La demencia y la ciudad

¿Cómo cree usted que se sienta padecer este deterioro mental? ¿O tener un familiar con algún tipo de demencia?   ¿Conoce a alguien? ¿Cree que es un tema que nos debería preocupar? Es una de las discapacidades más invisibles para la sociedad.

CIUDAD POSIBLE

Inés Alveano Aguerrebere

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Tuve una maestra que nos decía: “no estudien sólo para el examen. Estudien para no demenciarse”. Ella es una psiquiatra reconocida.  Sus exámenes eran de los más difíciles en mi carrera.  Claramente necesitábamos matarnos estudiando.  Casi siempre las calificaciones más altas eran de 7 y 8. Sin embargo, como experta que era en salud mental, ella nos impulsaba para que estudiar tuviera un sentido más elevado. Que nuestro objetivo fuera más allá de sólo acreditar su materia.  Ella sabía que el cerebro es como un músculo: que, si no se usa, se atrofia.  La demencia es una de las formas más comunes en que el cerebro humano nos deja de servir (sin ser un tumor o un cáncer) si no lo mantenemos suficientemente activo.

La demencia tiene síntomas como pérdida de la memoria (a corto y largo plazo), olvido de las actividades básicas aprendidas, confabulación (a veces sienten que les roban sus cosas), ideas delirantes, desorientación, problemas de atención (por ejemplo, al cocinar se les olvida si ya pusieron sal, o incluso se les olvida que estaban cocinando), fallo en el cálculo de operaciones matemáticas básicas, deterioro en la escritura, etc.  Como usted puede suponer, en sus fases más avanzadas, se vuelven sumamente independientes, es decir, necesitan a una persona que las cuide todo el tiempo.

¿Cómo cree usted que se sienta padecer este deterioro mental? ¿O tener un familiar con algún tipo de demencia?   ¿Conoce a alguien? ¿Cree que es un tema que nos debería preocupar? Es una de las discapacidades más invisibles para la sociedad.

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Las recomendaciones de los profesionales para prevenir la demencia (además de una alimentación adecuada y no fumar ni tomar en exceso) son mantener la mente ocupada: hacer frecuentemente ejercicios de memoria, cálculos mentales, leer el periódico y libros, jugar al ajedrez, aprender cosas nuevas, practicar otro idioma, etc.

Ahora dejemos el tema de salud mental y pasemos a la salud física.  También hay maneras de prevenir el deterioro físico.  Pero igual que con el mental, se trata de mantenernos activas. Caminar, hacer ejercicio, cargar cosas, usar todos nuestros músculos y articulaciones. 

El problema de la vida sedentaria no sólo es ganar peso y los problemas que pueden estar asociados a él como la diabetes y la hipertensión. Con el sedentarismo nos arriesgamos a perder capacidades aparentemente tan sencillas como caminar.

Llevando una vida alrededor de la televisión, el coche y las sobremesas largas (por ejemplo, la vida de una persona jubilada o de ama de casa sin actividades deportivas) poco a poco nos acercamos a ser más propensas a las caídas con fracturas. Una ciudad que nos invite a estar más activos en nuestras actividades cotidianas sería idónea.  Una que nos permita caminar, tomar el aire fresco, convivir, hacer ejercicio. Una ciudad que además nos permita mantener nuestra salud mental

Y lo que aplica para el común de los mortales, también aplica para los tomadores de decisiones.  Hoy, en esta sección en la que siempre me gusta imaginar cómo puede ser la ciudad, me dirijo a las personas que nos gobiernan. Puede ser que las acciones individuales, los esfuerzos y la disciplina sean importantes a la hora de prevenir.  Pero como lo demuestran más y más estudios científicos: las banquetas, los espacios públicos, los parques y las zonas de recreación cerca de los hogares son predictores más fuertes del estado de salud de los habitantes.

Parafraseando a mi maestra: “no hagan ciudades seguras y saludables para pasar el examen de sus votantes.  Háganlas para que ni ustedes mismos ni sus familiares y amistades padezcan el deterioro por la falta de uso”. 

PD. Dedico mis letras de hoy a tomadores de decisiones que hayan sufrido una fractura de cadera.