso menor.  Transitan camiones de carga, de pasajeros y vehículos particulares.

Estoy segura que si me meto a indagar esta carretera no se encuentra dentro de las más peligrosas en todo el continente. A pesar de estar llena de barrancas.

PUBLICIDAD

Antes se creía que a mayor tamaño del carril era mayor seguridad en carretera. La idea detrás de esta noción, es que el ancho permitiría a los conductores corregir cualquier error que cometieran.  Muchos ingenieros aprendieron eso y en diversos manuales los anchos de carriles están más que sobrados.

Pero poco a poco van surgiendo evidencias que demuestran lo contrario.

El ancho de los carriles para circulación (además de la textura del pavimento) importan para la seguridad que nos brindan.  Nos dicen, subliminalmente, si podemos ir rápido o no.  Si es seguro para manejar nuestro vehículo a 90 kilómetros por hora o a 50 o a 30.

¿Sabía usted que la velocidad máxima permitida cercana a zonas de hospitales, escuelas y viviendas debería ser 30? Esto, de acuerdo a estándares internacionales. El ‘expertise’ a nivel mundial nos marca que las calles de las ciudades no tienen por qué ser un lugar de veneración al Dios de la velocidad. Un lugar donde los seres ofrecidos en sacrificio son los más vulnerables: niños, niñas, ancianos y personas con discapacidad.

Con la mirada puesta en la velocidad de los vehículos, hemos sacrificado también a personas sanas en edad productiva.  Cada vez que sucede un accidente pensamos que así es la vida.  Pero esa es la realidad que nosotros hemos construido, las consecuencias de valorar a la velocidad, por encima de la vida humana.

Es momento de que nuestro diseño marque la velocidad a la que debemos circular en vehículo de motor. Tanto en carreteras, como en ciudades y localidades. Si en nuestro país la mayor parte de las vías tiene más de 50% de conductores yendo a una velocidad mayor a la permitida, mucho tiene que ver el ancho de los carriles.  

¿Le ha pasado que va en una carretera (o en una avenida), mira el límite de velocidad permitido y le parece muy bajo? Es porque el diseño no es congruente con la velocidad esperada.  A mí me sucede en los carriles centrales de Avenida Camelinas y en el “periférico”. Me da la sensación de que ir a más de 60 kilómetros por hora es adecuado.  Sin embargo, esa vía no tiene por qué ser de alta velocidad.  Está rodeada de restaurantes, servicios, escuelas y zonas habitacionales, por lo que debería ser de baja velocidad.

La estrategia que intuitivamente hemos utilizado para calmar la velocidad, ha sido instalar topes. Pero reducir el ancho de carriles puede ser igual de efectivo, y menos molesto. En cuanto a las señales verticales, podríamos poner mil letreros de la velocidad permitida, pero la mayor parte de las personas los ignora.

Usted que prefiere, ¿bajar en general la velocidad? O avanzar por una avenida llena de topes…

 Además, una avenida que está llena de comercios, restaurantes y servicios, debe ser permeable, es decir, debe permitir que personas vayan libremente y de manera segura, de una banqueta a otra.  Los negocios exitosos comparten esta característica: puedes acceder a ellos desde cualquier medio de transporte. 

Volviendo al título de hoy, este es un llamado a las autoridades que le apuestan a la accesibilidad de todos los usuarios de la vía, para que reduzcan el ancho de los carriles. Para que lo angosto de los carriles vehiculares sean una señal clara, aunque subconsciente, de que la velocidad dentro de la ciudad, es baja.