El debate

La contienda es sólo entre Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez. Por lo mismo será importante saber el papel que juega Movimiento Ciudadano en este proceso.

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Este domingo se va a llevar al cabo el primer debate entre las candidatas y el candidato a la Presidencia de la República. Siempre es un momento importante en una contienda, tener a los tres aspirantes frente a frente para conocer sus propuestas, ver su temple y visualizar sus capacidades como los futuros gobernantes que pretenden ser.

La contienda es sólo entre Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez. Por lo mismo será importante saber el papel que juega Movimiento Ciudadano en este proceso.

Se ha discutido y propuesto con insistencia la idea de que Movimiento Ciudadano es un esquirol de Morena. Es decir, que juega el papel de quitarle preferencias a la oposición, asumiendo que hay un segmento de la población que no ha decidido su voto, porque no lo entregará al gobierno, pero tampoco al bloque opositor.

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En este debate veremos la postura de este partido que también se juega su estancia y el futuro de su acción política después de esta elección. Ha sido una organización apropiada y dominada por unos cuantos que le han sacado bastante jugo a su posición de élite, pero también se ha sabido posicionar en medio de los partidos tradicionales.

Vaya paradoja, está integrado por los rechazados de los partidos políticos de siempre.

Este es el momento de la verdad para Movimiento Ciudadano y en el debate estará clara su postura. También puede jugar al anodino. No decir nada, pero seguir en la jugada de cachar votos y candidatos.

En su gran obra “Homo Videns”, Giovani Sartori argumenta que el homo sapiens ha perdido su capacidad de locuacidad, sus habilidades lingüísticas, que se ven mermadas paulatinamente en la medida en que la imagen se impone sobre el argumento. Razonamos en imágenes. Por eso estamos perdiendo, dice el sociólogo italiano, nuestra calidad de homo sapiens. En su argumento, no somos más un género que razone, sino que recibe imágenes que se convierten en pensamientos.

Siguiendo la idea de Sartori, recibimos esas imágenes de la televisión y de las redes sociales en la actualidad, prácticamente sin cuestionar su veracidad, su origen o inclusive su existencia real. Hoy no estamos en la era de la desinformación sino de la sobre información.

La posibilidad de escuchar un debate en el que directamente exponen sus ideas las candidatas es la manera de escapar a esta tragedia de la vida moderna. No será un público muy amplio el que vea el debate por encima de otros programas o canales de radio y televisión, pero sí es un buen ejercicio para la democracia. Siempre es mejor escuchar que sospechar.

Hay que estar atentos para ver quién presenta ideas, reproches, justificaciones, propuestas o pura retórica. No son lo mismo. Un buen punto de análisis del debate del domingo será la posición de las candidatas sobre el pasado reciente.

Veremos si Sheinbaum defiende a capa y espada, como lo ha hecho. a López Obrador. Es claro que existe un segmento de la población que no quiere esta postura y los equipos de campaña tienen esta información.

Nada parece indicar que la candidata oficial se mueva de su apología a ultranza de López Obrador. Sin embargo, las estrategias de campaña apuntan a que no le vendría mal una crítica velada a los problemas del país, que son palpables y donde las soluciones propuestas hasta el día de hoy resultan francamente indefendibles.

Lo cierto es que Sheinbaum sí ha cambiado por lo menos su manera de hablar. Inició imitando al Presidente en campaña y ha evolucionado hacia un tono más pausado, de cierta tranquilidad. Se convirtió en ella misma.

En el caso de Xóchitl Gálvez, seguramente evaluarán hasta qué punto tiene que dividir su tiempo entre la crítica y la propuesta. Su equipo debe saber que no va a entrar en el público de Morena ni los va a convencer, pero deberá aceptar que hay programas sociales que deben continuar para quitarle al gobierno la paternidad de los mismos, entre quienes los principales votantes del oficialismo.

No podemos olvidar que Xóchitl Gálvez debe en gran parte su candidatura a este arrebato de López Obrador de criticarla en lo personal. Ese diálogo entre ambos creó en la oposición una atmosfera de que ella sería la indicada para desafiar las capacidades comunicativas del Presidente, su grandilocuencia.

Es inevitable criticar al gobierno siendo oposición. Sería una pésima estrategia, pero deberá presentar la crítica y la propuesta inmediata. El remedio y el trapito. Será la gran oportunidad de Gálvez de establecerse como la alternativa ante los indecisos y quienes no quieren votar.

El país violento en el que vivimos debería ser el tema de un solo debate y de una vez por todas fijar posturas comunes para establecer una política de estado, en la que no haya matices ni posiciones partidistas sino decisiones, que en realidad es lo que falta; decisiones que funcionen y resuelvan el grave problema de la violencia en el país. De las candidatas queremos saber cómo le van a hacer si ganan. Ya sabemos qué pasa, ahora es importante conocer cómo lo van a resolver.

Hay que ver las posturas de las candidatas frente al actuar del Instituto Nacional Electoral (INE). El posicionamiento de los dos grandes bloques en la elección va a perfilar el nivel de conflicto electoral el día de la elección y en los momentos posteriores.

Propuestas, ideas, soluciones, son lo que esperamos de las candidatas. Sobra decir que el tercero no pinta ni tendrá posibilidad alguna de ganar la elección.

Tendremos a la primera mujer presidenta de México. Tendrán que verse “presidenciables”, como es la tradición con los debates entre hombres. Vamos a ver qué significa para cada una mostrarse ya como presidenta.

La teoría dice que quien va ganando no debate, sólo tiene que conservar su ventaja. Por eso tal vez sea el único debate que veamos, sobre todo si por fin se mueven los números en las encuestas que han permanecido con ventaja para Morena desde hace muchos meses.